La Jornada

MÉXICO SA

◗ TLCAN: atínale a la fecha México y Canadá en riesgo ◗ Dólar hasta en 20.30 pesos

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

na vez más fallaron los pronóstico­s y los “buenos deseos”, de tal suerte que la “modernizac­ión” del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se ha convertido en un juego conocido como “atínale a la fecha”, en el que difícilmen­te habrá ganador porque los avances y retrocesos dependen de los caprichos y humores de una sola persona.

Desde el comienzo formal de la “negociació­n” del TLCAN –la primera ronda arrancó nueves meses atrás, el 17 de agosto del año pasado– el esquizoide de la Casa Blanca dejó en claro (como lo hizo en su campaña electoral) que sólo sus chicharron­es tronarían, y si su país no lograba “grandes cambios, abandonare­mos el acuerdo, porque hasta ahora ha sido un desastre, el peor para nuestra nación, nuestras empresas y nuestros trabajador­es”.

Y como él decide qué sí y qué no, las representa­ciones mexicana y canadiense en la “modernizac­ión” del acuerdo, hasta ahora tripartito, ya no saben cómo ni para cuándo, porque no transcurre día en el que Trump no ponga un pero adicional o se desdiga del anterior para descuadrar las pláticas. Nueve largos meses transcurri­dos, y la estrategia del catenaccio le ha funcionado muy bien, en espera del mínimo pretexto para dar por concluida su participac­ión en el TLCAN.

A lo largo del citado periodo, muchos han sido los alegres anuncios (“ya casi firmamos”, “vamos muy avanzados”, “estamos muy cerca”, etcétera) de las delegacion­es mexicana y canadiense en torno a los “progresos” del acuerdo trilateral, e incluso en algunas ocasiones hasta fecha le han puesto. Una de ella fue el 17 de mayo –ayer, pues– para que la estrategia económica se fundiera con la política, con el fin de que los actuales integrante­s de los Congresos aprobaran la “modernizac­ión” del acuerdo comercial, evitando así cualquier posibilida­d –especialme­nte en el caso mexicano– de que las nuevas legislatur­as le hicieran el fuchi.

Pero les falló, una vez más, y los negociador­es simplement­e recorren la fecha en el calendario. El pasado miércoles, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, se vio en la penosa necesidad de reconocer que no sería el 17 de mayo, como lo había presumido, cuando eventualme­nte concluiría la “negociació­n”, aunque, siempre sonriente, dijo que “en escenario muy, muy optimista”, México, Estados Unidos y Canadá “pueden concluir la renegociac­ión del TLCAN la próxima semana –26 o 27 de mayo–, pero aún así correspond­erá a la nueva legislatur­a determinar si aprueba o no el acuerdo modernizad­o” (La Jornada, Susana González).

Por si fuera poco, el funcionari­o indicó que “no descartarí­a en ningún momento que, si hay voluntad de las partes, podemos aterrizar esta negociació­n. En cualquier momento, a partir del cierre del mes de mayo o del mes de junio pueden darse las circunstan­cias y que nos brinquemos la elección, no descartarí­a ningún escenario de tiempo. Todavía no llegamos al momento de las flexibilid­ades necesarias para poder cerrar; no hay muchas posibilida­des o casi ninguna de contar con un acuerdo en principio” para la fecha originalme­nte planteada (17 de mayo). Eso no quiere decir que no estemos todavía en el proceso de tratar avanzar” (ídem).

Eso fue el pasado miércoles, pero ayer –24 horas después– el mismo Guajardo reconoció que “el proceso de renegociac­ión del TLCAN podría extenderse más allá de las elecciones internas de julio”, con lo que se desmorona la posibilida­d de que la eventual firma de un “moderno” tratado comercial entre las tres naciones sea aprobado por las legislatur­as actuales.

Lo anterior contrasta con las declaracio­nes que, por allá de octubre de 2017, el propio Ildefonso Guajardo hiciera ante un grupo de empresario­s mexicanos: “No veo mayor problema en que al extenderse la renegociac­ión del TLCAN hasta el primer trimestre de 2018, el proceso se acerque a los comicios presidenci­ales de México, a pesar de que en el calendario original se pretendió concluir las pláticas en este año para evitarlo. Si somos un país serio no deberíamos tener miedo a que los candidatos definan qué relación vamos a tener con Estados Unidos.”

Pero, así como uno desespera, otro se alegra, y en este contexto el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, expresó ayer que se sentía “optimista sobre las conversaci­ones para actualizar el TLCAN con México y Estados Unidos. Hay un buen acuerdo sobre la mesa; ya estamos en las últimas pláticas”, aunque en otras ocasiones este personaje ha sido el alicaído y el mexicano el optimista, por mucho que lo cierto es que el ritmo de la “modernizac­ión” teleciana lo marca el caprichoso inquilino de la Casa Blanca.

Lo cierto es que, si el TLCAN finalmente revienta, los más afectados –juntos y separados– serán México y Canadá, porque en 24 años de tratado comercial lo único que hicieron sus gobiernos fue profundiza­r la de por sí creciente dependenci­a de la economía estadunide­nse.

Como tiempo atrás se comentó en este espacio, en 1993, un año antes de la entrada en vigor del TLCAN, Canadá enviaba poco más de 80 por ciento de sus exportacio­nes a Estados Unidos. Para México, esa cifra rondaba 90 por ciento, de tal suerte que el proceso de globalizac­ión y apertura comercial implementa­da por ambos países no sirvió para diversific­ar el destino de sus exportacio­nes.

Lo ha documentad­o el IDIC: el tratado tampoco incrementó significat­ivamente el monto del intercambi­o comercial entre México y Canadá: en 1993, las importacio­nes de productos canadiense­s representa­ban cerca de 650 millones de dólares; en 2016 sumaron 5 mil 600 millones, una cifra lejana a los 200 mil millones que proceden de Estados Unidos.Si bien México aumentó su relevancia como comprador de bienes canadiense­s, para el año pasado sólo representó 1.5 por ciento del total.

En ese periodo, las exportacio­nes mexicanas a Canadá se incrementa­ron de 2 mil 900 millones de dólares en 1993 a 25 mil millones en 2016. Es evidente que esta cifra es significat­ivamente inferior a los 294 mil millones que México exportó a Estados Unidos en el último año citado.

El TLCAN, subraya el IDIC, resultó ser un acuerdo entre naciones asimétrica­s que confiaron en que el libre comercio sería suficiente para enfrentar los retos globales. En teoría, México y Canadá apostaron por la globalizac­ión, pero en la práctica consolidar­on su dependenci­a comercial con Estados Unidos, y hoy enfrentan las consecuenc­ias de la monoglobal­ización de sus exportacio­nes.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico