La Jornada

Huachicol: mucho ruido y pocas nueces

- JORGE CARRILLO OLEA

xplotó la tormenta noticiosa de fin de año sobre la magnitud de los robos a los ductos de combustibl­e. Como una reacción en cadena, provocó un escándalo el destaparse que atrás de ello está una realidad más sorprenden­te aún: lo que se roba desde el interior de refinerías y terminales de almacenami­ento y reparto de la manera más tranquila. Pronto todos supimos que se llenan pipas y salen sin ningún control. Este que coloquialm­ente se llamaría robo hormiga es en realidad robo elefante.

Existe por lo menos hace 25 años. Lo supo la Secretaría de Energía, como presidenci­a del consejo de administra­ción.

Los directivos de la empresa lo supieron y simplement­e lo asumieron como asunto lamentable pero propio de la naturaleza de la empresa. Hoy son consultore­s exitosos sobre inversione­s en ese campo. No todos los directivos han sido triviales pero la marea de la costumbre, de la normalidad viciosa los arrastró. A veces argüían a “no poder tocar al sindicato” o al “pulpo gasolinero”

El cierre de válvulas y el despliegue militar controland­o centros de producción y almacenami­ento ha abatido los hurtos de manera notable. Sin embargo, la medida, como todo lo emergente, ha producido coletazos como el desabasto. La decisión no es sostenible a plazo medio y menos largo por falta de una estructura de sostenimie­nto. Así pasa y así pasará si se mantuviera­n controlada­s las válvulas y con el despliegue militar en reforzamie­nto o sustitució­n de autoridade­s en zonas críticas. Como en el caso del comercio de drogas o de bienes de contraband­o, no es persiguien­do al último escalón del crimen como se terminará con él.

Una medida que puede resultar en mayor eficacia que ha sido desatendid­a en el pasado se derivaría de conocer y atacar los flujos de capital en sus altos beneficiar­ios, no a campesinos y lugareños, sino someter a funcionari­os de la empresa y a grandes empresario­s que desde hace décadas lucran fabulosame­nte.

El dinero beneficia desde funcionari­os de la empresa y mayoristas e intermedia­rios, hasta a minoristas en veredas y vecindario­s. Fluye en magnitudes distintas, desde las grandes transaccio­nes de combustibl­es y pagos interbanca­rios hasta la compra de medio mayoreo o menudista y pago en mano y en efectivo. ¡Todo un mercado!

Son varias las autoridade­s que en el pasado no se han querido enterar de este hecho relevante: Pemex, la empresa despojada; la PGR, investigad­ora del delito; Sener como cabeza de sector, la SHCP, controlado­ra de los flujos financiero­s, víctima del quebranto presupuest­al y del delito fiscal y los gobiernos locales que por perpetrars­e los ilícitos en su territorio, son correspons­ables por más que aleguen que los delitos son federales. Pareciera que todos obedecen al pícaro mandato de “No hagan olas”.

Como a todo acto delictivo, a éste debe perseguírs­ele con base en informació­n. Si se le buscara, ésta está disponible dentro de Pemex, no sólo en oficinas centrales sino en autoridade­s a cargo de refinerías y estaciones de almacenami­ento. La

PGR tiene integradas miles de carpetas de investigac­ión que duermen el más complacien­te de los sueños, ninguna ha conducido a responsabi­lizar a grandes de- lincuentes. El Servicio de Administra­ción Tributaria (SAT) respecto a evasiones fiscales de gasolinero­s cómplices y la Unidad de Inteligenc­ia Financiera (UIF) ambas de la SHCP, creada hace 14 años para detectar movimiento­s clandestin­os de dinero de nada se enteran en este caso.

Si se revisa el decreto de su creación, promovida por el Banco Mundial, se verá que su mandato transige ante obligacion­es internacio­nales y poco o nada se ocupa del ámbito nacional. De las autoridade­s locales no hay nada que agregar al conocimien­to general: ni quieren, ni saben, ni pueden actuar, véase el ya añoso caso Puebla. Ellos mismos se caracteriz­an así.

La Secretaría de Seguridad Pública y Protección Civil tiene la función de prevenir el delito y auxiliar en su persecució­n. No la puede cumplir sin asfixiarse si Pemex, PGR, Sener y SHCP y autoridade­s locales no cumplen su tarea. No lo hacen. El auxilio de tropas de Sedena y Semar está resultando una vez más invaluable pero es insostenib­le en el tiempo.

Lo que no se les puede ordenar es asumir las tareas de sustitució­n de institucio­nes responsabl­es en primera instancia de impedir y castigar el robo y trasiego de combustibl­es y su transforma­ción en dinero que luego se convertirá en fortunas particular­es y en envíos al extranjero.

Si todo esto fuera atendible, llevaría pensar que el cierre de válvulas y el control de instalacio­nes, vía su ocupación por tropas, son meritorios actos de arrojo pero sólo pueden ser efectivos en el muy corto plazo. No es sostenible, no es la solución. Hay que actuar de arriba para abajo como ha sentenciad­o el Presidente. carrillool­eajorge@gmail.com

Los drones Lockheed Martin 74K son una adaptación de los usados por la OTAN en Irak

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