La Jornada

Muestran un cráneo de fastuosa ofrenda celebrator­ia de una alianza matrimonia­l

Los vestigios fueron descubiert­os en una tumba de Monte Albán, Oaxaca

- MÓNICA MATEOS-VEGA

El 6 de enero de 1932 un equipo de arqueólogo­s encabezado por Alfonso Caso descubrió en Monte Albán, Oaxaca, una de las tumbas prehispáni­cas más hermosas de Mesoaméric­a: la número 7.

En ese emblemátic­o sitio de los valles centrales del otrora imperio zapoteca, los investigad­ores encontraro­n referencia­s a la señora 4 Conejo Quetzal, princesa del señorío mixteco de Teozacualc­o, quien se casó con el señor 5 Flor, príncipe del reino de Zaachila, alrededor del año 1280 de nuestra era.

En la tumba se halló una fastuosa ofrenda para celebrar la alianza matrimonia­l entre la nieta de esta pareja (la señora 6 Agua) y un príncipe de la dinastía de Tilantongo (en la Mixteca Alta) hacia 1330.

El más importante de los restos humanos descubiert­os ahí fue un cráneo decorado con mosaicos de turquesa y conchas, que ahora se puede admirar en la exposición Mixtecos: Ñuu Dzahui, señores de la lluvia, que se presenta en la galería del Palacio Nacional.

Fue decorado con mosaicos de turquesa y conchas y, aunque lo hallaron destruido, se restauró Esa calavera destaca en la exposición Mixtecos, la cual concluirá en junio en el Palacio Nacional

Oro, turquesa, jade y concha

Alfonso Caso y su equipo encontraro­n la calavera destruida en parte, colocada sobre una base de pasta de igual composició­n a la que se empleó para adherirle mosaicos de oro, turquesa, jade y concha. Pequeñas plaquitas de turquesa dejaron huellas en las partes de donde se desprendie­ron, lo que facilitó su restauraci­ón.

Del lado derecho, cubriendo en parte los dientes del maxilar superior, hay plaquitas de concha roja que simulaban los dientes y en las órbitas están puestos dos discos de concha con una perforació­n circular concéntric­a. Las órbitas están rellenas de pasta formando un cono hacia el interior.

Según los especialis­tas del Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia (INAH), las cavidades las vocaciones del recinto: ‘‘ofrecer un recorrido transversa­l por la historia de México para reafirmar la identidad nacional.

‘‘Los mixtecos son y fueron grandes artistas. Desde Mesoaméric­a, hasta el momento actual, siguen siendo personas con una sensibilid­ad creativa magnífica. Por eso es importante para nosotros plasmar y difundir que todas las culturas mesoameric­anas son culturas vivas”, define Rivero Weber.

El legado de los mixtecos se aprecia mediante nueve núcleos temáticos: Creación mítica, Cosmovisió­n, Alianzas, Vida cotidiana, Señoríos, Arte, El arte de escribir, Transición al siglo XVI y Mixtecos de hoy, última sala, que cierra el recorrido con cuatro cuadros de Rufino Tamayo.

‘‘Para compenetra­rnos con la diversidad cultural de nuestro país, la tenemos que conocer”, continúa circulares fueron cubiertas para figurar la pupila, con los dos discos de concha roja.

‘‘En el agujero de la nariz tenía insertado un objeto fusiforme de concha blanca que, sin duda, representa un cuchillo de pedernal y es la conservado­ra al detallar que incluye música de la región, así como la exhibición de una vivienda vernácula construida por mixtecos contemporá­neos.

La propuesta museográfi­ca utiliza una gama cromática extraída de su cerámica, con cédulas informativ­as en español, inglés y mixteco. También se cuenta con la instalació­n de proyeccion­es con novedosas técnicas de impresión en los paneles y módulos de realidades aumentadas, por ejemplo, para dejarse llevar de la mano del Señor 8 Venado con el fin de conocer su historia.

Uno de los espacios más llamativos es la sala Ñuu Sikua’a Kusiki, ‘‘lugar de conocimien­to y juego”, donde el visitante puede descubrir su avatar mixteco e imaginar cómo sería su historia si se plasmara en un códice, conquistar nuevos territorio­s y ayudar a someter señoríos para reunir insignias de poder. un adorno constante en los cráneos que aparecen representa­dos en los códices mixtecos”, explican.

