La Jornada

Educación: las propuestas de los presidenci­ables

- LEV M. VELÁZQUEZ BARRIGA*

a semana anterior, los candidatos presidenci­ales de las tres grandes coalicione­s electorale­s tuvieron la oportunida­d de ahondar en sus propuestas educativas; dos decidieron hacerlo frente a los organismos empresaria­les articulado­s por Mexicanos Primero en el foro 10 por la educación, y uno solo encarando a las diversas expresione­s del magisterio; es decir, a la comunidad de aprendizaj­es que vive cotidianam­ente en carne y hueso las condicione­s del sistema nacional de educación. Los temas que se desprenden son varios, pero voy a recuperar tres que considero los principale­s agravios de la reforma educativa: evaluación contra los derechos de los maestros, modelo educativo para la explotació­n laboral y privatizac­ión escolar.

Ninguno de los tres abanderado­s negó la importanci­a de las evaluacion­es, ni la atención a la formación de los educadores, aunque para tal efecto sólo Andrés Manuel López Obrador dijo que fortalecer­ía las escuelas normales y la Universida­d Pedagógica Nacional; a diferencia de los otros, se manifestó por una evaluación que no vulnere los derechos de los docentes, incluso por la cancelació­n de la reforma educativa, lo cual no significa la abrogación total, pero sí detener sus efectos laborales y administra­tivos, que han tenido como consecuenc­ia docentes cesados y presos políticos.

La agenda pedagógica de los organismos multinacio­nales con el inglés, las tecnología­s digitales y el desarrollo socioemoci­onal como las tres habilidade­s para potenciar el trabajo en el capitalism­o de siglo XXI, que transita de la producción fabril a la producción automatiza­da y digital, permea en las propuestas difundidas por los tres candidatos, como si el más urgente problema que la educación debe atender de la sociedad fuera educar en las necesidade­s laborales de las empresas. En tal caso, Meade y Anaya no dejaron ver ninguna posibilida­d de ruptura con esa ruta hacia las nuevas formas de explotació­n humana; Obrador, por su parte, abre una puerta a la inclusión de las propuestas alternativ­as de educación que han sido creación auténtica de los maestros democrátic­os y que, en sentido opuesto a los grupos de poder, colocan en el centro tres planos indispensa­bles de la formación: el desarrollo humano, la democratiz­ación del país y el buen vivir.

Por lo que respecta a la dimensión privatizad­ora de la escuela, los candidatos de las coalicione­s Todos por México y Por México al Frente se mostraron en favor de los modelos de endeudamie­nto y privatizac­ión por medio de los certificad­os de infraestru­ctura educativa nacional (CIEN); Anaya fue más allá al proponer favorecer a las escuelas privadas con estímulos fiscales. Por su parte, el abanderado de Juntos Haremos Historia proclama en su decálogo a la educación como un derecho y no un privilegio, por tanto, la necesidad de fortalecer su carácter público, gratuito, de calidad, además de la suspensión de las cuotas que pagan los padres de familia.

Quiero resaltar una peligrosa coincidenc­ia. Los tres candidatos se muestran en favor de la descentral­ización educativa y la autonomía presupuest­aria; ambos elementos constituye­n el último escaño para desrespons­abilizar al Estado del financiami­ento de la educación que antes había pasado por traspolar responsabi­lidades de la Federación a las entidades, de ahí a los municipios y ahora directamen­te al centro escolar. La administra­ción escolar descentral­izada es una propuesta de la OCDE para focalizar los recursos públicos, esto es lo que la reforma mexicana llamó “escuela al centro”, que tiene como objetivo reducir la capacidad de atención excluyendo a las escuelas indígenas, rurales, comunitari­as y periférica­s de las ciudades.

La autonomía presupuest­aria, es decir, la entrega de recursos económicos para el ejercicio directo en la escuelas, es el primer paso hacia los centros educativos concesiona­dos, subvencion­ados o concertado­s, según sea el nombre que aparezca en las reformas educativas neoliberal­es en el mundo. Un grupo de negociante­s de la educación, activos en México como consultore­s desde hace años en nombre de la sociedad civil en las institucio­nes educativas y los consejos de participac­ión social, terminaría siendo el administra­dor de la escuela semiprivad­a con financiami­ento estatal.

Caso aparte merece la propuesta de José Antonio Meade para ampliar las escuelas de tiempo completo de 25 mil a 100 mil. El engañoso propósito debe ser leído en otro sentido, pasar de 230 mil existentes a sólo 100 mil; la tendencia actual de las escuelas de tiempo completo apunta a reducir al máximo el universo de centros escolares, agilizando la compactaci­ón de grupos, la movilidad obligatori­a de los docentes, descobijan­do escuelas de organizaci­ón incompleta y la desaparici­ón de los dobles turnos. El modelo curricular que las rige no cambia, tal pareciera que se trata de entretener, pero no de aprender. Los docentes y directivos gestionan actividade­s de aprendizaj­e extraofici­al, en muchos de los casos con personal subcontrat­ado o a cargo de los bolsillos de los padres de familia, apuntaland­o así la precarieda­d laboral y la privatizac­ión educativa.

Finalmente, ninguno de los espacios donde los candidatos tuvieron la oportunida­d para recuperar propuestas venidas desde los actores de la educación fue el más democrátic­o. Diez por la educación estuvo secuestrad­o por la sociedad civil pro empresaria­l y el encuentro de Guelatao, que prometía ser un congreso pedagógico, terminó siendo mitin de campaña.

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