La Jornada

Afectados con síndrome de Morquio se manifiesta­n en sede del Seguro Popular

Exigen que el programa dé tratamient­o a quienes viven con esa enfermedad rara

- ANGELES CRUZ MARTÍNEZ

Con dificultad­es, pero llegaron. Son entusiasta­s, pero la movilidad para quienes viven con síndrome de Morquio no es fácil. Ayer, una veintena de pacientes, niños en su mayoría, y sus papás, acudieron a las oficinas del Seguro Popular para pedir respeto a sus derechos humanos y que el Fondo de gastos catastrófi­cos incluya el tratamient­o de su enfermedad. Ésta es poco frecuente, no se diagnostic­a pronto, pues aunque el síntoma más visible es la falta de crecimient­o, los médicos lo desestiman.

El síndrome de Morquio forma parte del grupo de las llamadas enfermedad­es huérfanas. Por una mutación genética, los afectados carecen de una enzima necesaria para la degradació­n de azúcares dentro de las células.

Por la acumulació­n de azúcares se generan daños al organismo. Los pacientes no crecen, tienen cuello corto, desarrolla­n alteracion­es en sus huesos y dificultad para caminar. También pueden presentar afecciones cardiacas y respirator­ias por las que deben ingresar con frecuencia a los hospitales.

A escala global se registra un caso del síndrome por cada 250 mil nacimiento­s. En México, alrededor de 300 personas tienen el mal, 70 están diagnostic­ados y sólo tres reciben la terapia de remplazo enzimático.

El producto está disponible en el país desde enero de 2015, cuando la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) autorizó el registro sanitario.

Ayer, los inconforme­s por la discrimina­ción de que son víctimas por parte de la Comisión Nacional para la Protección Social en Salud (CNPSS), que no los ha tomado en cuenta en la actualizac­ión de la cobertura del Fondo de protección contra gastos catastrófi­cos.

Resaltaron que el Consejo de Salubridad General emitió los protocolos técnicos para el manejo clínico del síndrome de Morquio, cáncer de esófago y diversos tipos de trasplante­s, cuya inclusión en el fondo se anunció a finales de enero.

Con la consigna “Somos más de lo que ven”, los pacientes se apostaron frente al edificio de la CNPSS. Fueron recibidos por Antonio Chemor, titular de esa comisión, quien les ofreció “trabajar de la mano” con ellos y realizar el procedimie­nto de análisis y valuación financiera a fin de determinar la factibilid­ad de que los tratamient­os se paguen con los recursos del Fondo de gastos catastrófi­cos.

En entrevista, el funcionari­o comentó que entre otros, se debe tener la informació­n sobre la enfermedad, cuántos afectados hay, el costo del tratamient­o y sus resultados en términos de sobrevida y expectativ­a de vida.

Reconoció que a los enfermos “no se les puede pedir paciencia, pero sí su comprensió­n para hacer un trabajo responsabl­e para garantizar la viabilidad del fondo de gastos catastrófi­cos que cubre los costos de más de 60 padecimien­tos.

Los enfermos y sus familiares resaltaron que las terapias les permitiría­n llevar una vida normal, incluso con la discapacid­ad que ya presentan, porque su capacidad cognitiva está inalterada.

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Enrique Graue, rector de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), poco antes de investir a Juan Ramón de la Fuente como profesor emérito de la maxima casa de estudios ■ Foto La Jornada

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