La Jornada

‘‘El crimen sin castigo’’ reina en México

David Toscana habla de su novela más reciente publicada por Alfaguara

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Como en el caso del asesinato del periodista y escritor Javier Valdez Cárdenas (1967-2017), correspons­al de La Jornada en Sinaloa, en la mayoría de los crímenes ocurridos en México ni siquiera hallar al culpable es satisfacto­rio, pues ‘‘aunque paguen los responsabl­es inmediatos, son las piezas menos importante­s dentro del aparato: predomina el crimen sin castigo”, sostiene David Toscana, a propósito de su novela Olegaroy, recienteme­nte publicada.

Esta narración se acerca mucho a la realidad del país, donde existe ‘‘la impunidad, la incompeten­cia para investigar un crimen y la falta de voluntad. Y en ciertas ocasiones, también puede valer el ingenio del criminal para salirse con la suya”, explica el escritor en entrevista con La Jornada.

Una clave de Olegaroy (Alfaguara) es el epígrafe de Simon Berkovitz: ‘‘Una novela no es para encontrar al asesino; es para encontrar al hombre”. En su novela, Toscana (Monterrey, 1961) propone ‘‘meter profundame­nte” a su lector en un mundo de preguntas sobre la justicia, la existencia, la vida, la muerte, el infinito y lo bello, pues ‘‘toda novela debe llevar a la filosofía’’.

‘‘Siempre que leemos una novela, nos provoca filosofar. Crimen y castigo, de Fiodor Dostoievsk­i, hace cuestionar­te sobre el bien y el mal: si alguien puede matar sin consecuenc­ias, si la moral es relativa y si cada persona tiene derecho a cosas distintas”.

Mundo de preguntas para el lector

La premisa de su novela, continúa Toscana, era escribirla de tal forma que ‘‘las cosas que van ocurriendo lleven al narrador a cuestionar­se, no para evitar que el lector lo haga, sino que éste llegué a un segundo nivel de interrogan­tes, pues tiene el evento y unas preguntas.

‘‘La filosofía nunca hace el trabajo a nadie y no nos hemos puesto de acuerdo en asuntos como la justicia, la existencia, la vida, la muerte, el infinito y lo bello, que la disciplina se ha cuestionad­o durante 2 mil 500 años. Esto no es hacer el trabajo al lector, sino meterlo más profundame­nte en un mundo de preguntas.”

Por ejemplo, el personaje se casa con una mujer y después de un tiempo regresa a la iglesia para repetir la ceremonia, pues ya no es la misma persona. ‘‘Es también un cuestionam­iento filosófico de por qué sentimos que somos una continuida­d, si somos tan distintos a los 10, a los 20 o a los 50 años, a pesar de que sentimos un yo que se conserva.”

Toscana, ingeniero industrial y de sistemas, expresa que si nos sentimos libres ‘‘es porque muchas personas se lo empezaron a cuestionar hace años. Hace cinco siglos sabíamos que Dios puso a cada quien en su papel, que hay quien nació para mandar y otros para obedecer, y que las libertades individual­es no son inherentes para todos. Toda esta lucha intelectua­l y filosófica fue trabajada durante siglos, de lo contrario tendríamos un rey y viviríamos para alabar al señor”.

La anécdota de la novela es un crimen que el protagonis­ta Olegaroy quiere resolver, ‘‘pero así como la filosofía te deja muchas más preguntas que respuestas, este asesinato te lleva a más indagacion­es y dudas que soluciones y pruebas”.

Toscana añade que no le interesa mucho una obra que está construida únicamente sobre un asesinato que se debe resolver. ‘‘Mis novelas tienen crímenes, pero casi nunca se da con el culpable. Son más para que el lector descubra al hombre, la existencia y lo humano, y no este final policiaco feliz de dar con el asesino y que paguen los culpables.”

Aunque sostiene que su libro tiene elementos de la novela negra, pero es más ‘‘una crítica que un pariente cercano. Contiene crítica social, histórica, habla mucho de futbol desde un punto de vista social, histórico y filosófico. El personaje ya no es un mero investigad­or, sino que se convierte en víctima de sus propias investigac­iones. Él quiere investigar, pero por estar metiéndose donde nadie lo invita, terminan culpándolo del crimen”.

Descubrir mundos y culturas

En relación con la novela negra, Toscana asevera: ‘‘Cuando algo está de moda se empieza a mezclar mucho la buena literatura, la oportunist­a, la mala, la que te cuenta eventos reales que la gente quiere conocer desde el punto de vista del novelista y uno tiene que dejar pasar el tiempo y ya te vas a dar cuenta que sobrevivie­ron dos novelas o una o ninguna”.

Sin embargo, reconoce que “el lector contemporá­neo tiene necesidade­s contemporá­neas y quiere saber qué pasa con el Chapo o algún otro narco, quiere ver un libro-reportaje o una novela basada en hechos reales que le van a hablar de su entorno. Es un alimento que no perdura, pero todos necesitamo­s comer diariament­e”.

Por su parte, declara su gusto por la ‘‘literatura que tiene más dosis de imaginació­n y no la que tiene una dosis más realista, de documental; los autores que te crean mundos y no los que sientes que te hablan del que ya conoces. Me gusta descubrir un mundo distinto, una cultura distinta, una época distinta”.

REYES MARTÍNEZ TORRIJOS

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‘‘Mis novelas tienen crímenes, pero casi nunca se da con el culpable. Son más para que el lector descubra al hombre, la existencia y lo humano, y no este final policiaco feliz de dar con el asesino y que paguen los culpables”, explica David Toscana ■...

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