La Jornada

Pensar en perder el título dolía más que la lesión en mi mano: Rey Vargas

El campeón supergallo lamenta que no proyecten más su carrera

- JUAN MANUEL VÁZQUEZ

Hace falta algo más que buen boxeo para soportar una pelea cegado por la sangre y con dolor insoportab­le en un puño. Rey Vargas, campeón supergallo del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), lo precisa sin fanfarrone­rías. Incluso revela el espanto que le produjo la lesión que sufrió en la mano izquierda en el noveno episodio, durante la tercera defensa de su título mundial en Nueva York el sábado pasado.

Sintió el dolor agudo tras golpear el pómulo de un rival más molesto de lo que suponía, el armenio Azat Hovhannisy­an, y al volver a la esquina se lo advirtió a su mánager, Ignacio Beltrán.

“Me duele mucho la mano, creo que me la rompí”, le dijo inquieto el campeón.

“Te entiendo”, respondió el veterano mánager en la esquina; “pero duele más perder un campeonato. No lo olvides”.

Rey salió con la mirada borrosa por la sangre de un par de cortes que le hizo el adversario, fuerte y con la maña de entrar primero con la cabeza y después los puños. Esta estrategia le sirvió para asestar potentes testarazos en el rostro de Vargas, quien terminó con un par de heridas en las cejas y en un pómulo.

“El ojo izquierdo se me pegaba con la sangre que se acumulaba”, recuerda; “el derecho medio borroso también, porque la herida era distinta, así tuve que concentrar­me en mi trabajo, en lo que entrené tanto tiempo. Y mi mano, carajo, cómo me dolía”.

Porque el plan puede estar bien ensayado y dominado como una coreografí­a –reconoce Vargas– pero sobre el cuadriláte­ro a veces los imprevisto­s exigen la improvisac­ión de un jazzista. Rey incluso modificó lo que mejor le sale, el boxeo sin entregarse al intercambi­o suicida.

“De pronto me metí al terreno corto de mi rival”, dice un peleador que tiene ventaja de estatura y distancia para la división; “y me faje, pero Beristáin me recordó que no iba por ahí y regresé al boxeo limpio”.

Vargas está orgulloso de esta victoria. Vencer en estas condicione­s lo hace sentir más maduro. Está satisfecho, sobre todo porque no sufrió fractura y las cortadas no son profundas. “Lo único que sí me duele es que mi promotora no haga lo necesario para proyectar más mi carrera”, se queja; “soy un campeón sólido e invicto, pero no muy conocido”.

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