MÉXICO SA
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espués se queja, reiteradamente, del “irracional enojo social”, y de los “irritantes, duros y lapidarios” señalamientos, porque los mexicanos parecen “no tener memoria de dónde nos encontrábamos hace seis años”, frases todas ellas pronunciadas por el mismísimo inquilino de Los Pinos, a quien de plano no le cae el veinte de cuál es la situación real del país.
De acuerdo con la versión oficial, la culpa es de los “ciegos” e “insensibles” mexicanos, quienes desde mucho tiempo atrás sufren en carne propia los nocivos efectos del sistema y su depredador modelito económico (léase 35 años de más de lo mismo; seis sexenios de mal en peor).
Bien, pero ¿“dónde nos encontrábamos hace seis años” y dónde ahora? El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) actualiza la información y ofrece una numeralia (con base en el comportamiento del Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza – ITLP– y otros indicadores) que ayuda a entender quién es quién en eso del “irracional enojo social”.
Del cuarto trimestre de 2016 al mismo lapso de 2017, el poder adquisitivo del ingreso laboral disminuyó 2.5 por ciento (de mil 711.62 a mil 669.31 pesos), con lo que dicho indicador resulta 7 por ciento inferior, en términos reales, al que registró 12 años atrás (enero-marzo de 2005).
El porcentaje de la población con ingreso laboral inferior al costo de la canasta alimentaria aumentó de 40 a 41 por ciento entre el cuarto trimestre de 2016 e igual periodo de 2017, con lo que este indicador resulta 18 por ciento mayor al reportado 12 años atrás, es decir, un mayor número de mexicanos no tiene con qué adquirir dicha canasta.
El Coneval detalla que el citado aumento (de 40 a 41 por ciento) “revirtió las disminuciones observadas durante 2016, que habían sido resultado de una baja inflación, para posicionar el indicador en un nivel similar al observado en el segundo trimestre de ese año. La explicación de este aumento en la población con un ingreso laboral inferior a la línea de bienestar mínimo radica principalmente en un aumento del valor de la canasta alimentaria de 9 por ciento en zonas urbanas y 8.7 por ciento en zonas rurales en este periodo, así como por una disminución en el ingreso laboral real de 2.5 por ciento anual en este periodo”.
La institución señala que “durante el cuarto trimestre de 2017 se ‘redujo’ el porcentaje de la población con ingreso laboral inferior al costo de la canasta alimentaria (aquella que aun si hiciera uso de todo el ingreso laboral disponible en el hogar no podría adquirir los bienes de la canasta alimentaria), de 41.8 a 41 por ciento, derivado de un incremento en el número de ocupados en los estratos socioeconómicos de menores ingresos”. Sin embargo, sólo aumentó la generación de plazas de entre uno y dos salarios mínimos, al tiempo que se cancelaron aquellas que pagan mejor (más de dos y hasta cinco salarios mínimos). Por si fuera poco, durante el cuarto trimestre de 2017 más reciente reporte del Coneval, pero existe mucha más información que documenta el constante deterioro del nivel de bienestar de los mexicanos, algo que ni lejanamente es reconocido en Peñalandia en donde (como antes en Foxilandia y Calderolandia) todo, absolutamente todo, es color de rosa.
Entonces, dado lo anterior, ¿quiénes deben estar socialmente “irritados” y quiénes son “irracionales”? ¿El inquilino de Los Pinos y sus corifeos, o los que padecen las nefastas consecuencias de un modelo económico depredador y la voracidad de la clase política que a lo largo de tres décadas y media lo ha defendido a capa y espada? Hagan sus apuestas.