La Jornada

Tras un manotazo Trump abandona el diálogo con los líderes demócratas

Sólo 25% de estadunide­nses apoya el cierre del gobierno debido al muro

- DAVID BROOKS CORRESPONS­AL NUEVA YORK

El presidente Donald Trump, en medio del caos que él mismo ha provocado, con un cierre parcial del gobierno federal, el éxodo de “adultos” de la Casa Blanca, conflictos con militares y su propio Departamen­to de Justicia como la sombra permanente de las investigac­iones sobre él y sus socios, enfrenta ahora, por primera vez desde que llegó a la presidenci­a, una Cámara de Representa­ntes al mando de la oposición. Ante todo esto, su propuesta es: generar más caos.

Este miércoles en la Casa Blanca el presidente golpeó la mesa con la mano, se levantó y abandonó una reunión para negociar acerca del cierre parcial del gobierno, después de que la nueva líder de la mayoría demócrata, Nancy Pelosi, reiteró que no apoyará los fondos para su muro.

“Acabo de salir de una reunión con Chuck (Schumer, líder de la minoría demócrata en el Senado) y Nancy, una pérdida de tiempo total”, tuiteó poco después, explicando que les planteó que si permitían la reapertura del gobierno ellos “aprobarían Seguridad Fronteriza que incluye un muro o una Barrera de Acero” y que “Nancy dijo, NO. Yo dije bye-bye”.

El senador Schumer calificó la reacción como otro “berrinche” y los demócratas exigieron de nuevo que el presidente ponga fin a una clausura parcial que ha afectado en lo inmediato a unos 800 mil trabajador­es federales –incluidos jueces de inmigració­n (creando aún más demoras), los guardacost­as, inspec- tores de salud y medio ambiente y alguaciles en tribunales federales como los que vigilan al El Chapo– y que pronto podría tener consecuenc­ias más severas para millones de personas que dependen de asistencia o programas federales.

Después de que su mensaje a la nación la noche del martes decepcionó a casi todos –incluyendo a no pocos legislador­es de su propio partido–, ya que no incluía ninguna ruta de salida de la, por ahora, segunda clausura parcial del gobierno federal más larga de la historia (estamos en el día 19 y la más larga duró 21 días, en 1995), este miércoles no se vislumbrab­a una solución de la disputa política.

Trump reiteró que aún podría declarar una “emergencia nacional” y con ello utilizar fondos de otros programas ya financiado­s para iniciar la construcci­ón de su muro, aunque eso provocaría una disputa sobre su legalidad y detonar lo que algunos advierten podría ser una crisis constituci­onal.

A pesar de que por ahora los republican­os –aunque ya hay disidentes– están apoyando la posición del presidente, la Casa Blanca se ve cada vez más aislada y desorganiz­ada al continuar el éxodo en su gobierno, incluidos el jefe del gabinete, John Kelly, y el secretario de Defensa, John Mattis, ambos ex generales que eran “los adultos” encargados de controlar al presidente.

Las salidas no han sido amistosas, sobre todo en el caso de Mattis, quien en su carta de despedida criticó las políticas de este gobierno, provocando a su ex jefe, quien respondió con un insulto al declarar que “esencialme­nte” lo había despedido, cuando en los hechos Mattis renunció. Más aún, Trump indicó que él mismo “habría sido un buen general”. El comandante en jefe se ha burlado de otros generales que se han atrevido a criticarlo en días recientes, provocando asombro ante su falta de respeto y sus posibles consecuenc­ias.

Rumor sobre salida del subprocura­dor Rosenstein

En otro frente, se especula que el subprocura­dor general Rod Rosenstein, jefe directo del fiscal especial Robert Mueller, quien encabeza la investigac­ión sobre la presunta colusión con los rusos y posible obstruccio­nes de justicia de la campaña y socios de Trump, podría dejar su cargo próximamen­te, provocando preocupaci­ón por cómo escudar la investigac­ión ante los deseos de Trump de anularla.

Hablando de esa investigac­ión, esta semana se reveló que Mueller está acusando al ex jefe de la campaña electoral de Trump, Paul Manafort, de haber compartido informació­n y encuestas internas durante la contienda electoral con un ruso vinculado a los servicios secretos de Moscú.

En un caso no relacionad­o, la mujer rusa que participó en la ya famosa reunión (que investiga Mueller) en la Torre Trump con un hijo del magnate, su yerno y funcionari­os de la campaña electoral, fue formalment­e acusada esta semana en Nueva York de un cargo de obstrucció­n de la justicia en un caso de lavado de dinero.

Pero tal vez lo más preocupant­e para Trump son las investigac­iones sobre sus negocios realizadas por fiscales federales y estatales en Nueva York, o sea, casos separados a los de Mueller, y sobre los cuales tiene menos control y que podrían culminar con acusacione­s criminales contra integrante­s de su familia y hasta contra él mismo.

Mientras tanto, su histeria antimigran­te y la obsesión con su muro empiezan a brindar menos resultados políticos. Las encuestas registran que sólo 25 por ciento respalda la clausura del gobierno por un muro, y 35 por ciento apoya financiar la barrera, según una encuesta de Reuters/Ipsos.

Ni uno de los nueve representa­ntes federales, tanto demócratas como republican­os, que representa­n los distritos a lo largo de la frontera, apoyan el muro, reportó CBS News.

Uno de ellos, el representa­nte federal Raúl Grijalva, de Arizona, hijo de un bracero y líder del Caucus Progresist­a, declaró que Trump “optó por el temor sobre los hechos en su vergonzoso discurso a la nación al argumentar por su muroego, y el pueblo estadunide­nse no lo está comprando. Ni un centavo debería dedicarse a financiar al monumento de odio de Trump”.

El representa­nte novato Jesús Chuy García, de Chicago, también de origen mexicano, calificó el muro de “inmoral, inefectivo y un desperdici­o de recursos”.

En tanto, el cineasta Michael Moore anunció que la entrada, las palomitas y los refrescos en sus dos salas de cine en Michigan serán gratis para todos los empleados federales y sus familias mientras continúa el cierre del gobierno. El famoso chef José Andrés ha ofrecido almuerzos gratis a todo empleado federal en sus restaurant­es en Washington, y otros dueños de locales de comida en diversas partes del país han empezado a seguir su ejemplo.

Muchos dicen que no hay crisis en la frontera, la crisis real está en Washington.

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