En la morfología de las alas, el secreto de los colibríes
Un nuevo estudio revela que los colibríes deben la agilidad única con la que vuelan, moviendo sus alas a gran velocidad, a la capacidad muscular y la morfología del ala.
La científica Roslyn Dakin, del Instituto Smithsoniano de Conservación Biológica del Centro de Aves Migratorias, y sus colegas estudiaron miles de aceleraciones, rotaciones y giros de más de 200 colibríes en 25 especies.
Los pájaros volaron al azar en un área cerrada, mientras un sistema de rastreo de ordenadores registró sus movimientos. De manera sorprendente, las diferencias entre las especies fueron lo suficientemente distintas como para que los autores clasificaran correctamente las especies en 34 por ciento de los casos, basándose únicamente en sus pautas de maniobra, lo que indica que las diferencias entre especies en el estilo de maniobra son sutiles pero significativas.
La capacidad muscular se asoció con una mejor desaceleración, la aceleración en un instante y las rotaciones hacia arriba, según detallan los autores en un artículo publicado en Science. La carga del ala, que es la relación del área de ésta en comparación con la masa corporal, se vinculó con un mejor movimiento de rotación y giros en general.
Dado que se encontró que la capacidad muscular es el rasgo primario a nivel de especie relacionado con las aceleraciones, los autores sugieren que los cambios desarrollados en esa habilidad pueden ser capaces de compensar el tamaño relativamente pequeño de la extremidad.
“Podría hacerse la pregunta al revés y decir que Estados Unidos ha pensado ahora en utilizar la EEI más allá del año acordado”, apuntó. Los estadunidenses siempre dejaron claro que querían dar un uso más comercial a la estación, afirmó Wörner. “Pero eso estará apoyado con medios públicos también después del plazo, se puede partir de esa base”, añadió.
“Nosotros también intentamos eso desde el lado europeo”, señaló citando a la plataforma Bartolomeo, diseñada para experimentos comerciales en la parte exterior del laboratorio Colombus que tiene la ESA en la EEI.
Respecto de lo que señala The Washington Post, Wörner ve algunas cuestiones abiertas, como si una empresa se haría cargo de las obligaciones de Estados Unidos en el acuerdo interestatal sobre la estación. “Es difícil”, advirtió.
“Ya veremos si realmente se transfiere a manos privadas. No lo creo”, expresó. En todo caso, Wörner aseguró que si las cosas ocurrieran así “no sería un desastre”.
Quiere una “central que orbite la Luna”
La propuesta de Trump tiene como trasfondo que Estados Unidos se plantea objetivos más lejanos y una nueva estación que orbite la Luna. Sin embargo, Wörner cree que sigue siendo necesario tener la posibilidad de realizar experimentos en la órbita cercana a la Tierra. “Después de 2024 seguiremos necesitando probar la ingravidez en órbitas cercanas a la Tierra”, apuntó.
En el caso de los experimentos con materiales, es posible hacerlo con sistemas no tripulados, señaló Wörner, pero que sigue siendo necesario realizar pruebas para las misiones de los astronautas; por ejemplo, para investigaciones médicas. “Si hoy se empezara de nuevo, posiblemente no se construiría una estación tan grande”, apuntó.
Según Wörner, todavía hay que negociar durante cuánto tiempo seguirá utilizándose la EEI. En el caso de la ESA, el asunto se abordará seguramente en el Consejo Ministerial del próximo año.