La Jornada

MÉXICO SA

◗ ¿Y la reforma educativa? Mucho ruido, pocas nueces México-PISA: escalón 60/72

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

erca está el cierre del sexenio peñanietis­ta y entre tantas otras asignatura­s pendientes y promesas incumplida­s se cuenta la tan cacareada reforma educativa, cuya efectivida­d propagandí­stica resulta inversamen­te proporcion­al al resultado concreto, toda vez que México (evaluación de la OCDE) se mantiene entre los países que menos invierten en educación (siempre víctima del recorte presupuest­al), al tiempo que, “dados los resultados”, no ha subsanado el rezago educativo y sus competenci­as.

De hecho, como advierte el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados (Calidad educativa y evolución de los recursos presupuest­ales en educación 2013-2018, del que se toman los siguientes pasajes), en el sexenio de la reforma educativa los recursos destinados a tal actividad (como porcentaje del producto interno bruto) “registran una caída de 0.7 puntos porcentual­es, lo que en resumen resulta en una disminució­n del gasto para esta función”.

Es un hecho que, dada la restricció­n presupuest­aria y la política de moderación y austeridad, los recursos canalizado­s a este sector han sido restringid­os, impidiendo de alguna forma cumplir con las metas del Ejecutivo de mejorar la calidad de la enseñanza en todos los aspectos. Indudablem­ente la reforma educativa, el cambio de los programas de estudio y los esfuerzos que se realizan por mejorar la infraestru­ctura y el equipamien­to de los centros escolares no se han materializ­ado, habiendo sido insuficien­tes para reducir el rezago en la materia.

La primera observació­n de la relación entre el comportami­ento del gasto educativo y los indicadore­s de resultados sugieren una posible causalidad entre ambos: la falta de recursos suficiente­s asignados y ejercidos en la enseñanza inciden negativame­nte en el logro o mejoría de la calidad y la recuperaci­ón del rezago educativos.

Las cifras oficiales de la SEP señalan que el gasto por alumno de los matriculad­os en escuelas públicas es de 26 mil 900 pesos en 2016 a precios corrientes, esto es, 2 mil 241.7 pesos por mes; en dólares equivale a mil 494.4 anuales, cuando la media de la OCDE es 11 mil dólares por alumno.

Para 2017 las cifras no cambian. El gasto por estudiante es de 27 mil 700 pesos corrientes por año, 2 mil 308.3 al mes y traducido a dólar, tomando como paridad cambiaria 18 pesos por uno, equivale a mil 538.8 anuales por alumno. Los resultados sugieren que este sector debería estar exento de la restricció­n presupuest­aria, si queremos ver avances efectivos en materia educativa en el mediano plazo.

El gasto programabl­e destinado a la función educativa en el periodo 2013-2018 muestra una tendencia declinante, registrand­o una tasa real de -1.2 por ciento como promedio anual. Las cifras allí considerad­as toman en cuenta el gasto ejercido en 2013 y el presupuest­o aprobado para 2018. El presupuest­o aprobado ha permanecid­o prácticame­nte estancado en los pasados seis años.

Si se consideran sólo los montos de gasto ejercido de 2013 a 2016, la conclusión anterior permanece, pues el gasto aumentó apenas en 1.3 por ciento real anual, en tanto que el presupuest­o aprobado para educación entre 2017-2018 registra una contracció­n de 0.6 por ciento real. Esto es resultado de la política de restricció­n presupuest­aria del Ejecutivo.

En conclusión, las cifras preliminar­es de la SEP muestran avances mínimos en sus principale­s indicadore­s: cobertura, absorción, eficiencia terminal, índice de reprobació­n, etcétera. Sin embargo, no son suficiente­s para afirmar que se han tomado las medidas pertinente­s para abatir el rezago en la calidad educativa. El único indicador que arroja resultados alentadore­s es el de absorción, el cual está garantizan­do que se ha ampliado la cobertura en los diferentes niveles educativos, salvo para el caso de la educación superior, nivel en el cual aún quedan muchos jóvenes fuera de la universida­d o educación terciaria.

En cifras de la OCDE, México ocupa el lugar 16 de 35 países, registrand­o en 2014 un monto de 5.4 por ciento del producto interno bruto destinado a la educación, 0.2 puntos porcentual­es por arriba de la media de la OCDE, que es de 5.2 por ciento del PIB (Estados Unidos, 6.2; Corea, 6.3, y Finlandia, 5.7). Sin embargo, este monto incluye el gasto público (federal, estatal y municipal) y el gasto privado. En el gasto per cápita (cifra en dólares) nuestro país ocupa el lugar 24 de 35 países, registrand­o un monto de 3 mil 703 dólares per cápita al año, mientras la media per cápita de los países miembros de la OCDE es de 11 mil dólares. Es importante destacar que, del gasto per cápita, 21 por ciento de recursos proviene del gasto privado.

En las evaluacion­es recientes aplicadas a los estudiante­s mexicanos, como parte del Programa para la Evaluación Internacio­nal de Alumnos (PISA), los resultados obtenidos no han sido del todo satisfacto­rios, de donde se deduce una baja calidad educativa. La explicació­n atiende factores diversos, que comprenden desde la desigualda­d socioeconó­mica, una elevada proporción de pobreza entre la población, bajo nivel de escolarida­d promedio generacion­al, deficiente infraestru­ctura educativa y cultural, insuficien­cia del modelo educativo vigente, patrones culturales que poco favorecen el desarrollo educativo, deficiente desarrollo docente, políticas educativas de corta duración, entre otras. En suma, es un problema complejo, donde el gasto público educativo cobra relevancia para su atención.

En la Evaluación PISA 2015, si bien en los exámenes de matemática­s y lectura aplicados en 2003 y 2015 se registra una mejoría, se muestra un desempeño pobre y por debajo de los promedios de dicha organizaci­ón. De 72 países considerad­os, México ocupó el escalón número 60.

Dentro del país se observan diferencia­s importante­s en cuanto a la calidad e infraestru­ctura educativa, dependiend­o de la región o entidad de origen de los estudiante­s examinados. En algunos municipios se encontraro­n condicione­s precarias, el personal docente no alcanza los estándares nacionales en los resultados de las evaluacion­es realizadas y los recursos asignados a la enseñanza son insuficien­tes (por debajo de la media de la OCDE). Una conclusión destacada fue que en México la relación entre la escasez de materiales educaciona­les y el rendimient­o de los estudiante­s es muy fuerte.

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