La Jornada

En la búsqueda de sus hijos, padres de los 43 recorren las calles y “piden posada”

En su movilizaci­ón se solidariza­ron con grupos en defensa del agua en Coyoacán

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n el camino de Chalchihui­tán, a cinco minutos de uno de los campamento­s de desplazado­s por la violencia en Los Altos de Chiapas en los que sobreviven cerca de 200 de los más de 5 mil refugiados, aparece una recién instalada posición militar. De nada sirve para ofrecer seguridad a la población que huye de los disparos y de la quema de sus viviendas y pertenenci­as. Los tiros se siguen escuchando en esta tierra de nadie y, como dicen aquí, “el gobierno sigue sin hacer nada”.

A unos kilómetros de distancia, la organizaci­ón Las Abejas de Acteal conmemora el vigésimo aniversari­o de la masacre que dejó sin vida a 45 indígenas de su organizaci­ón. Son muchas las menciones al involucram­iento del Ejército en el entrenamie­nto de los grupos paramilita­res que perpetraro­n la matanza. Y hoy, al calor de la nueva Ley de Seguridad Interior, se respira temor ante el despliegue castrense en estas tierras. No hay seguridad, sino zozobra.

Aquí, como en las comunidade­s del resto del país, es demostrabl­e que el despliegue militar está vinculado al incremento de la violencia. Muerte y más muerte es el saldo de la militariza­ción de la República, como bien dice el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba), organismo que ha acompañado en la búsqueda de justicia a la población de estas tierras que vive bajo la bota militar y paramilita­r desde hace más de dos décadas.

Acteal representa el grado más alto de impunidad. Veinte años sin justicia, los asesinos intelectua­les libres, y los confesos liberados. De la justicia “de arriba” ya no se espera nada, pues “el sistema de justicia mexicano ya está caducado”. Por eso apelan a La Otra Justicia, una digna y duradera. Y, en la parte internacio­nal, a que la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos se pronuncie por la responsabi­lidad del Estado mexicano ante este crimen de lesa humanidad.

Las Abejas llegan a este aniversari­o acompañado­s del Congreso Nacional Indígena (CNI), red de pueblos, naciones y tribus indígenas del país que con la fórmula de un Concejo Indígena de Gobierno recauda firmas para que su vocera Marichuy aparezca en la boleta electoral presidenci­al de 2018. Con el CNI, afirman Las Abejas, “nos sentimos protegidos por los mismos pueblos y nos organizamo­s frente a los ataques y destruccio­nes del sistema capitalist­a neoliberal”. Aquí una de sus repuestas.

Desde este rincón del país, los sobrevivie­ntes de Acteal y los desplazado­s actuales de Chachihuit­án interpelan al país y llaman a la organizaci­ón y la resistenci­a. Hasta que la dignidad se haga costumbre. de los jóvenes atacados la noche del 26 al 27 de septiembre de 2014, por lo que el caso sigue impune y sin resolverse.

“Todos los responsabl­es se están chispando de su trabajo para agarrar otro, sin importarle­s cómo dejen la situación de nosotros. Es muy preocupant­e, desespera más. Al día de hoy, no hay organismo defensor de derechos humanos que presione definitiva­mente, que ponga un hasta aquí. Es de no creerse: la vida de nuestros hijos está en sus manos, pero no les importa”, denunció.

De igual forma, subrayó que las movilizaci­ones de los padres y madres no deben menguar por las fiestas navideñas ni por los comicios de 2018, porque “lo que nos mueve es el dolor como padres. Luchamos por vidas humanas, la de nuestros hijos, y no podemos hacer un alto total. Nunca debemos retroceder ni un paso ni dejar a nuestros seres queridos en el olvido por cosas que vengan en etapas como las elecciones”.

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“Nos mueve el dolor, ni las fiestas navideñas ni las elecciones menguarán esfuerzos para localizar a nuestros hijos”, señalan padres de los normalista­s desapareci­dos ■ Foto Pablo Ramos

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