MÉXICO SA
Urge cambio de modelo ◗ Fuera dogma económico ◗ TEPJF: ¿hasta cuándo?
hora que las amenazas del esquizoide de la Casa Blanca se hicieron realidad, es necesario recordar que a lo largo de dos años –campaña electoral incluida– Donald Trump advirtió que, nada más instalarse en la oficina oval, “transformaría” las reglas comerciales imperantes y que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte terminaría en el bote de la basura, porque en todo caso “son preferibles los acuerdos bilaterales”, aunque “en cualquiera de los casos Estados Unidos va primero”.
Durante ese periodo los genios del gobierno peñanietista alegremente aseguraron que el gringo sólo blofeaba, que ese era su estilo de negociar, a lo bárbaro, y por lo mismo oficialmente desestimaron insultos y amenazas. Pues bien, a la vuelta de los meses las “fanfarronerías” de Trump se hicieron realidad, y esto apenas comienza.
Pero hay una realidad que atender y un modelo que transformar, aunque de eso no hablan los citados genios mexicanos que han quedado congelados. ¿Qué hacer ante el golpeteo del gringo orate? Como lo plantea el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (de cuyo análisis se toman los siguientes pasajes) “la guerra comercial desatada por Estados Unidos obliga a tomar decisiones más allá de los dogmas económicos que han generado el modesto crecimiento económico de 2.5 por ciento anual promedio” a lo largo de los pasados 36 años.
México no debe depender de la decisión de un solo hombre o de los intereses de otra nación. Se precisa la creación de una alianza nacional que genere un nuevo programa económico basado en la fortaleza interna para enfrentar el desafío que llega desde el exterior. Existen coyunturas que definen el futuro de una nación y la nuestra se encuentra en una de ellas. Llegó el momento de modificar la estrategia de política económica, los desequilibrios externo e interno lo imponen.
No hay espacio para divisiones ni aprendizajes. México no puede llegar dividido a enfrentar desafíos tan diversos: la renegociación del TLCAN, el cambio de gobierno,la desaceleración de la economía, el aumento de la inseguridad y el combate a la corrupción. No es tiempo para adeptos; es hora para aptos. La presión de Donald Trump y los problemas estructurales del país (pobreza, bajo crecimiento, inseguridad y corrupción, principalmente) reclaman acciones y liderazgos comprometidos.
Reconocer que el TLCAN puede llegar a su fin no debe ser tomado como la terminación del intercambio económico de la región, sino como el inicio de la construcción de otro marco legal para la interacción regional.Es momento de la obsesión por el crecimiento económico y la política industrial globalmente productiva y competitiva: el servicio exterior y ProMéxico deben ser consideradas instituciones estratégicas, no como políticas o sólo con fines comerciales.
El multilateralismo no es del agrado del mandatario estadunidense: Trump desea reconstruir el orden global alrededor de la economía de Estados Unidos. La profundidad del desequilibrio llega a la ausencia de una entidad pública que tenga como objetivo asegurar un mayor crecimiento económico de México. Es momento de unidad nacional: en un mes se habrá terminado el proceso electoral, las descalificaciones políticas no servirán para enfrentar los desafíos reales, los que atentan contra el bienestar y el desarrollo de México. Será momento, para quien triunfe y para el gobierno saliente, de actuar con responsabilidad, serenidad, conocimiento, diligencia y eficacia.
No hay espacio para promesas sin sustento, para posturas medianas o liderazgos dubitativos. México no puede llegar dividido a enfrentar desafíos tan diversos: renegociación del TLCAN, cambio de gobierno, desaceleración económica, aumento de la inseguridad y combate a la corrupción. Se requiere un liderazgo que aglutine lo mejor de México y lo más importante: comprender que un mes de elecciones no vale el destino de México y que ninguna posición política tiene todas las respuestas. De seguir escalando la guerra arancelaria, el fin del acuerdo podría ser una conclusión.
La falta de audacia para buscar acercamientos con otras regiones del mundo –producto de abandonar por más de 30 años una política exterior profesional y de estrategia global–, no construir un gran acuerdo nacional para elaborar una agenda interna emergente de fortalecimiento productivo y de consumo interno con un pacto que aglutinara a empresas, universidades y grupos políticos alrededor de un nuevo programa económico; centrarse sólo en la negociación comercial –producto del dogma de que el libre comercio es suficiente para hacer crecer a nuestro país y no reconocer que Trump busca diluir el multilateralismo, tienen a México en la actual situación. Llegó el momento de modificar la estrategia de política económica, los desequilibrios externo e interno lo imponen.