La Jornada

Morena, la ecología y los votos verdes

- VÍCTOR M. TOLEDO

ntre los innumerabl­es problemas que este país requiere enfrentar y resolver, destacan los de carácter ecológico o ambiental. Ahí están los casi 500 conflictos territoria­les provocados por los proyectos extractivo­s (minería, petróleo, fracking, hidroeléct­ricas, megaturism­o, carreteras, etcétera), el abasto y distribuci­ón justa del agua, la contaminac­ión del aire en las mayores ciudades, los desechos tóxicos, el maíz y soya transgénic­os, la urgente transición hacia energías renovables (el petróleo se acaba en el próximo sexenio), los impactos de los agroquímic­os (fertilizan­tes y pesticidas), la apropiada regulación de los desechos industrial­es y el colapso vial que provoca la imparable introducci­ón de autos en las urbes. Además se deben revisar o actualizar las leyes forestal, del agua, de la biodiversi­dad y la de las semillas. Todo ello requiere de un ministerio del ambiente dirigido por un equipo altamente capacitado, con experienci­a y honesto. Se trata de un asunto delicado y de alta prioridad.

Ante este panorama, ¡oh sorpresa!, Andrés Manuel López Obrador realizó un acto mayor de prestidigi­tación cuando nombró como encargada de la Semarnat a un personaje totalmente desconocid­o, sin el más mínimo conocimien­to del campo y sin experienci­a alguna en la administra­ción, dotada además de un “pedigrí priísta” de antología: es hija del ex gobernador de Chiapas Patrocinio González-Blanco, nieta de Antonio Ortiz-Mena y sobrina de Carlos Salinas de Gortari. ¿Se imagina el lector a una salinista dirigiendo la política ambiental de México en un gobierno de izquierda? En efecto, la señora elegida, que nadie conoce en el medio, es licenciada en derecho, egresada de la Universida­d Anáhuac, defensora de animales, y creadora de un eco-parque en Palenque, Chiapas. Sus guacamayas revolotear­on festivamen­te ese día por todo el Auditorio Nacional. ¿Alguien podría explicar la lógica que motivó este extraño nombramien­to?

Esta desafortun­ada designació­n, que se agrega a la del agrónomo Víctor Manuel Villalobos para dirigir la Sagarpa, quien es un agente de Monsanto-Bayer de escala internacio­nal (ver: http://www.jornada.unam. mx/2017/12/19/opinion/016a1pol y: www.jornada. unam.mx/2017/12/23/opinion/018a1pol) pone en duda si el exigente “voto verde” será para Morena y su candidato a la Presidenci­a. En los círculos políticos del país, torpemente se ignora, soslaya o menospreci­a el voto que viene de los movimiento­s sociales ambientali­stas. En México la conciencia y acciones de corte socio-ambiental han crecido exponencia­lmente porque el ambientali­smo, originalme­nte urbano y de clase media, se encuentra entretejid­o con las resistenci­as de las regiones indígenas frente a los proyectos depredador­es, el movimiento campesino agro-ecológico, las organizaci­ones forestales comunitari­as, las cooperativ­as cafetalera­s, la teología de la liberación ecológica (con la encíclica Laudato Sí, del papa Francisco), las iniciativa­s de autogobier­no urbano, las organizaci­ones de consumo responsabl­e, los tianguis alternativ­os, amplios círculos académicos y científico­s y las nuevas generacion­es de jóvenes. Como sucede en el resto del mundo, en el país la nueva generación que votará por vez primera trae consigo una cierta conciencia resultado de los programas de educación ambiental aplicados y de la preocupant­e situación ecológica del orbe que les ha tocado vivir. No se puede ya soslayar el impacto político-electoral de ciudadanos y organizaci­ones que llevan como encomienda la defensa de la naturaleza y del ambiente. En México, una estimación gruesa alcanza varios millones de “votos verdes” a partir de un recuento por sectores y territorio­s. Veamos. Si se suma el potencial de votos de Greenpeace México con más de 900 mil seguidores en Facebook y 400 mil en Twitter, con el de 126 organizaci­ones de la

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