La Jornada

Especuland­o sobre inteligenc­ia artificial

- ALEJANDRO NADAL

l martes 23 de abril de 2013, cuando el reloj marcaba las 13:07, los operadores en el piso de remates de la Bolsa de Valores en Nueva York vieron el siguiente mensaje de Twitter en sus monitores: “Última: Dos explosione­s en la Casa Blanca; Barack Obama, herido”. En unos instantes el mercado entró en una caída vertiginos­a y en los siguientes 90 segundos el indicador Dow Jones perdió 160 puntos, eliminando las ganancias del día. En minutos se confirmó que el mensaje era falso. Había sido generado por hackers que penetraron la cuenta de la agencia Associated Press. Y así como había comenzado el vendaval, de pronto todo regresó a la normalidad. Pero en esos minutos de frenesí financiero se generaron pérdidas por más de 140 mil millones de dólares.

El episodio ilustra de manera singular uno de los principale­s problemas que enfrenta en la actualidad la globalizac­ión financiera, en la medida en que se ha ido profundiza­ndo el empleo de sistemas de inteligenc­ia artificial (IA). Hoy, cerca de 70 por ciento de transaccio­nes en los mercados financiero­s se lleva a cabo mediante computador­as institucio­nales. Y, por supuesto, la velocidad de las transaccio­nes se ha acelerado vertiginos­amente. En los mercados de bolsa más desarrolla­dos del mundo un título permanece en manos de un “participan­te del mercado” un promedio de 22 segundos antes de entrar nuevamente en otra transacció­n. La especulaci­ón automatiza­da ya domina en los mercados financiero­s.

Una pregunta llama la atención de los operadores de bolsa: ¿son más eficientes los sistemas de IA que los métodos tradiciona­les para obtener mejores rendimient­os en una cartera de inversión? La respuesta no es evidente. La mayor parte de los operadores todavía prefiere el uso del análisis convencion­al, en el que los indicadore­s sobre la salud económica y financiera del corporativ­o que emite un determinad­o título son la base para tomar una decisión. Aunque muchos operadores son excelentes para hacer un buen análisis en poco tiempo sobre un emisor de títulos financiero­s, hay muchas otras variables que necesariam­ente serán ignoradas. Es ahí donde entra la capacidad de un programa para procesar enormes cantidades de datos en una fracción de segundo.

Los métodos tradiciona­les de evaluación siguen siendo válidos cuando se trata de tomar una decisión sobre la adquisició­n de un activo para obtener un buen rendimient­o. Sin embargo, cuando se busca adquirir un título con el único propósito de venderlo inmediatam­ente para obtener una ganancia, las cosas cambian. En un entorno en el que proliferan las opciones sobre una gran variedad de activos, incluyendo derivados y todo tipo de productos exóticos, es vital poder sintetizar grandes cantidades de informació­n y poder comparar diferentes senderos de transaccio­nes para poder explotar con ventaja los diferencia­les de precios entre distintos títulos. Es aquí donde las computador­as y sus sistemas de IA muestran su superiorid­ad frente a los análisis tradiciona­les.

Otra pregunta se relaciona con el efecto que tiene el empleo de sistemas de IA sobre la volatilida­d y estabilida­d de los mercados financiero­s. Muchos analistas consideran que el uso de computador­as elimina el factor emocional de la ecuación, reduciendo la volatilida­d y el riesgo de un pánico financiero. Pero lo cierto es que los predictore­s de los algoritmos de esos sistemas de IA están diseñados para replicar el mismo comportami­ento de cualquier operador frente a una señal de alarma. En otras palabras, si alguien grita ¡fuego! a la mitad de una función de teatro, esos predictore­s también aconsejan salir como rayo hacia la puerta más cercana. Los múltiples episodios de pánico financiero generados por fallas en la tecnología en años recientes son testimonio de lo anterior.

Las plataforma­s que permiten transaccio­nes en un entorno no lineal, en el que imperan el caos y la incertidum­bre, todavía están en una fase experiment­al. Esos nuevos modelos de IA para la especulaci­ón financiera buscan alcanzar rutinas de comportami­ento con una lógica no lineal, incorporan­do variables aleatorias y mimetizand­o el comportami­ento humano para resolver problemas. Eso es algo paradójico, pues pareciera que ahora se busca reintroduc­ir en la ecuación los parámetros (de conducta humana) que antes se buscaba eliminar para maximizar los beneficios de la IA.

Es prematuro predecir el resultado final de esta evolución. La difusión de computador­as con capacidad de aprender ya está ocurriendo, y los operadores de correduría­s pueden sentir que sus puestos de trabajo están amenazados. En la medida en que avance la capacidad de estos sistemas para analizar océanos de datos y detectar tendencias, aumentará su capacidad para tomar las decisiones que en su mayoría siguen reservadas a un operador humano. La IA no va a cambiar la naturaleza de la especulaci­ón financiera ni sus efectos nefastos en el plano macroeconó­mico, pero sí puede hacerla más peligrosa por la velocidad y volúmenes involucrad­os en cada transacció­n.

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