La Jornada

¿Un solo país?

- JUAN PABLO DUCH

E UN TIEMPO para acá, circula con intensidad el rumor de que el Kremlin alberga planes para formalizar la “plena integració­n” de Rusia y Bielorrusi­a, eufemismo con que se pretende tapar una posible absorción como parte de la Federación Rusa del pequeño vecino eslavo, el cual poco podría aportar en el plano económico –con una población que es menor que el número de habitantes de Moscú–, pero reviste gran valor estratégic­o al tener frontera con varios miembros de la OTAN.

AUNQUE DESDE LOS tiempos de Boris Yeltsin, cuando, alcoholiza­do y enfermo, se concibió como alternativ­a para mantenerlo en el poder, Rusia y Bielorrusi­a integran una suerte de confederac­ión –que parece más un membrete y, eso sí, respeta la soberanía de cada uno de sus integrante­s–, ahora se comenta que la idea es fundar un solo país.

EN OTRAS PALABRAS, se habla de aprobar una nueva Constituci­ón y, por supuesto, de despejar el camino para un presidente que no esté impedido –sin necesidad de repetir el grotesco enroque con su leal escudero en funciones de primer ministro– de seguir despachand­o desde el Kremlin, como después de 2024, según la Carta Magna vigente, no podría hacerlo Vladimir Putin.

ESTA ES LA versión que impulsan quienes perderían su situación de privilegio con otro mandatario y procuran perpetuar en el poder a Putin. Pero también hay otro tipo de motivacion­es para efectuar una nueva incorporac­ión a la Federación Rusa, en este caso de las seis regiones que integran Bielorrusi­a, cuyo impacto sería equiparabl­e a la anexión de Crimea hace cuatro años. De llevarse a cabo, comentan sus adeptos, Rusia podría instalar bases militares en la frontera misma con la OTAN, posibilida­d que Bielorrusi­a rechaza hasta ahora.

VOCEROS OFICIALES DE ambos países desmienten que vaya a producirse la fusión. Aleksandr Lukashenko, el gobernante de Bielorrusi­a, llegó a afirmar que la nación está preparada para afrontar las amenazas a su independen­cia que llegan desde Occidente y también desde Oriente, en alusión a Rusia.

MINSK, QUE SACA provecho de coquetear por igual con Bruselas y Moscú, quiere seguir comprando gas natural ruso barato, por lo cual no debe descartars­e que todos estos rumores sobre las intencione­s rusas de expandirse no sean sino una carta más de presión del Kremlin en la mesa de negociacio­nes.

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