Meade frente a los trabajadores
eade es un excelente candidato porque no es del PRI como nosotros. No pertenece a partido político alguno; por lo tanto, es confiable.
Meade representa un cambio y va a mejorar la situación del país.
Meade es un servidor público que ha dado resultados y ha trabajado en favor de la gente.
Estos parecen ser los lineamientos de la presentación de José Antonio Meade como candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Todos ellos orientados a desviar la atención sobre un dato irrebatible: haber sido pieza clave en la desastrosa política económica, social y laboral impuesta en las décadas recientes, mismas que tienen postrada a la mayoría de las y los trabajadores del campo y de la ciudad.
Resulta evidente que la dificultad para “vender” al candidato es muy grande, porque la mayoría de los votantes, con un poco de memoria, saben que seguir con las políticas que ha promovido Meade, es suicida. Por ello, el PRI-gobierno prefiere poner el énfasis en algunas de sus supuestas cualidades personales, como el buen trato o la sencillez, que pueden ser ciertas, pero que para la población víctima de la situación actual, no les dice gran cosa.
Una de las preguntas que nos tendríamos que plantear es ¿Qué pueden esperar las y los trabajadores del candidato Meade?
Algunas respuestas podrían ser:
Que continúe con la política económica que ha incrementado la desigualdad y la pobreza, que aumentará el número de personas que no pueden comprar siquiera la canasta básica, empeorando aún más el actual escenario en el que 1 por ciento de la población acapara la mitad de la riqueza nacional.
Que siga con la actual política salarial, cuya precariedad es producto de las estrategias que Meade ha promovido. Sería muy difícil que reconociera que los salarios actuales no son suficientes para satisfacer las necesidades de una familia, cuando la Secretaría que encabezó se negó a incrementar el salario mínimo aún en el monto propuesto por el propio sector empresarial.
Que siga apoyando el monto de los salarios mínimos profesionales que se han mantenido prácticamente congelados en los últimos años. Sus representantes han afirmado hasta ahora que no conviene subirlos ya que esto impactaría en el resto de los salarios. Un antecedente de ello, es el caso de la negociación salarial del Sindicato de Trabajadores Administrativos de la Universidad Nacional Autónoma de México (Stunam) que es utilizado cada año por el gobierno como tope salarial; este año se otorgó 3.4 por ciento de aumento a partir del 1º. de noviembre, un porcentaje grotesco equivalente a la mitad de la inflación.
Que mantenga su política de máxima flexibilidad y precariedad laboral materializada en la reciente iniciativa de reforma a la Ley Federal del Trabajo que responde a su modelo de relaciones laborales sustentado en la supresión de los derechos colectivos de trabajo. ¿Negará Meade su responsabilidad en el intento de cancelar la estabilidad en el empleo y derechos básicos a través del outsourcing criminal que tanto ha promovido en otros espacios?
También podemos esperar que continúe aplicando las actuales políticas contra los trabajadores al servicio del Estado, quienes cuentan con salarios infames que sólo se aceptan por la falta de empleo o por la esperanza de una jubilación, beneficio que no será aplicable a los miles de trabajadores que ingresaron a trabajar después del año 2007, cuando se modificó la Ley del Issste. A todos los demás trabajadores, se les seguirán imponiendo las Afores, esas que Meade promovió en su paso por este sector. Afores que han secuestrado los fondos de los trabajadores para subsidiar