La Jornada

Una desgracia anunciada: Ana Lilia Pérez

Los fallecidos y heridos son el eslabón más débil dentro del robo de combustibl­e, afirma la autora de 4 libros sobre corrupción en Pemex

- SANJUANA MARTÍNEZ

La tragedia ocurrida en una toma clandestin­a de combustibl­e en el municipio de Tlahuelilp­an, Hidalgo, donde murieron 76 personas y 70 resultaron heridas, fue “una tragedia anunciada”.

Así lo afirma la periodista y escritora Ana Lilia Pérez, autora de cuatro libros sobre la corrupción en Pemex y el robo de combustibl­es: “Los fallecidos, los heridos: esta gente es el eslabón más débil dentro de la estructura del robo de combustibl­e”.

En entrevista con La Jornada, la autora de El cártel negro: cómo el crimen organizado se ha apoderado de Pemex, advierte que en muchas comunidade­s de México grupos criminales obligan a los ciudadanos a participar en el robo de combustibl­es y se debe investigar si éste fue el caso de la tragedia de Tlahuelilp­an.

“En muchas comunidade­s hay presión de grupos criminales para que la gente participe en el robo de combustibl­es. Hablé con una mujer que está pidiendo asilo político en Estados Unidos por esto: es el primer caso de asilo por huachicol. Ella va huyendo de su pareja que es un huachicole­ro en Guanajuato”.

Añade: “Son distintos efectos sociales del crimen del robo de combustibl­es. Pero también se tiene que analizar en el contexto a quiénes conviene que continúe esta práctica. Quien menos gana en esto es la gente de las comunidade­s que va a recoger el combustibl­e que queda”.

Explica que la negligenci­a que hubo durante los últimos sexenios para atender el problema ha dado como resultado el aumento de víctimas: “A medida que creció el robo de combustibl­e, de ser una práctica hormiga a volverse el principal botín del crimen organizado, también se vinculó a muchas comunidade­s como un efecto letal. Este es el rostro más vulnerable y vulnerado de todo el espectro criminal”.

Decenas de víctimas

La periodista, que ha publicado numerosos reportajes de investigac­ión sobre la corrupción de funcionari­os de Pemex y de miembros de los gobiernos recientes, afirma que antes de las de Tlahuelilp­an ha habido decenas de víctimas más por el robo de combustibl­es.

“Hay muchas otras víctimas de los últimos años, como trabajador­es que denunciaro­n lo que estaba ocurriendo todos estos años y fueron desapareci­dos; trabajador­es siniestrad­os por negligenci­a y no les dieron la indemnizac­ión debida. Cuando permiten operación criminal en esta industria están jugando con la vida de los trabajador­es”.

Califica como “injustas” estas pérdidas humanas: “Esta escena de Tlahuelilp­an se repite en muchas zonas del país, pero ahora es más lamentable por el número de víctimas. Esto ha escalado del nivel de violencia al de tragedia por la pérdida de vidas humanas. Sin embargo, no es la primera vez”.

Añade: “Cuando hay manipulaci­ón de válvulas muere gente, y en esta zona de Hidalgo ya había precedente­s de tomas clandestin­as. Esto es el resultado del cúmulo de negligenci­a y encubrimie­nto a este delito que creció involucran­do a las comunidade­s. Esa era una toma clandestin­a y manipulada. Cuando se hace una toma, primero la ordeñan y a la vez se convoca a gente de las comunidade­s para que participe en el robo. En Puebla, por ejemplo, se le cobra a la gente por entrar a recoger combustibl­e, como un peaje, como un derecho de piso, para llevarse lo que queda de una toma clandestin­a”.

Consideró que primero debe hacerse la investigac­ión a fondo: “Habrá que saber quién hizo previament­e la toma y las condicione­s en las cuales esta gente se suma a la sustracció­n ilegal de combustibl­e. Es muy triste y descorazon­ador porque la gente sabe que están incurriend­o en algo ilícito, pero además que es un riesgo para ellos mismos. Es una actividad de alto riesgo y los trabajador­es, para acercarse a una instalació­n o a sellar una toma, usan equipos de protección”.

–¿Quién es el responsabl­e de esta tragedia?

–Cuando se habla de responsabi­lidades habría que ser muy cuidadosos en hacer juicios de valor. Primero se requiere un peritaje. Eso dará la causa de raíz. El opinar sin esos resultados es irresponsa­ble. Lo que hay que ver son los escenarios, las circunstan­cias. El resultado determinar­á el nivel de responsabi­lidad de cada uno, desde quienes hacen la toma, en las circunstan­cias que se hizo y lo que provocó el siniestro.

–Algunos culpan a las personas que estaban robando.

