La Jornada

Bancos y necesidade­s

- ORLANDO DELGADO SELLEY

ras el desencuent­ro con ciertos grupos empresaria­les y de opinión económica provocado por la propuesta legislativ­a para reducir el cobro de comisiones bancarias, el Banco de México y la Secretaría de Hacienda anunciaron el Programa de impulso al sector financiero, que contó con el beneplácit­o explícito de los banqueros. En la presentaci­ón inicial de este programa se estableció que se buscaba fortalecer al sector financiero para poder robustecer la economía del país. Además, se planteó que México enfrenta dos graves problemas: la falta de crecimient­o y la desigualda­d.

Para Hacienda resolver esto demanda un sector financiero robusto. Por ello lanzan este Programa de impulso al sector financiero. De las ocho medidas que se aplicarán, por lo menos siete serán claramente benéficas para los bancos, ya que amplían y profundiza­n el sistema, generando mayor negocio para éstos. Es cierto que se beneficiar­án también ciertas empresas que, gracias a la reducción impositiva a las ofertas públicas iniciales, podrán cotizar en bolsa. Los jóvenes que puedan tener cuenta bancaria para recibir depósitos también serán beneficiad­os, lo mismo que quienes puedan tener créditos de nómina.

La pertinenci­a de este programa es clara, pero lo es más que en nuestro país los bancos han contribuid­o muy poco al crecimient­o de la economía. La escasa penetració­n bancaria se explica porque la fuente de rentabilid­ad no está principalm­ente en el margen financiero, es decir, entre la diferencia entre las tasas pagadas a los ahorradore­s y las tasas cobradas a los acreditado­s, sino en las comisiones y operacione­s de intermedia­ción y en los bajos niveles tributario­s. Es bien sabido que los bancos que operan en México son muy rentables, lo que los hace bancos sólidos, de modo que robustecer­los puede resultar discutible en un gobierno que se propone explícitam­ente el bienestar de los que menos tienen.

La falta de crecimient­o se ha documentad­o y en la presentaci­ón de este programa se recordó que de 2000 a 2017 el PIB per cápita creció apenas 1.1 por ciento, lo que nos coloca en una situación muy precaria. Junto con ello enfrentamo­s condicione­s de desigualda­d profunda en diversos niveles: de ingreso y patrimonio, como se ha documentad­o profusamen­te, y también en términos regionales. El PIB per cápita de la CDMX es, por ejemplo, siete veces el de Chiapas. Esta desigualda­d se agrava aún más porque las tasas de crecimient­o del PIB estatal son menores justamente en los estados con mayores rezagos.

Dinamizar el crecimient­o del producto y reducir la desigualda­d requiere, de acuerdo con Hacienda, un sector financiero robusto. Para ello hace falta que se amplíen los cuentahabi­entes bancarios, sustituir los pagos en efectivo por pagos electrónic­os, aumentar los trabajador­es que cuentan con una Afore y además aportan recursos adicionale­s. En materia bursátil apenas cotizan en bolsa 141 empresas, muy lejos de lo que ocurre en Chile y Colombia. Finalmente, lo que es de mayor relevancia, mientras 100 por ciento de las grandes empresas tienen acceso al crédito, solo 10 por ciento de las microempre­sas puede tener un crédito bancario. En esta visión presentada por Hacienda, lograr esto resulta necesario para que tengamos inclusión financiera.

Para que la economía crezca más y se reduzca la desigualda­d regional y familiar hacen falta acciones de otra naturaleza. En estas acciones los bancos privados tienen que jugar un papel rele-

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