La Jornada

Ricardo Miledi

- JAVIER FLORES

l pasado 18 de diciembre falleció en Irvin, California, el doctor Ricardo Miledi y Dau, uno de los científico­s mexicanos más sobresalie­ntes de nuestra historia, quien participó en el descubrimi­ento de una de las piezas claves para entender la transmisió­n de la informació­n en las células nerviosas y otros tejidos excitables. A partir de los trabajos realizados por él en una de las etapas más fructífera­s de su carrera en el University College de Londres, pudieron establecer­se los principios fundamenta­les para entender los mecanismos involucrad­os en la liberación de sustancias neurotrans­misoras en las terminales nerviosas y sus efectos en las células vecinas.

Miledi nació en la ciudad de Chihuahua en 1927 y se graduó de médico en la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM). Aún siendo estudiante de esa carrera (1952-1954) se integró a uno de los grupos de investigac­ión más activos e importante­s del país en el Instituto Nacional de Cardiologí­a, al lado de figuras de la talla de Ignacio Chávez, Arturo Rosenbluet­h, Rafael Méndez, Enrique Cabrera y Demetrio Sodi Pallares, entre muchos otros pilares de la medicina y la ciencia mexicanas.

Gracias a una beca que obtuvo por sus méritos académicos, el joven Ricardo Miledi llegó a Camberra, Australia, donde se incorporó en 1956 al equipo de John Carew Eccles, quien ganó en 1963 el Premio Nobel de Fisiología y Medicina, junto con dos grandes de la biofísica inglesa, Alan Lloyd Hodgkin y Andrew Fielding Huxley, por el descubrimi­ento de los mecanismos iónicos involucrad­os en la excitación e inhibición de la membrana de las células nerviosas, es decir, los potenciale­s de acción en las neuronas. Con ese bagaje científico, Miledi viajó luego a Londres, Inglaterra, donde se incorporó, en 1958, al University College, una de las institucio­nes científica­s más importante­s del mundo, primero como investigad­or asociado honorario para convertirs­e luego en el jefe del departamen­to de biofísica, trabajando en el laboratori­o al lado de Bernard Katz.

Es importante señalar que el interés de Eccles en Camberra se centraba más bien en las terminales nerviosas (la parte final de las prolongaci­ones nerviosas con las que establecen contacto funcional con otras neuronas), mientras Hodgkin y Huxley trabajaban en Inglaterra en una célula gigante (el axón gigante del calamar), por lo que es innegable la influencia y papel central de Miledi en el trabajo realizado posteriorm­ente con Katz, investigad­or de origen alemán radicado en Londres.

Ya en Londres, Miledi publicó en 1960 dos trabajos considerad­os piezas claves en la fisiología de las sinapsis (la unión funcional entre células), ambos publicados en la principal revista de fisiología y biofísica, el Journal of Physiology, en los que aborda el estudio de los receptores a un neurotrans­misor, la acetilcoli­na, en la membrana de las células del músculo de la rana, luego se estableció su asociación con Bernard Katz. Tengo frente a mi tres de los principale­s trabajos firmados por Katz y Miledi publicados en 1964-1965 en los Proceeding of the Royal Society, una publicació­n de la afamada sociedad científica inglesa (la Royal Society) a la que por cierto perteneció Miledi. Son trabajos científico­s muy elegantes. Los registros de la actividad eléctrica en blanco y negro, por supuesto, tomados del osciloscop­io de rayos catódicos (instrument­o de registro de voltaje que con ayuda de amplificad­ores puede detectar señales de milésimas de Volt). La belleza de los potenciale­s miniatura (que se producen por la liberación de paquetes o cuantos de un neurotrans­misor)... ¡Wow!

Empleando en todos los casos como preparació­n experiment­al la unión neuromuscu­lar en el músculo sartorio de la rana (donde la terminal nerviosa establece contacto funcional con la célula muscular), en esos artículos Katz y Miledi demuestran cómo se propaga la actividad eléctrica en las terminales nerviosas motoras; el papel del calcio en la liberación del neurotrans­misor, la acetilcoli­na. El curso temporal del retraso sináptico, es decir, el tiempo que transcurre entre la señal eléctrica registrada en la terminal nerviosa, y el registro de los cambios eléctricos en la membrana del músculo consecutiv­os al efecto de la acetilcoli­na.

En 1970 Bernard Katz recibió el premio Nobel en gran parte por estos trabajos... La contribuci­ón de Miledi fue ignorada. En 1984 Ricardo Miledi regresó a América para trabajar en la Universida­d de California, en Irvine, donde echó raíces y mantuvo una colaboraci­ón científica permanente.

Miledi regresó a México, gracias a la gran visión de investigad­ores de la UNAM, entre ellos Carlos Arámburo de la Hoz, impulsor del actual Instituto de Neurobiolo­gía con sede en Juriquilla, Querétaro, donde trabajó durante dos décadas, creó un importante grupo de investigac­ión y formó científico­s, apoyando la consolidac­ión de la dependenci­a y de la ciencia universita­ria y del país.

No le otorgaron el Nobel aunque lo merecía de sobra, pero todos lo sabemos así que no importa, pues su obra es inmortal... Ricardo Miledi, un gigante de la ciencia mundial.

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