Nancy, vida de maltrato y abuso desde el primer día
Aunque en los portales y folletos de agencias de empleo que colocan trabajadoras del hogar se muestran imágenes de familias amables y sonrientes, y empleadas contentas por realizar sus labores, esta representación idónea pocas veces coincide con la realidad.
En la mayoría de estas empresas, las trabajadoras domésticas son inexistentes a la hora de negociar su contratación y por ello una vez que son asignadas a una casa prácticamente las dejan a su suerte.
De acuerdo con información proporcionada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en la República Mexicana el trabajo del hogar remunerado emplea a 2.4 millones de personas, de las cuales alrededor de 95 por ciento son mujeres, y 75 por ciento gana menos del salario mínimo, peor aún, 96 por ciento no cuenta con un contrato y la mayoría carece de algún tipo de protección social.
“Lo que han visto las compañeras es que en las mismas agencias no conocen ni protegen los derechos de las trabajadoras del hogar”, dijo Marcelina Bautista Bautista, una de las secretarias generales colegiadas del Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar, creado en 2015.
Bautista Bautista dijo que hay empresas que fueron fundadas por personas que colocaron a amigas o que eran trabajadoras del hogar, pero desconocen el número de agencias que se dedican a brindar este servicio en México o la cantidad de empleadas del hogar que las utilizan para conseguir trabajo.
En algún momento, añadió, “quisimos hacer una red con las agencias, pero decían: “¿Verdad que no hay derechos para las trabajadoras del hogar?” Simplemente empezar con ese comentario es una muestra clara de que no hay mucha claridad o compromiso para asomarse a la ley y ver si estas personas tienen derechos y cuáles son”.
Ana Laura Aquino Gaspar, también secretaria general colegiada del sindicato, expuso que en estos espacios a las trabajadoras les cobran comisión por colocarlas, y a pesar de que dicen que los antecedentes de sus empleadas están Nancy hoy tiene 40 años de edad y 10 de ellos los ha dedicado al trabajo en el hogar remunerado, en dos ocasiones consiguió el empleo por medio de una agencia especializada.
La última vez, con May Service, empresa que actualmente ya no existe, fue contratada como recamarera por un matrimonio joven. Durante los seis años que estuvo ahí la carga de trabajo se incrementó en forma gradual, pero constante, y con ello también los maltratos. De la agencia de empleos no recibió ninguna clase de apoyo.
Cuando la contrataron le informaron que compartiría actividades con otra compañera. Sin embargo, desde el primer día a ambas les asignaron más trabajo. Su empleo al principio era de planta, descansaba únicamente los domingos, investigados, en muchas ocasiones no ocurre así; “llegan ahí sólo con una identificación oficial”.
No existe protección para ellas, alertó, porque a los empleadores después cambió a lo que se conoce con la figura “de entrada por salida”, se estipuló que el horario era de ocho a cinco de la tarde, pero éste no se cumplía, salía al menos a las 19:00.
El trato que recibió, expresó, fue muy malo. Señaló que prácticamente no tenían permiso “ni para ir a la tienda, a menos que los señores necesitaran algo”. Además, su compañera faltaba constantemente y ella “tenía que hacer su trabajo”.
Aunque terminaba muy cansada y molesta, no renunciaba porque pensaba en los beneficios económicos. “Dentro de todo no nos pagaba tan mal”, 10 mil pesos al mes.
El momento de quiebre fue cuando Nancy tuvo contacto con el Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar; donde le tampoco se les investiga. “Uno se expone. Ignoras a qué casa vas a llegar, no sabes si realmente los integrantes de la familia son confiables”. hablaron del contrato colectivo y de sus derechos como empleada. Ahí se le propuso que lo firmara “para que ya no tuviera esta dificultad en cuanto a los horarios y sus actividades”. En cuanto lo hizo, la despidieron.
Antes de irse de la casa los escoltas de la familia le revisaron el celular y sus pertenencias. “Les di permiso de que lo hicieran porque la señora dijo que de negarme, si ella quería, me podía acusar de robo”.
Con ayuda de la gente del sindicato logró que le pagaran su liquidación, aunque sólo le dieron lo correspondiente a dos años de trabajo; la tercera parte del dinero que le tocaba.
De la agencia de empleos no supo más: “La busqué y fue cuando me di cuenta que ya no existía”.
Cuando son colocadas, prácticamente “se desentienden de ellas, en el sentido de los derechos que puedan tener o darles seguimiento para saber si están bien o les gusta el trabajo, o si de verdad se está cumpliendo con lo que el empleador ofreció en un principio.”
A las agencias sólo les interesan las cuotas que ganan
Tampoco “cuentan con talleres para superación personal, ni siquiera para la enseñanza de sus derechos laborales, lo único de lo que se encarga la agencia es del negocio de colocación y, claro, del cobro de sus cuotas”.
Bautista añadió que muchas trabajadoras se han quejado también del modo en que operan, pues incluso cuando ya están colocadas en una casa, les piden estar atentas a sus teléfonos celulares en caso de que las necesiten para otro empleo.
Asimismo, Marcelina Bautista señala que los principales actos de violencia que llegan a sufrir las mujeres trabajadoras del hogar comienza con el exceso de la jornada de trabajo, debido a la falta de un un contrato “por lo que todos los demás derechos habrán de ser nulos y al final del día aquél estará interpretado desde la buena voluntad de las señoras que te ayuden en esto”.
Los horarios de trabajo, los descansos u otras prestaciones quedan normalmente a la disposición de quien las contrata. En muchas ocasiones, si son de planta, no les autorizan salir de la casa, salvo para actividades que les asignen.
No puedes llamarte como mi hija
Continúa con la discriminación. Bautista Bautista narró que hace un par de meses una de las afiliadas al sindicato fue contratada y su empleadora “la reconocía, le gustaba su trabajo y su actitud”, pero le dijo que no podía llamarse Silvia porque su hija tiene el mismo nombre.
De acuerdo con una investigación realizada por la organización civil Impunidad Cero, los tipos de violencia más comunes que padecen las trabajadoras del hogar son la sicológica, económica y sexual.
En México se emplea a 2.4 millones de personas en los hogares: oit Se calcula que 96 por ciento carece de contrato y prestaciones