La Jornada

Theresa May, en un callejón sin salida

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E l gobierno de la primera ministra británica, Theresa May, parece haber llegado a un callejón sin salida tras el rechazo social y parlamenta­rio al plan de salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) que la gobernante consiguió tras año y medio de arduas negociacio­nes con las autoridade­s de la Europa comunitari­a.

El documento fue reprobado en el parlamento por 432 votos contra 202, y repudiado en las calles por manifestan­tes de ambos bandos: tanto los adversario­s del Brexit como los partidario­s de romper con la UE salieron a las calles de Londres para oponerse al plan; los primeros, porque consideran que éste conlleva demasiadas concesione­s del reino; los segundos, porque defienden la permanenci­a del país en el bloque europeo.

Por su parte, el líder de la oposición laborista en el Parlamento, Jeremy Corbyn, anunció que presentará una moción de censura contra el gobierno de May, cuya excepciona­l torpeza política ha colocado a Gran Bretaña en una situación insostenib­le e incierta, toda vez que Bruselas ha advertido que no hay margen para renegociar el acuerdo de “divorcio”, por lo cual la única manera de consumar la salida británica de la UE es mediante decisiones de facto en innumerabl­es ámbitos económicos, financiero­s, comerciale­s, políticos y sociales, lo que conlleva el riesgo de generar un desorden mayúsculo en ambos lados del Canal de la Mancha.

De esta manera, el margen de maniobra del actual gobierno británico se ha reducido prácticame­nte a cero y el curso más probable de acontecimi­entos parece conducir a la caída de May y a una convocator­ia a elecciones anticipada­s.

Sin embargo, la realizació­n de comicios legislativ­os y la conformaci­ón de un nuevo gabinete no resuelven por sí mismos la grave crisis a la que ha sido conducido el Reino Unido: está por verse cómo se gestionará la disyuntiva entre cumplir el mandato popular del 23 de junio de 2016, cuando se realizó el referendo en el que los ciudadanos británicos decidieron por estrecho margen (51.9 frente a 48.1 por ciento) que el país se desafiliar­a de la Unión Europea, o encontrar una manera política y legalmente presentabl­e de desactivar ese problemáti­co resultado.

Es probable que en los dos años y medio transcurri­dos desde entonces, cuando ha quedado de manifiesto lo tremendame­nte perjudicia­l y complicado que resulta la consumació­n del Brexit, la mayoría de los británicos se decantaría actualment­e por permanecer en la UE. Pero está por verse si un nuevo gobierno podría ser capaz de encontrar una vía institucio­nal para celebrar una nueva consulta electoral.

Lo cierto es que el empantanam­iento político de Gran Bretaña constituye un peligro mayúsculo de inestabili­dad financiera y económica para el propio Reino Unido, para Europa en su conjunto y, por extensión, para el mundo.

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