Ciudad solidaria
L a numerosa y plural comunidad de Ciudad de México se ha distinguido por ser combativa y solidaria: mujeres y hombres no eluden riesgos, actúan con valor, no se arredran ante vicisitudes y desgracias y las afrontan unidos. Pareciera ser el costo de vivir en una urbe tan rica en historia y belleza y en la que tenemos de todo.
La ciudad ha sido protagonista de muchos desastres y peligros, ciertamente también hay muchos motivos de alegría, de fiesta y convivencia, pero cuando aparece la sombra del riesgo salen a relucir la entereza y la solidaridad de los capitalinos. Desde la gran Tenochtitlán, cuando fue capital del virreinato, luego sede los poderes de la República, asiento de los efímeros imperios, después, de la República restaurada y hasta hoy, ha sufrido de todo.
En su larga historia ha visto inundaciones, motines, asonadas, invasiones extranjeras, terremotos y otras plagas de las que siempre ha sabido superarlas. Hace poco pasó una prueba que requirió comprensión y solidaridad de todos, me refiero a la suspensión en el suministro de agua por la reparación de ductos del río Cutzamala; los capitalinos nos vimos obligados a tomar medidas para no quedarnos sin líquido, aprendimos cosas importantes, de las dificultades surgen lecciones, tuvimos que almacenar agua antes del corte, para eso se compraron cubetas, tambos y tinacos. También aprendimos cómo ahorrarla y administrarla. De ese contratiempo salimos fortalecidos y con nuevos buenos hábitos.
En estos días nos enfrentamos a otro grave contratiempo del que tenemos que salir también adelante y con la frente en alto. El gobierno federal inició un proceso para evitar el saqueo de gasolina, indispensable para el movimiento y la vida misma de todo el país y, por supuesto, de su capital; las lecciones de esta nueva contingencia deben ser bien recibidas, quizá como nunca, debemos