En pueblos de CA se les cerraron los “espacios mínimos para sobrevivir”
Autoridades y comunidad cultural reciben caravana del migrante en el refugio Citlaltépetl
Sus historias son parecidas y diversas. En sus ciudades o pueblos, en Honduras o El Salvador, se les cerraron los espacios mínimos para sobrevivir. A una le mataron al tío por ser homosexual. A otra le mataron a un hermano porque la familia, pobre y trabajadora, no quiso pagar más la extorsión a las pandillas. Algunos hondureños, porque “tenemos un presidente que gobierna muy mal y manda al ejército a perseguirnos”. A otra más, a quien le faltaba apenas un mes para terminar la preparatoria, su mamá la lanzó al camino: “Prefiero saberte lejos que verte muerta”.
La caravana migrante, que arrancó su camino hacia la Ciudad de México el 25 de marzo y que lleva tres días en la capital, fue recibida ayer en la Casa Refugio Citlaltépetl por el titular de la Secretaría de Cultura, Eduardo Vázquez, y la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la capital, Nashieli Ramírez, para dialogar con algunos integrantes de la comunidad cultural y de colectivos indígenas, deseosos de verlos a los ojos y escucharlos. En ese intercambio de palabras, las lágrimas asomaron de uno y otro lados.
Esta caravana, organizada por Pueblo sin Fronteras, “va a pasar a la historia por dos razones”, sostuvo la dirigente del Movimiento Migrante Mesoamericano, Marta Sánchez. “Primero, porque hizo que Donald Trump se acabara de desnudar ante los mexicanos y que el presidente Enrique Peña Nieto se atreviera a decirle sus verdades. Segundo, porque nos da la oportunidad, como activistas, de colocar nuestra lucha para que este gobierno no siga haciendo el trabajo sucio a Estados Unidos, deteniendo a los migrantes antes de que lleguen a la frontera norte”.
Entre los mil 800 centroamericanos indocumentados que arrancaron en plena Semana Santa su anual Víacrucis Migrante viaja un grupo de chicas transgénero, como Marjori Alexandra o la Roxi. Se han hecho amigas en el camino y comparten las mismas tragedias. Maras, policías y crimen organizado han hecho de los crímenes de odio un nuevo deporte.
Frente al poeta David Huerta, el cineasta Paul Leduc, la experta en migraciones María Luisa Capella, los articulistas de La Jornada Pedro Miguel y Hermann Bellinghausen, la actriz Dolores Heredia, el periodista José Reveles, la antropóloga Lucina Jiménez y decenas de representantes de colectivos indígenas residentes en la ciudad relataron los avatares del camino, parando en albergues y en ocasiones topando con autoridades migratorias amenazantes. Con ellos