La Jornada

CIUDAD PERDIDA

Un reto sin respuesta

- MIGUEL ÁNGEL VELÁZQUEZ

falta el tercero.

Por más divertidos o tortuosos que resulten los debates de los candidatos a la jefatura de Gobierno de esta ciudad, el show es totalmente inútil si de modificar sustantiva­mente la elección se trata, y si lo que se busca es lanzar anclas que fijen las promesas como acciones de gobierno, habrá que decir, en honor a las experienci­as pasadas, que todo lo que se expresa en esos encuentros se esfuma en un santiamén.

Y entonces, ¿qué queda de los debates? Pues el show, ese acto en el que quienes pueden ganar la elección se cuidan y se defienden, mientras los que nada ganan y nada pierden puedan golpear sin ninguna responsabi­lidad. Por eso, porque ellos no tendrán que enfrentar los problemas del hacer gobierno y desde la trinchera del derrotado pueden enviar contra el oponente cualquier insulto, cualquier mentira o cualquier propuesta por descabella­da que suene. Total, ya saben que sus palabras no tendrán ninguna consecuenc­ia. Es más, según las encuestas, las buenas y las patito, la gente de esta ciudad aborrece a los partidos políticos, y entonces uno se pregunta: ¿qué es lo que los ciudadanos buscan en los debates si no el espectácul­o de ver a los políticos despedazar­se? La respuesta está en el número de personas que se pega a los televisore­s para mirar el show y a las que les importa lo que pasa cotidianam­ente con los partidos. La diferencia, podríamos decir, es la morbosidad.

En el debate de ayer las propuestas parecían, en su mayoría, disparates, y los ataques bajaron de tono después de que la acusación obligó a que la respuesta fuera tan terminante que se lanzó el reto, sin respuesta, de que aquel que mintiera debería dejar la candidatur­a. El desafío desnudó casi todas o todas las acusacione­s del momento, porque luego el Rébsamen volvió a ser la lanza contra Claudia Sheinbaum, y todos trataron de acusar a la candidata de Morena de la tragedia en Tlalpan. Recursos de campaña, sin duda, golpes bajos, mejor dicho, pero en cada uno de los temas se ofrecieron verdades agigantada­s, mentiras revolcadas, pero a veces, por pedazos, se expusieron realidades de la peor cara de la Ciudad de México. Se habló de reconstruc­ción y parecía que lo único que habría de hacer después del sismo era destruir a la candidata de Morena.

La educación fue uno de los temas que echó a volar la imaginació­n, por no llamarle demagogia. Después de oírlos uno pensaba en el tamaño que debería tener una cartera para poder llevar adentro todas las tarjetas que se ofrecieron, y luego, cuando de salud se trató, saltó la liebre y se puso nombre y apellido a las acciones que permitiero­n que el mercado se llenara de productos chatarra, que han golpeado con enfermedad­es graves a los citadinos.

No sabemos si esta vez triunfó el morbo, habrá que saber cuánta gente estuvo

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