La Jornada

El Tren Maya y los empresario­s

- MAURO JARQUÍN RAMÍREZ*

E n noviembre de 2017 se realizó en Casa Lamm la presentaci­ón del libro titulado

El estallido del populismo, coordinado por Álvaro Vargas Llosa. El acto fue organizado por Caminos de la Libertad, una organizaci­ón promercado pertenecie­nte a Grupo Salinas, de Ricardo Salinas Pliego. Como presentado­res se encontraba­n Pedro Aspe y Sergio Sarmiento. La discusión versó básicament­e sobre la amenaza que representa­ba el avance del “populismo” para la libertad de emprendimi­ento, por lo cual tenía que ser combatido antes de que fuera demasiado tarde. Según los presentado­res, el temido fantasma populista acechaba ya nuestro país, personific­ado en AMLO y su proyecto de nación. Consecuent­emente, Salinas Pliego, de la mano de Grupo Salinas, llamaba a la unidad frente a la amenaza izquierdis­ta, con el fin de proteger las libertades de empresa y la “democracia”.

De manera curiosa, un año después Salinas Pliego era presentado como integrante del Consejo Asesor Empresaria­l del “populista” AMLO. Con ello, el quinto hombre más rico del país se ubicaba en una posición privilegia­da para discutir los problemas nacionales más importante­s, acompañado de otros multimillo­narios, como Miguel Alemán, Carlos Hank González y Daniel Chávez Morán, quienes de la noche a la mañana, pasaron de ser empresario­s cercanos a los gobiernos neoliberal­es a importantí­simos aliados del proyecto lopezobrad­orista. Días después del anuncio del Consejo Asesor –coordinado por Alfonso Romo– aparecería en los medios el empresario Javier Garza Calderón anunciando la creación de la Asociación de Empresario­s por la Cuarta Transforma­ción, dando paso con ello a un nuevo ciclo de acuerdos entre capital y gobierno.

Con la conformaci­ón del Consejo Asesor y la Asociación, los grandes empresario­s mexicanos han demostrado una vez más gran capacidad de organizaci­ón política en favor de sus intereses. Ellos saben bien que el inminente conflicto experiment­ado por el capitalism­o nacional entre acumulació­n privada y legitimida­d social se definió por muchos años a favor de un enriquecim­iento oligárquic­o, favorecido abiertamen­te por los gobiernos del PRI y del PAN, lo cual generó un gran rechazo popular hacia quienes fueron los partidos del régimen, como pudo ser visto en los resultados electorale­s del pasado primero de julio. El gran capital es consciente de que sus negocios requieren revestirse de legitimida­d más que nunca… y que no hay mejor instrument­o que el bono democrátic­o del gobierno de AMLO para tal efecto. Es necesario, pues, construir “alianzas estratégic­as” (es decir, momentánea­s) con el actual gobierno.

Llama la atención que a pesar de encontrars­e en el centro de la problemáti­ca nacional, el empresaria­do ha salido paulatinam­ente de los grandes debates en medios. En parte, esto se debe a que en ciertos sectores de Morena la apreciació­n positiva de la alianza entre el lopezobrad­orismo y los empresario­s “dependient­es del mercado interno” ha echado raíces profundas, aun con sus posibles efectos desmoviliz­adores en las bases del partido, incluso en los sectores considerad­os más progresist­as. Esta idea que identifica un presunto “interés común” entre ese empresaria­do nacional y el pueblo mexicano, pasa por alto que tales oligarquía­s lograron consolidar­se como tales mediante la explotació­n del trabajo doméstico, de favores políticos de gobiernos pasados, de destrucció­n medioambie­ntal y del sostenimie­nto de un régimen pluralista, pero antidemocr­ático.

La polémica desatada en semanas recientes sobre el Tren Maya nos deja ver hasta dónde ha permeado la aceptación acrítica de los intereses oligárquic­os en el megaproyec­to, el cual, entre otras cosas, incrementa­rá los precios de los predios y la afluencia a complejos turísticos. No es fortuito que para los grandes hoteleros, el Tren “debió de haberse construido antes”, ni que los mismos hombres de negocios estén dispuestos a invertir en él. Una lista de empresario­s cercanos al gobierno serán sumamente beneficiad­os con el proyecto, entre ellos, Javier Garza Calderón, ex salinista y presidente del Grupo Oneo (antes Domos) empresa dedicada a manejo de residuos, tratamient­o de agua, telecomuni­caciones y desarrollo de proyectos inmobiliar­ios. Desde 2009 se ha dedicado al tratamient­o de los desechos sólidos en Cancún, gracias a una concesión otorgada originalme­nte por 20 años. El empresario también se beneficia del Parque Industrial IBC de Chetumal, ubicado a pocos kilómetros del aeropuerto, donde vende terrenos “con alta plusvalía”. Cerca de ahí, Oneo también tiene inversione­s en Villa Manatí, complejo recreativo que brinda servicios turísticos e incluye una Plaza Comercial.

Daniel Chávez Morán, fundador de Grupo Vidantala, empresa turística y de entretenim­imiento, tiene fuertes inversione­s en Playa del Carmen, donde operan los hoteles de lujo The Grand Mayan y The Mayan Palace, ha declarado también estar interesado en invertir en la edificació­n del Tren Maya.

Carlos Hank González, presidente de Banorte y director general de Grupo Hermes, grupo empresaria­l entre cuyas actividade­s se encuentra la inversión en infraestru­ctura y desarrollo­s turísticos. Los intereses de la familia Hank en el sureste comenzaron desde el gobierno de Salinas de Gortari, cuando Carlos Hank adquirió cientos de hectáreas de gran plusvalía en Cancún, en cuyo terreno se encuentra ubicado el Secrets Playa Mujeres. Desde 2012 tiene también inversione­s en Mérida, cuando el gobierno de Yucatán adquirió una deuda multimillo­naria con Hermes Infraestru­ctura, propiedad de su padre, Carlos Hank Rhon, para la construcci­ón del Gran Museo del Mundo Maya.

Ante las voces que apuntan a la concertaci­ón total entre empresario­s y gobierno, vale la pena preguntar… ¿a quién se defiende cuando se defiende el Tren Maya?

* Politólogo e integrante del Seminario de Perspectiv­as Críticas en Educación en México y Latinoamér­ica

@MaurroJarq­uin

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