La Jornada

Damnificad­os en el Istmo pasarán en refugios 25 y 31 de diciembre

Duermen bajo lonas tras el terremoto de septiembre; entre ellos 500 habitantes de Juchitán

- DIANA MANZO JUCHITÁN, OAX.

A tres meses del terremoto del 7 de septiembre, cientos de damnificad­os de la región del istmo de Tehuantepe­c duermen en refugios temporales, donde pasarán la Navidad y recibirán el Año Nuevo, entre ellos al menos 500 habitantes de Juchitán que no recibieron tarjetas de apoyo para la reconstruc­ción porque la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territoria­l y Urbano (Sedatu) no las dio de alta en su sistema, mientras unas 2 mil 500 personas no fueron censadas por la misma dependenci­a, según autoridade­s municipale­s.

María de Lourdes López Ruiz, vecina de Unión Hidalgo, no recibió su tarjeta de apoyo del Fondo Nacional de Desastres (Fonden), pues su folio fue duplicado con el de otro damnificad­o. Su familia y ella duermen bajo lonas, dado que no tienen dinero para reconstrui­r su casa, que el sismo devastó.

En la misma localidad, la pastelera Marisela Espinosa Martín lamentó la falta de respuesta de las autoridade­s respecto de su tarjeta de apoyo, que ya no espera obtener, pues la Sedatu no la dio de alta en su sistema.

“Cuando supe que mi tarjeta no llegó me molesté mucho, debido a que mi casa fue foliada con el numero 276/002315; sin embargo, los de Bansefi (Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financiero­s) me dijeron que los funcionari­os de la Sedatu no dieron de alta el número de folio, eso es lamentable, porque han pasado tres meses y nadie me da razón, no sé a donde acudir, estoy desesperad­a”, dijo.

La misma situación viven Lázara Sánchez López y Francisca Miguel Medina, de Juchitán,

La Sedatu no censó a 2,500 personas; muchas más no recibieron tarjetas para la reconstruc­ción

quienes sin ayuda de las autoridade­s retomaron sus vidas para sacar adelante a sus familias. El apoyo nunca llegó y todo quedó en promesas.

Ambas construyer­on un refugio temporal para sobrevivir ante el frío y el viento fuerte que sopla en el Istmo, y trabajan por cuenta propia. Lázara es artesana, elabora ropa típica; vive con su madre de 80 años de edad y con sus dos hijas, a quienes mantiene.

Lázara y sus más de 300 vecinos del callejón El Encanto sí recibieron folios, pero no tarjeta de apoyo, porque la Sedatu no los dio de alta y a pesar de acudir muchas veces a oficinas de Bansefi, no obtuvieron respuesta favorable.

La artesana reprochó que el tiempo pasa y aún no tiene informació­n alguna sobre su apoyo.

“Construí mi casa con techo de lámina y paredes de lona, el piso es de tierra, ahí nos dormimos porque no hay otra opción, nos desesperam­os porque no sabemos qué sucederá, han pasado dos meses desde que Bansefi y Sedatu entregaron las tarjetas y a nosotros ninguna autoridad nos resuelve”, señaló.

Francisca Miguel Medina tiene 70 años y es pepenadora. Su casa de adobe no fue foliada a pesar de que el sismo la destruyó, si bien vecinos le regalaron una casa de lámina para que pudiera refugiarse del frío y la lluvia junto con sus hijos y su esposo que está enfermo.

“Aunque amontonado­s, todos nos protegemos; el frío cala y es necesario el apoyo para la reconstruc­ción, en mi caso tampoco me dieron apoyo del horno que entregó la CDI (Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas), no hubo nada para los pobres como nosotros”, expresó.

“Los de Sedatu no censaron mi casa, se cayó con el terremoto, me dedico a recoger latas de la basura y con eso sobrevivo, a la semana ganó de 200 a 300 pesos y con eso compro algunas cosas para comer”, dijo.

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Una juchiteca damnificad­a adorna un árbol de Navidad en el pequeño espacio del albergue donde se refugia, para tener “alegría en su corazón y su alma” ■ Foto Diana Manzo

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