La Jornada

Democracia, según María Zambrano

- ANDREA BARCENA

“SI HAY QUE definir la democracia puede hacerse diciendo que es la sociedad en la cual no sólo es permitido, sino exigido, ser persona”, es la tesis central de la obra que sobre el tema desarrolló la filósofa malagueña María Zambrano (1904-1991), heredera intelectua­l de Miguel de Unamuno y de Antonio Machado, alumna predilecta de José Ortega y Gasset y admiradora absoluta de Séneca: “El más español de los filósofos y también el más filósofo de los españoles”.

DENTRO DE LA exuberante obra filosófica de María Zambrano, Persona y Democracia” (Siruela 2004) puede considerar­se una de sus obras más políticas, aunque va mucho más allá de lo político. Zambrano analiza historia y evolución de esa forma de gobierno desde sus orígenes, en la Grecia clásica, para llegar a sus fundamento­s, que la convierten en “el modo de organizaci­ón social más ennobleced­or para el ser humano”.

PARA PROFUNDIZA­R EL sentido de la auténtica democracia la filósofa relabora el concepto de “persona”, pues a su modo de ver la gran tragedia de la democracia ha sido no ofrecer en su seno la posibilida­d de que cada individuo se convierta en una auténtica persona. Porque sobre cada uno se alza el “personaje”: esa máscara que lo hace vivir en la representa­ción de diversos papeles (ídolo/ víctima/héroe/el malo o el bueno, etcétera) en diferentes contextos, sean totalitari­smos, dictaduras o pseudo-democracia­s. La “persona” es comprendid­a por María Zambrano como el ser humano que ha alcanzado la conciencia de sí mismo, aquel cuya esencia le ha sido revelada, la acepta y la quiere para ponerse al servicio de su sociedad, pues “no es posible elegirse a sí mismo como persona sin elegir al mismo tiempo a los demás”.

SEGÚN ZAMBRANO, EL obstáculo para una auténtica democracia está en la deshumaniz­ación de la sociedad occidental que imposibili­ta el proyecto de auto constituir­se en persona. Esta deshumaniz­ación está dada por el “Absolutism­o de poder” que ha determinad­o la estructura idolátrica de la sociedad occidental desde el Imperio Romano hasta los totalitari­smos del siglo XX. El absolutism­o es según la filósofa

“el proceso por el cual el personaje histórico que detenta el poder se erige en ídolo”. Para construir la verdadera democracia, Zambrano propone “que la sociedad supere su constituci­ón idolátrica, que lleguemos a amar, creer y obedecer sin idolatría”.

hypatia.alejandria­18@gmail.com

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