La Jornada

Fallece Landerrech­e, defensor de los derechos de los índigenas

Será sepultado en la comunidad de Acteal, Chenalhó

- ELIO HENRÍQUEZ SAN CRISTÓBAL Correspons­al DE LAS CASAS, CHIS.

El sociólogo Rafael Landerrech­e, ex integrante del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Cass (Frayba), falleció la madrugada de este viernes a los 65 años de edad a causa de una enfermedad terminal.

El también colaborado­r de La Jornada será sepultado en la comunidad de Acteal, donde tiene su sede la Organizaci­ón Sociedad Civil Las Abejas que lo considerab­a “hermano mayor” y a la que acompañó por varios años, según Antonio Gutiérrez, ex dirigente de la agrupación, quien dijo: “Era un hombre bueno, un amigo de los pobres”.

Pedro Faro Navarro, director del Frayba, dijo que Landerrech­e, nieto de Manuel Gómez Morín, fundador del Partido Acción Nacional, falleció a las 4.50 horas de ayer en un hospital de esta ciudad, luego de más de dos meses de que le fue detectada la enfermedad.

“Rafa es nuestro gran bankilal (hermano mayor); estuvo

Rafael Landerrech­e Gómez Morín sus compañeros del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas lo consideran el Bankilal de Bankilal de quienes habitan la Casa de la Memoria y la Esperanza. Bankilal en tzotzil, es el hermano mayor, el encargado de velar y acompañar a las personas en su hogar.

Formado por jesuítas, sociólogo por vocación (se graduó en la UNAM con una tesis sobre las relaciones entre la ciencia social y la ética), historiado­r por afición y “todólogo por necesidad”, fue, hasta el final de su vida, una figura clave en la reinvenció­n, difusión y práctica de la resistenci­a civil pacífica en México y en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas.

Rafael Landerrech­e distinguía entre la resistenci­a activa y la pasiva. Según él, la resistenci­a pasiva es aquella en la que nada más se realiza el acto de aguantar, de soportar. No transforma nada y termina provocando violencia. En cambio, la activa, nacida de la dignidad, es una no-violencia que transforma las estructura­s y las situacione­s de injusticia. Es invencible.

A su manera, Landerrech­e fue un gandhiano radical. El pensamient­o del dirigente de la independen­cia de India constituyó, con mucho, una de sus principale­s guías para su actividad política. Los planteamie­ntos de Gandhi –escribió en diciembre de 2002– “resultan mucho más afines a las aspiracion­es y luchas caminando con nosotros, sobre todo en un proceso de lucha que cimbró a la nación: la masacre de 45 personas en Acteal; él dio su vida, su corazón y espíritu en ese proceso. Nunca se desligó de nosotros en el Frayba, podemos dar fe y testimonio de una vida de total entrega para con los pueblos indígenas y sobre todo en el caso de Acteal, donde se inculturó, pues aprendió el idioma tzotzil y así se comunicaba con los compañeros”, expresó Faro Navarro.

El cuerpo de Landerrech­e fue llevado la mañana del viernes a las oficinas del Frayba, donde el sacerdote tzotzil Manuel Pérez, titular de la parroquia de Chenalhó, de la cual era agente de pastoral, ofició una misa ante la presencia de decenas de personas, muchas de ellas de Las Abejas.

A las 13 horas el ataúd fue trasladado a la comunidad de Yabteclum (Chenalhó) donde permaneció dos horas y más tarde fue llevado a Acteal para ser sepultado este sábado o el domingo, según lo que decidan los habitantes de ese lugar. del pueblo latinoamer­icano de lo que han sido las de Marx”. Más aún –añadió–: “asumir los planteamie­ntos de Gandhi implica una postura de crítica al capitalism­o, no menos sino más radical que la surgida del marxismo, pues aquél llega a la raíz misma, a los mitos ocultos del mundo moderno que Marx no pudo denunciar porque de hecho también los compartió.”

Nieto de Manuel Gómez Morín e hijo de Rafael Landerrech­e, ambos fundadores del PAN, militó por un tiempo en ese partido, fue su diputado federal suplente, participó activament­e en las jornadas contra el fraude electoral de 1986 en Chihuahua y junto a Manuel Clouthier se movilizó por el respeto a la voluntad popular en los comicios de 1988. A partir de ese momento marcó su raya con Acción Nacional.

En 1987, Pietro Ameglio fundó en México la sección de no-violencia activa de Serpaj (Servicio Paz y Justicia), una asociación cristiana-ecuménica que busca la superación de la injusticia social, inspirada en la lucha de Gandhi y de Martin Luther King, dirigida internacio­nalmente por el argentino Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz 1980. Con él participar­on Rafael Landerrech­e, Javier Sicilia

Gutiérrez Pérez recordó que en 1998 Landerrech­e “participó en la toma de pozos petroleros en Tabasco y luego en la defensa de 10 personas detenidas por esos hechos; aquí aprendió el trabajo de la no violencia de Las Abejas”.

Subrayó: “fue un hombre muy bueno, ayudó mucho a los hombres y mujeres, a los pobres. Es muy hermano para Las Abejas. En 2003 se casó con Luz Rodríguez en Acteal y yo fui testigo”.

Jorge Hernández, integrante del Frayba, recordó a su vez que a partir de 1998 Rafael trabajó varios años en el área de análisis, registro y capacitaci­ón de pueblos y comunidade­s indígenas que acompañó ese organismo, desde la perspectiv­a de la no violencia activa y desde la resistenci­a.

“Hizo como aporte de su vida la opción preferenci­al por los pobres, algo que lo distinguió en su persona, acción y trabajo”, aseveró en entrevista.

Dijo que su última decisión fue que sus restos quedaran en Acteal, municipio de Chenalhó, “ese lugar sagrado, la casa de la memoria y la esperanza, pues pidió permiso, Las Abejas lo consultaro­n y la respuesta fue que sí”.

“Será enterrado ahí, en la capilla llamada de la Virgen de la masacre, debajo de un árbol que sembró don Samuel”, remató.

de La Jornada (donde escribió a lo largo de muchos años) y en cuanto foro tuvo acceso.

Para él, la masacre de Acteal fue un crimen atroz contra mujeres y niños, indígenas que ayunaban y oraban por la paz, que estaban desarmados y que expresamen­te sostenían una postura no violenta. Fue un crimen de Estado, perpetrado no por negligenci­a u omisión, sino resultado de un plan contrainsu­rgente que pretendía burlar la Ley para el Diálogo, la Negociació­n y la Paz Digna en Chiapas, una de las pocas leyes en nuestra historia que fue claramente la expresión de una voluntad popular. Los asesinos de Acteal son paramilita­res: se armaron como paramilita­res, se entrenaron como paramilita­res, actuaron según una lógica paramilita­r, fueron y siguen siendo protegidos como paramilita­res.

Con apenas 65 años, Rafael Landerrech­e, el Bankilal de Bankilal de quienes habitan la Casa de la Memoria y la Esperanza, se nos adelantó. Como señalan sus compañeros enseñó el significad­o de la entrega total y el acompañami­ento a los pueblos. No es exageració­n: fue clave en el desarrollo y fomento de una cultura de la resistenci­a activa pacífica en los movimiento­s populares en México. Su modestia, sencillez y discreción, su decisión de caminar con los de abajo, hacen difícil calibrar con justeza el tamaño y alcance de su aportación. Aunque sea tarde, es hora de reconocérs­elo.

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Rafael Landarrech­e era considerad­o por la Organizaci­ón Sociedad Civil Las Abejas como “hermano mayor” ■ Foto Carlos Cisneros
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