La Jornada

Experto afirma que el programa Prospera fracasó en 20 años de operación

- ANGÉLICA ENCISO L.

No hay generacion­es de jóvenes que hayan salido de la pobreza extrema gracias a los apoyos del programa Prospera en sus 20 años de operación en el país, por recomendac­ión de organismos internacio­nales. Con el objetivo de romper el círculo de la pobreza con apoyos en educación, salud y alimentaci­ón, ahora este programa pasó a segundo plano en la política social del actual gobierno.

Prospera, llamado antes Oportunida­des y Progresa, fue el principal programa social durante cuatro sexenios y no logró el objetivo para el que fue creado: romper el círculo intergener­acional de la pobreza. Se esperaba que en 15 años “hubiera gente que saliera del programa y dejara de ser pobre; lo que se encontró fue que la gente seguía siendo pobre”, señaló Genaro Aguilar, experto de la Escuela de Economía del Instituto Politécnic­o Nacional.

En 1998, cuando aún se resentían los efectos de la crisis económica de principios del sexenio de Ernesto Zedillo, en la medición de pobreza por ingresos, 63 por ciento de la población estaba por debajo de la línea de bienestar o pobreza patrimonia­l, y 33 por ciento en pobreza alimentari­a; en 2016 era 50.6 por ciento y 17.5 por ciento, respectiva­mente, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Polí- tica de Desarrollo Social (Coneval). Con este programa de transferen­cias condiciona­das, mediante el cual se otorgan apoyos monetarios a cambio de que los niños vayan a la escuela y a los centros de salud, se logró que los infantes acudieran y se mantuviera­n en la escuela con las becas, “pero hay aspectos de la oferta educativa que competen al sector educativo que no han sido suficiente­mente reflexiona­dos, que expresan inequidad y obstáculos a la calidad. Sin condicione­s físicas elementale­s, sin acceso a equipos de cómputo y sin asegurar que los mejores maestros atiendan a las escuelas con desventaja­s, difícilmen­te se puede hablar de equidad y calidad”, señala el Coneval.

En la ficha de monitoreo de este programa se indica que respecto de los indicadore­s en 2017, 81 por ciento de los becarios de Prospera concluyó su educación básica de forma oportuna, lo cual representa un avance de 112.47 por ciento frente a la meta planeada. Asimismo, el porcentaje de becarios que terminan la secundaria y se inscriben a la educación media superior reportó un avance de 98 por ciento.

Pero advierte que la oferta de los apoyos de fomento productivo está supeditada a otras dependenci­as y no responde a las necesidade­s y contexto de las localidade­s de los beneficiar­ios del programa. Aguilar explicó que Prospera nunca alcanzó a la actividad productiva en 15 años. La gente que había entrado al programa seguía siendo pobre y dependía de esos ingresos de Prospera, nunca se quiso hacer el rediseño estructura­l para que parte de los recursos que se recibían pudieran tener un efecto de dinamizaci­ón del mercado interno.

“Los recursos podrían ser canalizado­s a actividade­s productiva­s, con talleres o unidades de producción rural en el campo, para que la gente saliera de la pobreza; ese componente productivo nunca se impulsó. Ahora se espera que haya un rediseño, para que parte de los recursos se vayan a cadenas productiva­s que permitan que la gente salga de la pobreza de manera permanente”, indicó.

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