EL CORREO ILUSTRADO
lina, bien podrían las autoridades compensarnos a los automovilistas con reducir a una, en vez de dos veces al año, la verificación vehicular, que como ha quedado demostrado sirve de muy poco, casi nada para reducir la contaminación del aire, misma que no cederá, aunque se hicieran verificaciones bimestrales, porque como es sabido las principales causas del problema son la mala calidad de las gasolinas y las industrias al norte de Ciudad de México, ya que los vientos corren de norte a sur.
Como hemos señalado antes, en Los Ángeles, California, las verificaciones vehiculares se realizan cada dos años. Los automovilistas estaríamos muy agradecidos si se nos apoyara con esta medida, pues en una ciudad tan complicada como la capital de la República, ese trámite dos veces por año es agobiante: consume nuestro tiempo, energía y dinero, además, sólo opera en beneficio de los dueños de los verificentros. encuentra saturada y con un enorme rezago de estos servicios, que desde hace tiempo han sido subrogados a laboratorios privados por falta de instalaciones apropiadas en la infraestructura del Issste.
Por citar un solo ejemplo nodal, la clínica Indianilla tiene un rezago de seis meses para poder referir a sus pacientes a algún laboratorio externo, porque su presupuesto de 2018 se agotó desde mediados de ese año y los pacientes nos quedamos esperando la asignación para 2019, pero todo parece indicar que los recursos para el presente año no serán suficientes para cubrir la ingente necesidad en este rubro particular en donde se encuentran las personas que más sufren en términos de dolor físico.
En tal sentido y sin dejar de reconocer el compromiso de austeridad que impone la Cuarta Transformación de la República, hago un encarecido llamado a las autoridades de Salud y del Issste, para que revisen el presupuesto asignado, da manera de aliviar efectivamente el rezago creciente que experimenta la atención de estos servicios particularmente sensibles para los derechohabientes más vulnerables. allá me aficioné al buen café. Un buen día uno de los ejecutivos me mandó llamar y me dijo: Floresan (señor Flores en japonés) “como usted es un experto en café”, aquí le ofrezco esta muestra para que me diga si esto es café. Por favor pruébela.
Tomé un pedacito, lo olí y me lo llevé a la boca para degustarlo. Pues sí, huele y sabe como el café, pero no estoy muy seguro. Luego me dijo, ¿sabe usted qué es esto? Era azúcar quemada con saborizantes y solventes para fabricar el famoso Nescafé. De eso hace más de cinco décadas. Como estudiante, viví dos años en Viena, Austria, y luego trabajé seis meses en Zurich y otros tantos en Ginebra, Suiza, y tengo muy buenos amigos suizos, éstos no consumen Nescafé, pero si café importado de Brasil, Colombia, México y otros lados. Así que tienen razón los dirigentes del Consejo Regional del Café (CRC) en defender sus cultivos y evitar que nos vendan su café chatarra.