La Jornada

NAVIDAD INTERIOR

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Estamos terminando el año 2017 D.J (Después de Jesucristo).

Siempre me he preguntado ¿por qué medimos el tiempo en antes y después de ese personaje llamado Jesús de Nazaret? ¿Qué hizo? ¿Cuál fue la esencia de su gran impacto en el tiempo? No escribió ningún libro, no inventó nada, no descubrió nada, no pintó nada. Sí, fue un descendien­te del rey David y de Abraham, pero la historia no le otorga la gran distinción de partir el tiempo por esa aristocrac­ia. Entonces, ¿cuál fue su verdadero valor, el que impactó la historia de esa manera? Quitemos la visión católica o cristiana que lo declara “hijo único de Dios”, porque ésa es una visión parcial, dogmatizad­a y no entendida plenamente. Jesús es hijo de Dios, sí, pero igual que nosotros también lo somos, porque si él fuera el único, el elegido, ¿qué mérito tendría, y de qué nos serviría su enseñanza si nunca podríamos llegar a ser como él?, lo único que podríamos hacer es felicitarl­o por la buena fortuna de tan privilegia­do nacimiento, y seguir nuestro camino. La realidad es que todos participam­os por igual de la divinidad, todos somos “hijos de Dios”, o, más bien: efímeras sombras en el sueño creativo del gran soñador, hacedor de estrellas y pintor de amaneceres. Nuestra única diferencia con Jesús es que él despertó a la conciencia de saber quien es: “Mi padre y yo somos uno”, como cualquier personaje de un sueño podría decir al despertar: “El que me sueña y yo somos uno”, o cuando en el llamado “sueño lúcido”, sabe que es un sueño cuando está soñando.

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