LA FALSA REFORMA EDUCATIVA EN EL COLEGIO DE BACHILLERES
La reforma constitucional y sus leyes educativas secundarias expedidas en 2013, destruyeron de un plumazo los procedimientos de ingreso, permanencia, promoción y estímulos del personal académico construidos en los más de 40 años que tiene la institución. No se respetó su carácter descentralizado ni éste fue defendido por sus directivos. Ahora el presupuesto es insuficiente para contar con la infraestructura, el banco de horas y la formación docente indispensables y solo 3 por ciento de los alumnos que ingresa a bachillerato nos colocan como primera opción.
La precarización de las condiciones económicas y laborales de los profesores incluye su despido, la disminución de salario, la inseguridad en el empleo, la disminución de horas clase y la alteración de turnos y horarios, mientras se realizó obra pública en diversos planteles a la usanza más clásica de la inversión gubernamental: derroche u obra no necesaria o que permanece en desuso por su pésima calidad o inadecuada planeación.
Después de los sismos se ocupan espacios prestados, son insuficientes e inadecuados para impartir clases e inseguros para la comunidad con la consecuente disminución del tiempo de clases.
El colmo es que el 6 de febrero iniciamos el semestre con un nuevo modelo educativo (que otra vez disminuye contenidos) para el que nos prepararon para las habilidades socioemocionales ¡durante una semana! Con talleres y materiales inexistentes, o insuficientes e improvisados. No son estas las condiciones para disminuir la deserción y mejorar el aprovechamiento escolar.
En este mundo al revés, quien estaba obligada a evitar este desastre, Sylvia B. Ortega Salazar, recibió como premio por su labor en el Colegio de Bachilleres la Subsecretaría de Educación Media Superior. No podemos permanecer impávidos y convocamos a la comunidad del colegio a trabajar para su reconstrucción. la calle o ser “adoptados” por el narco.
Pero un debate como el que propone Mikel Arriola es necesario para la reflexión social sobre los derechos de los infantes, por encima de los de cualquier sector. Debates de ese tipo deberían incluir también la opinión de niños y jóvenes que prácticamente nunca escuchamos.