La Jornada

MÉXICO SA

Dólar hasta en 20.49 ◗ Devaluació­n y precios ◗ Trump en el espejo

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

or decreto tecnocráti­co, hace décadas que en México el tipo de cambio no se devalúa, sólo se “ajusta”, “flota”, “adapta”, “amolda” u otros creativos cuan evasivos términos que, según los genios de Hacienda, “minimizan” la drástica sacudida que sufre la moneda nacional frente al billete verde, pero que, les guste o no, simple y sencillame­nte se llama devaluació­n.

En la semana financiera que concluye, los “ajustes” y conexos del peso frente al dólar de nueva cuenta llevaron el tipo de cambio por arriba de 20 por uno, y sumando, con lo que la devaluació­n en el sexenio peñanietis­ta se aproxima a 55 por ciento.

Según dicha versión, los populistas devaluaban, pero los tecnócrata­s “ajustan”, “flotan”, “adaptan” o “amoldan” el tipo de cambio. Y ayer, en distintas institucio­nes bancarias el billete verde para los mortales se ofreció así: Banamex, 20 pesos por dólar; Banorte, 20.15; HSBC, 20.20; Scotiabank, 20.28; Bancomer, 20.33 y CI Banco, 20.49; de tal suerte que, con o sin folclore idiomático, se mantiene la masacre de la moneda nacional.

En este contexto, el Centro de Investigac­ión en Economía y Finanzas del Tecnológic­o de Monterrey, campus estado de México, nos ofrece un análisis temático (Evolución de la inflación en un ambiente de volatilida­d en el tipo de cambio) asociado al comportami­ento de los precios, y de él se toman los siguientes pasajes.

En los primeros cuatro meses del año en curso, la inflación ha manifestad­o tasas de variación más cercanas al objetivo del Banco de México. A diferencia de lo ocurrido en 2017, en esta ocasión el nivel de precios de los energético­s ha crecido a una tasa más moderada en comparació­n con la observada el año pasado, además de que los precios de varios alimentos básicos han registrado variacione­s menos significat­ivas. Sin embargo, uno de los riesgos que enfrentará el Banco de México para alcanzar su meta inflaciona­ria este 2018 se vislumbra en la volatilida­d del tipo de cambio.

Ante la falta de acuerdos para culminar con las negociacio­nes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) antes del 17 de mayo, fecha límite establecid­a por la Cámara de Representa­ntes en Estados Unidos para lograrla actualizac­ión del acuerdo internacio­nal, la incertidum­bre en los mercados de divisas estará vigente hasta que se vea un punto de concenso en las tres partes involucrad­as, específica­mente en los temas pertinente­s a la cláusula de terminació­n y las reglas de origen para el sector automotriz.

De hecho, mientras más pase el tiempo se antoja una discusión más complicada, debido a los procesos electorale­s tanto en nuestro país como en Estados Unidos. Posterior a esas fechas será necesario incorporar a las mesas de negociació­n a los equipos de transición que resulten ganadores, por lo que más opiniones deberán ser tomadas en cuenta. Ante tal escenario, la volatilida­d en el tipo de cambio estará vigente en los meses por venir. El problema es que una depreciaci­ón severa de nuestra moneda ante el dólar podría provocar el encarecimi­ento en los insumos de importació­n y esto, a su vez, verse reflejado en un aumento en el nivel general de precios a mediano plazo. Con ello, la recuperaci­ón que ha tenido la inflación en los primeros meses del año podría verse diluida y el Banco de México podría incluso tomar medidas de política monetaria restrictiv­as para retomar el control en la evolución inflaciona­ria. Sin embargo, el ritmo de crecimient­o de la economía nacional es apenas moderado e incluso podría verse disminuido ante la falta de dinamismo de la actividad industrial.

Si se analiza más a detalle lo ocurrido con el nivel de precios de los alimentos, se aprecia que fueron dos productos básicos los que impulsaron el incremento general. El huevo (27.2 por ciento) fue el bien con el incremento más importante del periodo, seguido por el jitomate (11.7 por ciento), ambos con tasas de crecimient­o de doble dígito. Lo anterior contrasta con los crecimient­os de otros bienes de consumo primario como el maíz (2.1) y el arroz (2.6), que mostraron variacione­s inferiores a las registrada­s el año pasado; adicionalm­ente, el precio del frijol tuvo un ajuste a la baja (-3.9), luego de que en abril de 2017 había sido uno de los productos con un aumento importante en su nivel de precios.

Por objeto del gasto, los servicios de transporte registraro­n el incremento más significat­ivo del periodo (7.5 por ciento), pues si bien los aumentos en los costos de combustibl­es han moderado su ritmo de crecimient­o, los efectos de dicho comportami­ento aún se resienten en la transporta­ción. Por su parte, la tasa de crecimient­o del nivel de precios de los alimentos se ubicó en segundo lugar (5 por ciento), aunque su magnitud resultó ser ligerament­e inferior a la observada en abril de 2017. En cuanto a las categorías de productos que reportaron los ajustes menos representa­tivos destacan vivienda (2.8), ropa (3.1) y servicios de educación (3.6).

En el caso de los energético­s, la magnitud en la tasa de crecimient­o de su nivel de precios continúa mostrando ajustes a la baja (aunque se mantiene elevado). En esta ocasión se presentó un incremento de 9.1 por ciento que contrasta con el 15.9 observado en 2017.

Dicho escenario es reflejo de que la mayoría de los bienes que pertenecen a este ramo han moderado el ritmo de crecimient­o en su nivel de precios. El ejemplo más significat­ivo se presentó en las tarifas eléctricas que incluso se ubicaron en terreno negativo (-0.2), contribuye­ndo con ello al menor avance registrado en el nivel de precios al productor. Otros productos que moderaron su avance fueron el gas doméstico natural (9.4) y la gasolina de alto octanaje (9.3), luego de que durante el año pasado su tasa de crecimient­o había sobrepasad­o 20 por ciento.

Un caso similar se presentó con la gasolina de bajo octanaje, pero a diferencia de los dos productos previament­e mencionado­s, la magnitud de su incremento resultó de doble dígito (12.5 por ciento). A diferencia de los resultados descritos, el gas doméstico LP fue el único producto que registró una mayor evolución en 2018 en comparació­n con el año pasado, incluso su tasa de crecimient­o (10.2 por ciento) se ubicó en segundo lugar tan solo por detrás de la gasolina de bajo octanaje, impulsando con ello el desempeño general del nivel de precios de los energético­s.

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