Trump y Corea: una oportunidad histórica
espués de más de un año de crecientes zozobra y angustia por la retórica belicista entre los líderes estadunidense y norcoreano, esta semana se abrió una oportunidad histórica para la desnuclearización de la península de Corea y la consiguiente distensión entre las referidas partes involucradas y Corea del Sur, Japón, China y Rusia. La confirmación por parte de Estados Unidos de la posible reunión Trump-Kim ha sido efectivamente saludada por la comunidad internacional como un avance trascendental, si bien los actores han expresado diversos grados de entusiasmo o escepticismo.
Como sucede con casi todas las buenas noticias que llegan de Washington en los meses recientes, ésta no tardó en ser seguida por varias cubetadas de agua fría que deben tomarse en cuenta durante el ulterior desarrollo de los acontecimientos. Por un lado el vicepresidente, Mike Pence, y la vocera de la Casa Blanca, Sarah Sanders, condicionaron el cambio de política hacia Pyongyang e incluso la reunión entre los mandatarios a pasos “creíbles, verificables y concretos” en el abandono del programa nuclear norcoreano. Por su parte, el principal funcionario de inteligencia estadunidense, Dan Coats, expresó su escepticismo acerca de que los acercamientos recientes constituyan siquiera un avance.
Además de tales anticipos sobre los condicionamientos y carencia de voluntad política a los que se verá sometido el diálogo entre estas naciones, que oficialmente se encuentran en guerra desde 1950, toda expectativa de resultado satisfactorio se ve limitada de manera irremediable por el carácter del inquilino de la Casa Blanca. En efecto, si se considera que hace apenas unas semanas Trump amenazaba con el uso de sus propias capacidades atómicas contra