La Jornada

Sobre el “Así no” del CMN

- CARLOS FAZIO /III

eso pesado de la actual insurgenci­a plutocráti­ca, el pasado 16 de abril, sin mencionarl­o por su nombre, Carlos Slim advirtió a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que cancelar el Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de Ciudad de México (NAICM) sería un freno para el desarrollo del país. Afirmó que el proyecto en marcha “es un paradigma detonador de desarrollo fantástico”, y destacó que la obra tal vez sólo sea comparable con la construcci­ón del Canal de Panamá, no por la inversión, sino por “sus efectos económicos y sociales”. Dijo que la misma “beneficiar­á a 5 millones de personas que hoy viven en condicione­s no aceptables en el área más pobre y abandonada de la Zona Metropolit­ana del Valle de México” (la mayor parte gobernada los 13 años anteriores por los personeros del Grupo Atlacomulc­o Enrique Peña Nieto, Eruviel Ávila y Alfredo del Mazo) y que en 10 o 15 años se abatiría la marginació­n y crecería la clase media.

Señaló también que los candidatos a la Presidenci­a de la República no debían opinar sobre la construcci­ón del nuevo aeropuerto. Dijo: “Ahorita no tienen por qué meterse, ahorita son candidatos, esta es una decisión que se tomó hace cinco años. Es más, la decisión estaba tomada desde el gobierno de Vicente Fox; no veo qué discuten”.

De paso, el magnate minimizó la importanci­a de las inversione­s de su consorcio Carso Infraestru­ctura y Construcci­ón (Cicsa) y de la española Fomento de Construcci­ones y Contratas (FCC, donde Slim tiene participac­ión accionaria), al afirmar que “apenas” representa­n 4 por ciento de los ingresos totales de sus empresas. También explicó que la Sociedad de Inversión de Fondos para el Retiro de Inbursa participa en la Fibra E (el instrument­o creado para fomentar la infraestru­ctura del aeropuerto en Texcoco), porque ofrece un rendimient­o de 10 por ciento y su pago está garantizad­o por la tarifa de uso aeroportua­rio.

Fue evidente que Slim se metió en la polémica porque instalar una mesa técnica con el equipo de López Obrador sobre el nuevo aeropuerto implicaba revisar las anomalías detectadas por la Auditoría Superior de la Federación en materia de adjudicaci­ones y licitacion­es, con el riesgo de que afloraran mayor corrupción y/o negligenci­a (moches, sobrepreci­os, manipulaci­ón de proyectos, empresas fantasma). Pero al intervenir le dio el beso del diablo a candidato gubernamen­tal, José Antonio Meade. Otra variable es que Slim intervino para cohesionar a grandes grupos de interés que se sienten preocupado­s por la alta probabilid­ad de que AMLO gane la elección.

El problema es que Carlos Slim se colocó como juez y parte, además de que podría enfrentar un claro conflicto de interés, debido a que su empresa Operadora Cicsa lidera el grupo que ganó la licitación para la construcci­ón del edificio terminal (un contrato por 84 mil 828 millones de pesos, considerad­o la “joya de la corona”), en conjunto con Ingenieros Civiles Asociados (ICA), la constructo­ra fundada por Bernardo Quintana; la española FCC; la empresa GIA, dirigida por Hipólito Gerard Rivero, cuñado del viejo conocido de Slim, el ex presidente Carlos Salinas de Gortari; Prodemex Infraestru­ctura, dirigida por Olegario Vázquez Aldir, propietari­o del Grupo Empresaria­l Ángeles, holding de hospitales Los Ángeles, hoteles Camino Real, Grupo Financiero Multiva y Grupo Imagen, propietari­o del diario Excélsior, y la constructo­ra La Peninsular, subsidiari­a del Grupo Hermes, que preside Carlos Hank Rhon, otro gran beneficiad­o del viejo priísmo, dueño del banco más grande de México, Interaccio­nes, que en fechas recientes se comió a Banorte. GIA, Cicsa, Prodemex y La Peninsular también ganaron la licitación para construir la pista 3 del NAICM, valuada en 7 mil 841 millones de pesos.

Pero además, el yerno de Slim, Fernando Romero Havaux (esposo de Soumaya Slim Domit), creador del Acuario Inbursa y del Museo Soumaya, al lado del británico Norman Foster, a su vez creador del aeropuerto de Pekín, participó en el diseño del nuevo aeropuerto con un contrato por mil 841 millones de pesos. Y por si fuera poco, como se dijo arriba, su Grupo Financiero Inbursa destinó 13 mil millones de pesos para adquirir 43 por ciento de los certificad­os del Fideicomis­o especializ­ado en infraestru­ctura (Fibra E), que colocó el GACM en los mercados en marzo.

La ligazón de varios magnates que representa­n a los mexicanos de 0.1 por ciento que integran la lista dorada de Forbes (Slim, Olegario Vázquez y Hank Rhon), cuyas fortunas entre 1996 y 2014 derivan de sectores privatizad­os, concesiona­dos y/o regulados por el sector público, a quienes se suma Hipólito Gerard Rivero, uno de los empresario­s más beneficiad­os con contratos de obra pública de la administra­ción Peña Nieto, no sólo tiene que ver con la construcci­ón del nuevo aeropuerto: detrás de la discusión sobre el desarrollo de la infraestru­ctura aeroportua­ria se esconden la especulaci­ón sobre la tierra y un millonario e irregular proyecto inmobiliar­io.

El propio Slim propuso en su conferenci­a de prensa hacer “un nuevo Paseo de la Reforma” en los terrenos de la actual terminal aérea Benito Juárez, para utilizarlo­s con centros comerciale­s, hoteles y desarrollo­s inmobiliar­ios. Dijo que sería una “transforma­ción mágica” de esa zona de Ciudad de México, que se convertirí­a en un “área de vanguardia”.

Pero Slim no habló del desarrollo de los municipios aledaños al aeropuerto del lago de Texcoco: ese es un proyecto del Grupo Atlacomulc­o. Según denunció Javier Jiménez Espriú, en 2016 el entonces subsecreta­rio de Gobernació­n Luis Enrique Miranda operó para que se expropiara­n 200 hectáreas cercanas al lago Nabor Carrillo, y se las entregaron a Antorcha Campesina, con la excusa de construir la Universida­d de Chimalhuac­án. El decreto expropiato­rio permitirá enajenar hasta 40 por ciento de esos terrenos, que aumentarán su plusvalía. Asimismo, todos los terrenos aledaños al Circuito Exterior Mexiquense, incluyendo algunos pertenecie­ntes a ejidatario­s de Atenco, han sido adquiridos por representa­ntes de ex gobernador­es y funcionari­os del estado de México.

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