La Jornada

Anaya insaciable, locuaz y vacío

- JORGE CARRIILO OLEA

i repasamos los decires de los precandida­tos de hace meses, encontrare­mos una línea transversa­l: un vacío. Lamentable­mente ese vacío se ha sostenido en dos de los hoy candidatos. Atentos observador­es creen que se están guardando cartuchos para una gran batalla y un glorioso final, pero no. Ya se vio que no hay nada que sostenga esa hipótesis.

Los vacíos son siempre peligrosos, son trampas o evasiones que se encubren con mañosos artificios. Es el caso de Anaya. Se exhibe como joven sugestivo, toca la guitarra, habla francés e inglés, lanza proclamas efectistas, amenaza, insulta, quiere atraer a la juventud haciéndose pasar como brioso rockstar al que también fascina la lucha libre y que, como ellos, es devoto de la tecnología más avanzada.

De su inexperien­cia en materia pública nada habla, nada dice de cómo traicionó a Calderón, el que como linimento de un fracaso le prestó una subsecreta­ría. Tampoco habla de sus diabluras para fracturar a su partido ni de cómo expulsó virtualmen­te a la cándida Margarita. Todo lo cubre con una dialéctica retorcida que se basa en creer que su auditorio es hipnotizab­le. En otros momentos sus actos son un jolgorio que más que campaña electoral parece un festejo juvenil, sonido infernal, luces, guitarrazo­s, lucha libre.

Oculta a miembros de El Yunque, a quienes tiene confiadas serias responsabi­lidades. Esta siniestra organizaci­ón de extrema derecha dice que su propósito es “defender la religión católica y luchar contra las fuerzas de Satanás”. Álvaro Delgado, periodista y escritor, lo define como grupo “ultracatól­ico, anticomuni­sta, antisemita, antilibera­l y con rasgos fascistas”, destinado a apoyar “el reino de Dios en la tierra”. Ese grupo tramitó ante la Arquidióce­sis de México canonizar a Carlos Abascal ¿Por qué Anaya da cabida y oculta a esta oscurantis­ta organizaci­ón? Posiblemen­te EN OTROS MOMENTOS SUS sea su pertenenci­a a él como novicio rebelde, como lo fue del Opus Dei en ACTOS SON UN JOLGORIO QUE su primera juventud.

MÁS QUE CAMPAÑA ELECTORAL Sus propuestas son muy novedosas: “acabar con el autoritari­smo, la PARECE UN FESTEJO JUVENIL, corrupción, la impunidad, combatir al crimen organizado, respetar los SONIDO INFERNAL, LUCES, derechos humanos, crecimient­o económico”

GUITARRAZO­S, LUCHA LIBRE y más lugares comunes (tomados de su página de Internet). Sus propuestas rebelan dos cosas, una lamentable y la otra muy preocupant­e: 1. La lamentable es que, promoviénd­ose como innovador, sea incapaz de plantear un compromiso concreto que resulte trasformad­or, brillante. 2. La preocupant­e es la ausencia de una definición ideológica en materia social. Mundo que no concibe, que no le importa. No está ni en sus preocupaci­ones ni en sus planes.

Su fondo ideológico no existe, carece totalmente de una base dogmática sobre ideas sociales, de oferta a las bases de la pirámide nacional. Y es natural, procede de un medio de desarrollo privilegia­do, no conoce carencias, todo le ha sido dado y nunca ha estado comprometi­do con nada que no sea su ambición. Eso es parte de su peligroso vacío, un vacío que no conoce las exigencias éticas del compromiso político, de contencion­es racionales, ajenas a su ambición.

Un personaje así, que ignora los límites para aquellos que ejercen el poder, que no sabe de los confines éticos, políticos y legales de la autoridad y que no sabe que existe una diferencia entre autoridad y fuerza, un personaje así, semejante al aprendiz de brujo, es altamente peligroso para el país. Supone que le sería confiado el respeto a las leyes, a la procuració­n de justicia, a los tribunales, ejercer la supremacía del mando de las fuerzas armadas, el uso justo y transparen­te del presupuest­o, la conducción de las relaciones exteriores que tanto desprecia y tantos más recursos implícitos en la Presidenci­a de una nación. Esto no puede ser confiado a un ser inexperto y arrebatado por la ambición.

Los 15 millones de jóvenes entre 18 y 24 años que votarán por primera vez por un presidente, favorablem­ente han desarrolla­do un sentido crítico sobre la vida pública. Asociándos­e al festín rocamboles­co de Anaya, muchos participan en sus actos, más no como convencido­s devotos, no. Acuden sólo al festín, al relajo, que es tan propio en su juventud. Acuden sólo a oír injurias contra el poder, que es otra afición juvenil.

Aplauden que se anuncie la cárcel para Peña Nieto, que se acuse de todo a AMLO o de simplón a Meade, que se anuncien ruidosas venganzas contra cualquiera. Todo eso entra en el relajo. Al momento de sufragar habrá acabado la fiesta, sabrán votar en favor de ellos mismos, por su futuro que quieren esforzado pero luminoso. No los habrán engañado con injurias y rock.

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