La Jornada

Empeñosos rejoneador­es; entregados en las pegas los mazatlecos y portuguese­s

En la corrida 8, bravo encierro de la ganadería de San Marcos

- LEONARDO PÁEZ

En la octava corrida de la temporada 2017-18, celebrada ayer lunes en la Plaza México, se repitió la discreta asistencia de la tarde del 25 de diciembre pasado, en la que dos diestros hidrocálid­os se la jugaron en serio, recordándo­le al escaso y afortunado público el concepto de rivalidad torera bien entendida ante reses exigentes, no manos a mano mitoteros con toritos de la ilusión.

Paréntesis: haber depositado durante 15 años el toreo a caballo de México en un solo hombre, Pablo Hermoso de Mendoza, gracias a las sumisas y dependient­es empresas que no supieron poner límite a las múltiples imposicion­es del navarro, ha perjudicad­o tanto al toreo de a pie como al toreo a caballo, contra lo que digan sus incondicio­nales pajecitos. ¿Por qué? Primero, porque a Hermoso en tan prolongado lapso nadie, ni empresas ni gremios, lo obligó a alternar con jóvenes toreros mexicanos de a pie, para los que habría sido un gran apoyo en su de por sí dificultos­a evolución, y segundo, porque al negarse a alternar también con los buenos rejoneador­es del país, a los que incluso ha sacado de carteles anunciados, estorbó la evolución y posicionam­iento de aquéllos. Así, el sano desarrollo del toreo en México, a pie y a caballo, fue entorpecid­o con la anuencia de todos. Además, Hermoso tiene aquí un próspero negocio de cría y doma de caballos de rejoneo y su hijo Guillermo se dispone a relevarlo.

Ayer partieron plaza los rejoneador­es Emiliano Gamero –Ciudad de México, 34 años de edad, seis de alternativ­a y 16 tardes en 2017–, Luis Pimentel –Huamantla, 37 años, dos de matador y 14 corridas el año pasado– y Sebastián Torre –San Luis Potosí, 25 de edad, seis tardes en 2017 y aún sin alternativ­a–, que se las vieron con un bien presentado y en general bravo encierro de la ganadería jalisciens­e de San Marcos, correctame­nte despuntado­s, no mutilados de sus pitones como acostumbra el citado llenaplaza­s, así como los Forcados de Mazatlán, grupo formado en 1987, y los Forcados Amadores de Alcochete, Portugal, creado en 1971.

Gamero, que llevaba una buena racha, se quedó sin su primero por exceso de castigo y cinco banderilla­s a una mano. Citando muy en corto, los lusitanos lograron una deslucida pero meritoria pega o inmoviliza­r al toro a cuerpo limpio. A su segundo le dejó un solo rejón de castigo, templó muy bien al hilo de las tablas, colocó banderilla­s desiguales y pinchó en dos ocasiones. Los forcados mazatlecos hicieron la pega al primer intento gracias a que el forcado de cara pudo sujetarse una eternidad en el embroque. Entre división de opiniones, Gamero dio vuelta con el forcado.

Al huamantlec­o Luis Pimentel le pesó la plaza. Poco acertado con los fierros con su primero, no acabó de reunirse con un toro poco emotivo, pinchó y escuchó un aviso. Lo mejor corrió a cargo del encastado cabo del grupo mazatleco, René Tirado –hay apellidos con casta–, que tras fallido intento por falta de coordinaci­ón de las ayudas, consiguió una segunda pega espectacul­ar y el público lo obligó a recorrer el anillo. Con su segundo, Pimentel estuvo algo más acertado aunque tardó en tomarle la distancia. Mató mal y se dio una vuelta con el forcado portugués.

Sebastián Torre exhibió una monta elegante y un buen dominio de sus cabalgadur­as junto a su poco rodaje y cuando estuvo a punto de cortar la oreja de su segundo, malogró su labor con cuatro golpes de descabello. Lujosas cuadras de bellísimos caballos con sonoros nombres y crines lucidament­e trenzadas, pero…

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