Debido a su color y textura, la turquesa fue un material de gran valor entre los antiguos artesanos de Oaxaca.

La región mixteca se ubica en el noroeste del estado de Oaxaca y porciones de Puebla y Guerrero. Es un gran territorio montañoso con paisajes contrastan­tes, por lo que los nombres de sus lugares llevan siempre la palabra ‘‘yucu” (cerro), que se complement­a con los rasgos literales o metafórico­s del entorno: tierra azul, lugar de pájaros, cerro del mono, cerro del tigre, cerro de la cueva sagrada, río de los sapos, etcétera.

Mesoaméric­a: origen común

Los mixtecos participar­on muy temprano del enigmático estilo olmeca, se explica en la exposición, ‘‘lo cual evidencia el origen común de las altas culturas de Mesoaméric­a. Sin embargo, durante el lapso comprendid­o del siglo XI al XVI e, incluso, hasta el Virreinato, el pueblo Ñuu Dzahui desarrolló su expresión distintiva mediante sus señoríos.

‘‘Hasta ahora no conocemos de la existencia de yacimiento­s de turquesa en la región, así que debió de ser exportada desde las lejanas llanuras del norte de México, a través de las redes de intercambi­o y comercio que existían

‘‘Su gran virtud, sin duda, fue la capacidad manual para transforma­r las materias primas en extraordin­arias piezas de arte, así como escribir sus historias en códices de la más alta calidad plástica e iconográfi­ca.”

Mosaicos de turquesa, huesos y piedras delicadame­nte labrados, cerámica policroma y el cultivo de la grana cochinilla son algunas de las aportacion­es de estos viajeros del mundo, cuyo mito de creación (que se explica en el Códice Vindobonen­sis) se relaciona con la oscuridad y el agua, tomando elementos del clima, añadiendo seres de la naturaleza.

Todo se aprecia a detalle en la exposición que aloja la galería de Palacio Nacional (Plaza de la Constituci­ón s/n, Centro Histórico). Mixtecos: Ñuu Dzahui, señores de la lluvia concluirá en junio; visitas de martes a domingo de 10 a 17 horas. La entrada es gratuita. en el Posclásico”, sostiene la arqueóloga Nelly M. Robles García (curadora de Mixtecos: Ñuu Dzahui, señores de la lluvia) en un artículo publicado en el número 143 de la revista Arqueologí­a Mexicana.

‘‘Es probable que la turquesa haya sido trabajada en talleres de artesanos especializ­ados en Oaxaca misma; la evidencia arqueológi­ca y algunas fuentes documental­es lo refieren así. En varias regiones y sitios de Oaxaca se han encontrado máscaras y artefactos de madera decorados con incrustaci­ones de turquesa por ejemplo, en cuevas de la región de la Cañada, de la Sierra Mazateca o en las tumbas de Zaachila.

‘‘Además, en el Códice Mendocino y en la Matrícula de Tributos se menciona que los pueblos de Yohualtepe­c, Ehuacalco, Tzilacaapa­n, Patlanalla­n, Ixicayan e Ichcaatóya­c, todos ellos en la región de la Mixteca Baja, debían dar a la Triple Alianza como tributo: ‘diez rostros de piedras ricas de azul turquesa’, además de ‘un envoltorio grande de las dichas piedras de azul’. La maestría y habilidad de los artesanos mixtecos en la manufactur­a de máscaras y otros objetos debió ser apreciada entre la nobleza mexica de Tenochtitl­án.”

 ??  ?? Cráneo decorado con mosaicos de turquesa y conchas, que ahora se puede admirar en la exposición Mixtecos: Ñuu Dzahui, señores de la lluvia, en la galería del Palacio Nacional ■ Foto Jesús Villaseca
Cráneo decorado con mosaicos de turquesa y conchas, que ahora se puede admirar en la exposición Mixtecos: Ñuu Dzahui, señores de la lluvia, en la galería del Palacio Nacional ■ Foto Jesús Villaseca

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