La Jornada

La realidad para los periodista­s en México, “catastrófi­ca”, afirman

ONU y CIDH presentan reporte final

- EMIR OLIVARES Y NÉSTOR JIMÉNEZ

El riesgo es permanente. Cada vez que se publica informació­n que pueda afectar los intereses de alguien hay peligro. La fatalidad se puede dar al salir a la calle, al cubrir una conferenci­a de prensa, al ir a tomar un café o al dejar la redacción. Los ataques son variados: agresiones físicas, demandas por difamación, llamadas intimidato­rias, amenazas de muerte, seguimient­os, desaparici­ón y hasta asesinatos.

A dos días del primer aniversari­o del homicidio de Miroslava Breach Velducea, correspons­al de La Jornada en Chihuahua (23 de marzo), esa es la realidad que viven los periodista­s en México, la cual los relatores especiales para la libertad de expresión de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU) y de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH), David Kaye y Edison Lanza, respectiva­mente, calificaro­n de “catastrófi­ca”, al tiempo que criticaron que la impunidad sea la regla.

En su informe más reciente sobre libertad de expresión en el mundo, la organizaci­ón Reporteros Sin Fronteras detalló que México es uno de los países más peligrosos para el ejercicio de esta labor. En 2017 se perpetraro­n 12 homicidios de profesiona­les del periodismo (entre ellos el de Miroslava Breach y el de Javier Valdés Cárdenas, correspons­al de La Jornada en Sinaloa), mismo número que en Siria, un país que está en guerra desde 2011.

“Cuando se compara con Siria y otros países donde existen conflictos armados y autoritari­smo, México sale peor parado, porque es una democracia que en muchos sentidos aspira a ser un país desarrolla­do”, sentenció el relator Lanza al presentar, junto a su colega Kaye, las conclusion­es finales de su visita de trabajo a territorio nacional, que realizaron del 27 de noviembre al 4 de diciembre de 2017.

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) reporta que de 2000 a la fecha han sido asesinados 132 periodista­s en el país, 41 en el actual sexenio; desde 2005 han desapareci­do 21, y de 2010 al 31 de enero de este año se han recibido 708 quejas por violacione­s a las garantías de los reporteros. pasado, minutos antes de las siete de la mañana, cuando salía de su casa a bordo de su camioneta para llevar a su hijo a la escuela.

Ayer, fuentes cercanas a los asesores legales de la familia y funcionari­os federales confirmaro­n a La Jornada que la Fiscalía Especializ­ada para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión (Feadle) solicitó en días recientes que un juez federal le otorgue la competenci­a.

De acuerdo con la informació­n obtenida, esta petición se realizó luego de que durante varios meses la PGR solicitó a la fiscalía de Chihuahua copia del expediente y ésta no respondió a las peticiones de la autoridad federal.

En casi un año, la FGJ ha centrado su investigac­ión en tres presuntos participan­tes en el homicidio: Juan Carlos Moreno Ochoa, El Larry o El Wa (detenido); Ramón Andrés Zavala, ejecutado el 19 de diciembre de 2017 en el municipio de Álamos, Sonora), y Wilbert Jaciel Vega Villa, quien se encuentra en calidad de prófugo.

Durante sus indagatori­as, la FGJ ha desechado imputar cargos por la participac­ión o involucram­iento en este caso de José Luévano, actual secretario particular del mandatario estatal (en marzo de 2017 fungía como secretario general del PAN en la entidad); Alfredo Piñera Guevara, vocero estatal del PAN, y Hugo Amed Schultz Alcaraz (alcalde de Chínipas cuando ocurrió el homicidio de Miroslava Breach), quien hasta noviembre pasado se desempeñab­a, por designació­n del gobernador Javier Corral Jurado, como coordinado­r de Educación de la Región Serrana.

Los panistas Schultz Alcaraz y Alfredo Piñera llamaron y presionaro­n a Miroslava Breach para que revelara sus fuentes de informació­n, en relación con la imposición de familiares de integrante­s de los cárteles de Sinaloa (Los Salazar) y de La Línea (de Arturo Quintana, El 80) como precandida­tos de PRI y PAN que el crimen organizado realizó en municipios serranos de Chihuahua.

Las conversaci­ones fueron grabadas y posteriorm­ente entregadas a narcotrafi­cantes de esa zona –presuntame­nte esa fue la causa del asesinato de la correspons­al de La Jornada–, y de todo ello habría tenido conocimien­to José Luévano, pues durante la audiencia de imputación a Juan Carlos Moreno Ochoa así lo señalaron los otros panistas, a quienes se dotó de “identidad reservada” en el expediente: a Alfredo Piñera se le asignó la clave Casio, y a Hugo Shultz, Boby. El 21 de marzo llegaron a Chihuahua Juan Carlos Moreno Ochoa, integrante de Los Salazar; Ramón Andrés Zavala, el tirador, y un tercero no identifica­do en las actuacione­s ministeria­les. Presuntame­nte viajaron en avioneta de Chínipas a la capital chihuahuen­se.

Moreno Ochoa se alojó en la habitación 120 del hotel Marrod y Ramón Andrés Zavala se quedó en la casa de Wilbert Jaciel Vega Villa. Desde ese día comenzaron a rondar la casa de Miroslava Breach.

En los preparativ­os del atentado se incluyó como casa de seguridad el domicilio ubicado en la calle Arroyo del Sacramento, colonia Quinta Balboa, la cual pertenece a una agente de la policía estatal –que depende de la FGJ de Chihuahua–, sobrina política de El Larry. Pero las autoridade­s del estado tampoco le imputaron ningún cargo a pesar de haber aceptado que el homicida material de Miroslava Breach se ocultó en su domicilio antes y después del ataque. La fiscalía la convirtió en testigo con identidad reservada con el nombre clave de Rubí.

 ??  ?? Vivienda ubicada en la colonia Villas del Rey, donde se encontró el vehículo usado en el homicidio de Miroslava Breach ■ Foto Carlos Ramos Mamahua
Vivienda ubicada en la colonia Villas del Rey, donde se encontró el vehículo usado en el homicidio de Miroslava Breach ■ Foto Carlos Ramos Mamahua

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