Rafael Landerreche, el Bankilal
y Myriam Fracchia.
En 1991, Rafael acompañó a Andrés Manuel López Obrador en el Segundo Éxodo por la Democracia, y, más adelante, previo a la realización de las elecciones para gobernador de la entidad en 1994, impartió en Tabasco, como parte del Codehtab y de Serpaj, talleres de resistencia civil pacífica. No tardaría en llevar a la práctica sus enseñanzas sobre la no violencia. Después de documentar el escandaloso fraude en favor del priísta Roberto Madrazo y demostrar con cifras cómo se manipuló el padrón electoral, puso el cuerpo por delante para tratar de evitar la entrada del nuevo gobernador al Palacio de Gobierno. Pagó caro la osadía. Entre gases lacrimógenos y piedras, un golpeador del grupo de choque madrazista le propinó un salvaje batazo por la espalda. No quedó ahí la cosa, en 1997 fue apresado por tres horas, acusado falsamente de atropellar a una persona, como represalia por su participación en la lucha de Vernet, Macuspana, en contra de Pemex.
Poco después, ya en Chiapas, muy cerca del obispo Samuel Ruiz, Landerreche se integró al Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas y colaboró con un proyecto educativo en Chenalhó, en el que participaron varios de los hijos de los asesinados en la masacre de Acteal del 22 de diciembre de 1997. Desde entonces caminó inseparablemente junto a Las Abejas.
Ante el estancamiento del proceso de paz en Chiapas consideró que era pertinente y valioso abrir la imaginación a nuevas formas de lucha no violenta. Desde su trinchera en Acteal promovió un fructífero diálogo entre el gandhismo y el zapatismo.
Como educador popular, Rafael se alejó del paternalismo como si fuera la peste. Consciente de que en nombre de la educación y el desarrollo se despoja a los de abajo (especialmente a los indígenas) de su riqueza, sostuvo que había que bajar de la Torre de Marfil e ir al pueblo no a enseñar sino a dialogar. La solución –decía– está con los de abajo, con su creatividad, solidaridad y generosidad.
Acteal le dolía hasta lo más profundo del alma. La excarcelación de los asesinos materiales por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y el que los responsables intelectuales del crimen, como el presidente Ernesto Zedillo, no fueran juzgados, lo indignaba. Una y otra vez lo denunció en las páginas