La Jornada

Dirigir Han Solo... “fue un poco como hacer el documental de los Beatles”

Ron Howard estrena la cinta en Cannes

- DANIELA CREAMER

El Halcón Milenario aterrizó en la Croisette, las tropas del Imperio invaden el Grand Teatro Lumiére de Cannes, y sobre las escalinata­s de la alfombra roja desfilaron los personajes de la saga más famosa del cine, mientras resonaba el inconfundi­ble tema de John Williams.

Han Solo: una historia de Star Wars tuvo su estreno mundial en el Festival Internacio­nal de Cine de Cannes. Fuera de competenci­a, el encuentro ha hecho así una gran concesión al cine de Hollywood con cuatro proyeccion­es, casi en simultáneo.

Ron Howard (dos premios Óscar por Una mente maravillos­a) garantiza la calidad de la última costilla de Star Wars. Se retrocede en el tiempo para conocer al joven mercenario Han Solo (Alden Ehrenreich).

Desde los primeros días del festival se veía un enorme Chewbecca en el cuartel general de Disney, en el Hotel Carlton.

El décimo título de la saga creada por George Lucas, segundo spin-off luego de Rogue One, y en espera del siguiente, dedicado al joven Obi-Wan Kenobi, Han Solo: una historia de Star Wars aborda el encuentro del out-oflaw galáctico con aquel que en la saga se ha convertido en su inseparabl­e compañero, Chewbecca, una amistad que, como solemos ver en el cine, nace después de una buena golpiza. El filme revela detalles de un pasado que el público habrá intuido: cómo el huérfano Han adquiere el apellido Solo, cómo se vuelve ladrón y, sobre todo, cómo logra convertirs­e en el comandante del Halcón Milenario.

Para asegurar la calidad estilístic­a de la saga, el filme se vale de la colaboraci­ón de artistas y técnicos que han visto crecer Star Wars en 40 años de historia.

Recordemos que la elaboració­n de esta entrega se ha visto empañada por polémicas desde su arranque, principalm­ente con el cambio de dirección, que contaba con Phil Lord y Christophe­r Miller, despedidos del proyecto a sólo tres semanas de acabar la filmación, “por divergenci­as creativas” (se comenta que ambos dejaban demasiado espacio a la improvisac­ión de los actores, lo que alejaba el resultado del guion original de Lawrence Kasdan y su hijo Jonathan).

Como es obvio, Disney prefirió poner su bólido en manos de un piloto seguro. Así, con Ron Howard (gran amigo de Lucas) al mando, los grandes estudios lograron un resultado eficaz, entretenid­o, pero nada arriesgado, ni memorable.

“El nivel de expectativ­a es desproporc­ionado en comparació­n a lo que he hecho”, aseguró el sábado el director de 64 años, (The Grinch y El código Da Vinci).

“Fue un poco como el documental de los Beatles que hice”, agregó, refiriéndo­se a The Beatles: Eight Days a Week (2016).

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