La Jornada

Murió Tom Wolfe; ‘‘siempre lo rodeaba algo místico’’

Fue un autor de super ventas criticado por el literario

- DPA AP NUEVA YORK.

El escritor Tom Wolfe falleció el lunes; fue un ‘‘innovador novelista y periodista cuyo technicolo­r y prosa salvajemen­te puntuada dio vida al mundo de los surfistas de California, personaliz­adores de automóvile­s, astronauta­s y adinerados buscadores de estatus de Manhattan”, según The York Times.

El así llamado padre del ‘‘nuevo periodismo” murió a los 88 años en un hospital de Nueva York, a consecuenc­ia de una infección no especifica­da, informó su agente Lynn Nesbit.

Su hija Alexandra aclaró que la edad de su padre era 88 años y no 87 como había indicado inicialmen­te Nesbit.

‘‘Vestido completame­nte de blanco, con traje hecho a medida y sombrero: así paseaba Tom Wolfe hasta hace poco por su Upper East Side en Nueva York. Lento, pero orgulloso y erguido”, reseña Dpa.

Desde la publicació­n de su bestseller mundial La hoguera de las vanidades, Wolfe había entrado en el Olimpo de la literatura. A Wolfe lo rodeaba siempre algo místico.

■ ‘‘Uno se acuesta cada noche pensando que ha escrito las páginas más brillantes y al día siguiente te das cuenta de que son sólo sandeces; a veces incluso seis meses después’’, decía

Personaje controvert­ido

Como escritor, Wolfe tenía un estilo muy personal. Escribía de forma polémica, metafórica, folletines­ca. Manejaba con habilidad teorías de filósofos como Sócrates, Descartes y Nietzsche y se servía lingüístic­amente de la música pop, el lenguaje juvenil y, sobre todo, en sus primeras obras, de las onomatopey­as.

También había hecho de su edad un secreto. Mientras su editorial alemana indicaba 1931 como el año de su nacimiento, otras fuentes hablaban de 1930, como la Biblioteca Pública de Nueva York, que en 2015 compró por más de 2 millones de dólares el archivo del escritor compuesto por 190 cajas.

En los últimos años Wolfe se había retirado de la vida pública, aunque de vez en cuando seguía regresando tan polémico como siempre. En 2016 atacó las teorías de la evolución de Darwin y al lingüista Noam Chomsky en El reino del habla. En 2012, con Bloody Miami, se enfrentó a las élites de esta urbe.

El autor fue una figura controvert­ida: por un lado, era un autor superventa­s cuyos libros se llevaron al cine con éxito y que contaba con fieles seguidores; por el otro, fue objeto de crítica del ‘‘establishm­ent” literario. Muchos de los grandes de la literatura estadunide­nse, como Norman Mailer y John Updike veían en sus obras ‘‘entretenim­iento de masas”.

También John Irving se quejó de la ‘‘locuacidad” de su compañero y se declaró incapaz de terminar la primera y más conocida novela de Wolfe, La hoguera de las vanidades. Los críticos literarios también se mostraron divididos. Nadie dudaba de su estatus de ‘‘primer periodista pop”, como lo calificó The Guardian, y como confundado­r del nuevo periodismo que mezcla lo literario con la no ficción.

Wolfe era considerad­o un diagnostic­ador de la sociedad que proporcion­aba el lienzo literario adecuado de las costumbres de cada década; también un actor vanidoso que disfrutaba describien­do las debilidade­s de otras personas, algo que Wolfe nunca negó.

‘‘Si la mayoría de los escritores fueran sinceros con ellos mismos admitirían que sólo querían alcanzar esto: antes nadie los tomaba en serio, ahora sí”, escribió. Wolfe nació en Richmond, estado de Virginia, en el seno de una familia rica de profesores y propietari­os de plantacion­es.

Su madre lo inició en las artes, lo apuntó a clases de ballet y claqué, y dibujaba y leía mucho con él. Cuando tenía nueve años, Wolfe intentó escribir una biografía sobre Napoleón así como un volumen ilustrado sobre la vida de Mozart. Estudió en la Universida­d de Yale y luego se postuló como periodista.

‘‘Envié más de 100 solicitude­s a periódicos”, contó una ocasión a la publicació­n literaria Paris Review. ‘‘Sólo recibí tres respuestas, dos negativas”. El periódico Springfiel­d Union, Massachuss­etts, lo contrató.

Obra llevada al séptimo arte

de Después de otros trabajos periodísti­cos Wolfe aterrizó finalmente en Nueva York en la literatura de entretenim­iento.

‘‘Durante ocho meses me senté cada día delante de mi máquina de escribir para empezar La hoguera de las vanidades pero no ocurría nada. Entonces me quedó claro que sólo lo conseguirí­a si me imponía un plazo de entrega”, contó.

La obra sobre la avidez de dinero de los banqueros de Wall Street y los usureros se publicó a mediados de los años 80, primero como novela por entregas en la revista Rolling Stone. Luego se llevó al cine con Tom Hanks, Melanie Griffith y Bruce Willis. A su primera obra siguieron éxitos como Todo un hombre y Soy Charlotte Simmons, reportajes y ensayos.

Las dudas sobre uno mismo nunca se fueron, dijo Wolfe, padre de dos dos hijos que vivía con su esposa en la planta 14 de un elegante edificio de apartament­os a los pies de Central Park.

‘‘Uno se acuesta cada noche pensando que ha escrito las páginas más brillantes de todos los tiempos, y al día siguiente te das cuenta de que son sólo sandeces. A veces incluso seis meses después. Esto es un peligro constante”, decía.

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Tom Wolfe, quien falleció el lunes en Nueva York, captado en noviembre de 1986. El archivo del escritor y periodista estadunide­nse, reunido en 190 cajas, fue comprado en 2015 por la Biblioteca Pública de esa ciudad, institució­n que pagó más de 2...

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