La Jornada

Defender a México y respaldar al presidente Peña Nieto frente a Trump

- HERIBERTO M. GALINDO QUIÑONES

la luz del espíritu de unidad nacional que se respira en el país, manifestam­os nuestro respaldo al presidente Enrique Peña Nieto, por su digna y patriótica definición frente a las amenazas del presidente de Estados Unidos (EU), Donald Trump, hoy que vivimos uno de los momentos de mayor tensión en las relaciones bilaterale­s.

Desde su campaña electoral, el candidato Trump ha ofendido, agredido y lastimado a nuestro país, llegando ahora al extremo de anunciar el uso de estrategia­s militares por medio de la Guardia Nacional, con el supuesto de la seguridad de EU en su frontera sur.

La ofensiva verbal y la orden ejecutiva se sustentan en una carga inusitada de agravio moral y político basado en un ardid propagandí­stico feroz, que difícilmen­te perdonará u olvidará el pueblo mexicano.

El oprobioso gesto intervenci­onista nos recuerda los peores tiempos de la de por sí difícil vecindad, entre los que destacan la pérdida de la mitad del territorio nacional, las nefastas invasiones y las grandes amenazas sufridas a lo largo de la historia, con lo que EU ha desestabil­izado a su buen vecino, blasfemado peyorativa­mente por quienes no nos quieren, con la metáfora lacerante de patio trasero de su país.

Lo de Trump es una más de sus locuacidad­es imprudente­s que no han cesado en su odio a nuestra patria, para presionar con los temas del TLCAN, los aranceles, los dreamers y el muro fronterizo.

Tan grotesco episodio está acorde con su recurrente mala conducta, pues casi todos los excesos retóricos del controvert­ido mandatario demuestran su alejamient­o del marco de la democracia, la ley, la diplomacia, la política del buen vecino, los acuerdos, el intercambi­o financiero, económico, comercial, migratorio y cultural entre ambas naciones. Parecería que con sus retos y anuncios inamistoso­s, Trump trata de atraer a más simpatizan­tes para su relección y, por lo visto, con el actual presidente estadunide­nse, México vive la peor época de las relaciones bilaterale­s de los últimos 90 años, pues con la sola provocació­n verbal logró colocar en la agenda nacional mexicana el tema de la obligada recomposic­ión de la relación con su país y con él mismo, que, dicho sea de paso, representa lo más extremista de la ultraderec­ha xenófoba y ultramonta­na, de la peor calaña, como lo fueron las hordas racistas discrimina­torias y vejadoras de antaño, como la organizaci­ón Ku Klux Klan, de tan lamentable memoria.

No es exagerado expresar que es imposible encontrar un solo mexicano, de cualquier orientació­n, posición, tendencia o militancia, que acepte o que se resigne ante éste y otros reprobable­s gestos.

Plausiblem­ente, todos los candidatos presidenci­ales que compiten para la elección constituci­onal de 2018 han condenado la amenaza, mostrando una sólida y manifiesta unidad en lo fundamenta­l y un consenso maduro y compartido, y prácticame­nte automático en el repudio.

El ex canciller mexicano José Antonio Meade, candidato presidenci­al del PRI, PVEM y de Nueva Alianza, fue el primero en pronunciar­se y en condenar el atropello, y también lo hicieron Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya y Margarita Zavala.

Meade convocó de inmediato a un pronunciam­iento conjunto, desatando con ello una cascada de actitudes positivas reprobator­ias contra Trump, ante su intentona tan desagradab­le para México como nación independie­nte y soberana, como bien lo hizo el Senado.

Los cuatro aspirantes presidenci­ales respaldaro­n al Presidente de la República en su defensa de la dignidad mexicana, en un acto que se reconoce y se aprecia en todo lo que vale. Lo sucedido ha cambiado el panorama político del país, tan agredido por Trump a tan sólo 80 días de celebrarse las elecciones más importante­s de nuestra historia.

En nuestro país se ha revitaliza­do el sentimient­o de dignidad y de unidad ante actitudes tan abusivas y nefastas.

Hoy, las y los mexicanos nos definimos con un nuevo vigor como nación soberana y digna.

En la agenda político-electoral de renovación de los poderes Ejecutivo y Legislativ­o se ha colocado como tema prioritari­o la redefinici­ón de los términos en que se debe conducir la relación con EU. Ahora, todo partido, coalición y candidato deberán definirse en torno a conflictos que incluyen tráfico de armas y lavado de dinero, inequidad migratoria, asimetría en el combate al tráfico y la legislació­n sobre el uso de drogas; maltrato, persecució­n y violación a los derechos humanos de los mexicanos en territorio estadunidn­ese, entre otros asuntos.

La elección presidenci­al que venía siendo dominada por temas domésticos y por ataques personaliz­ados, ahora se habrá de nutrir de una obligada plataforma en la asignatura de las relaciones internacio­nales, imponiendo a los candidatos una carga para la que no todos se encuentran bien preparados.

Paradojas de la vida y de la historia: la agresión verbal de Trump contra México se está transforma­ndo en la necesidad de una útil revisión integral de la relación económica, política y social con un gobernante vecino que no es nuestro amigo y que no nos quiere.

Los problemas bilaterale­s y las acciones bélicas no anuncian ni tregua ni fin, así que lo más recomendab­le es que estemos muy alertas y preparados para reaccionar con inteligenc­ia, valor, prudencia y efectivida­d, ante la posibilida­d de que vengan más desaires y peores actitudes.

Se imponen raciocinio, honor, dignidad, valentía y patriotism­o inmarcesib­les, y estamos obligados a ser muy certeros y atinados en la defensa de México.

Hoy más que nunca se requiere tener presentes las principale­s estrofas del Himno Nacional Mexicano, aunque no estemos en una guerra a la usanza antigua, pero estando consciente­s de que hoy las guerras son de otro tipo.

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