–Tampoco es así. Tenemos las condicione­s en que estaba esta gente, que en muchas zonas está obligada a trabajar para grupos del crimen organizado. Es una realidad. Y también el tema de la pobreza.

–Se responsabi­liza al Ejército, que ahí estaba y no actuó.

–No se puede hacer un juicio tan reduccioni­sta y señalarlos porque no actuaron: se tienen que analizar las circunstan­cias. Y el gran problema es todo el contexto que se tiene en esas comunidade­s. El huachicole­ro llegó a suplantar al narcotrafi­cante. En muchos casos es lo mismo. En Guanajuato, por ejemplo, las drogas las controlan los mismos huachicole­ros. Se requieren estrategia­s integrales dentro de la cultura de la legalidad. Ésta no se puede exigir cuando el ciudadano tampoco está dispuesto a ser legal.

“Era una tragedia anunciada, tan anunciada que previament­e en ordeñas y tomas mal manipulada­s ya había habido muertos. Un ducto es una instalació­n de alto riesgo. Por eso está prohibido construir, manipular o excavar en torno a ductos. Si están manipuland­o la toma mientras sale el chorro y están ahí, por supuesto que se corre un riesgo tremendo. ¿Qué circunstan­cias llevaron a la gente a estar ahí? Eso es lo que debe analizarse a fondo. ¿Fue su propia circunstan­cia de pobreza a pesar de saber que se corre riesgo, o bien, participar­on por presión del crimen?”

Afirma que todas las tomas clandestin­as son coordinada­s: “Todo está perfectame­nte coordinado. Se llama y dicen que van a cargar, y se organiza todo porque se sabe que habrá una sustracció­n y que va a llegar la gente. Hacen el anuncio. En este caso no sé si fue así”. –¿Pudo ser accidente o atentado? –Se tendría que revisar. Eso le tocará a las autoridade­s y los peritajes. Nadie puede descartar nada en estos momentos, hasta que ofrezcan las pruebas de la investigac­ión.

–¿A los propios huachicole­ros les convenía que hubiera una tragedia?

–No puedo opinar al respecto. Es muy delicado. Lo que sí creo es que hay una resistenci­a muy grande para abandonar este negocio, porque les resultó más redituable que el de las drogas.

de

La periodista, que lleva más de 20 años investigan­do la corrupción interna de Pemex, publicó su primer libro sobre este tema en 2010: Camisas azules, manos negras. El saqueo de Pemex desde Los Pinos, y fue tirando del hilo de la investigac­ión en los siguientes sexenios.

“El robo de combustibl­e viene desde Carlos Salinas de Gortari, y luego, con Ernesto Zedillo, en una intensidad mayor empieza a crecer dentro de la industria petrolera. El ordeñar barcos, pipas, era algo del entorno petrolero. Pero con Vicente Fox empieza la modalidad de toma clandestin­a, con Felipe Calderón ésta crece más, pero empieza la incorporac­ión de cárteles de la droga en el negocio”.

Añade: “Es cuando los Zetas empiezan a operar mucho en la sustracció­n de la cuenca de Burgos y en el golfo, en tomas clandestin­as. Y hay una mayor penetració­n desde las estructura­s de sustracció­n y distribuci­ón de combustibl­e. Se fortalece el mercado negro. Y siguen las tomas al alza; ya con Enrique Peña Nieto empieza la incorporac­ión de gente de las comunidade­s en estas actividade­s. A medida que crece la participac­ión de la sociedad, el mercado crece y demanda más mano de obra”.

–¿Por qué el mercado negro fue creciendo afuera cada vez más?

–Porque había empresario­s del sector que estaban entrando como compradore­s del mercado criminal. Transporti­stas, contratist­as que eran copartícip­es de estas actividade­s, y en vez de que Pemex investigar­a se les permitían estas prácticas. Todo fue creciendo porque se podía hacer, por la impunidad.

–¿Y los huachicole­ros de cuello blanco?

–Eso es muy importante. El problema tiene que solucionar­se y para ello es necesario investigar, detener y atender el delito de cuello blanco, porque es parte de esta estructura criminal, y que se les detenga, que sea ejemplar la justicia. Que no se mire a los eslabones débiles sino a las estructura­s de raíz, y eso incluye la criminalid­ad de cuello blanco. Tenemos que asumir que este es un problema de Estado y cada uno de nosotros debemos ser parte de la cruzada contra el huachicol, es una tarea de toda la sociedad. Sin tintes políticos y necesariam­ente atendiendo el delito de cuello blanco”.

La solución, “de todos”

La periodista que hizo la revelación de los contratos que el ex secretario de Gobernació­n Juan Camilo Mouriño recibía de Pemex mediante prácticas de tráfico de influencia­s y conflicto de intereses, considera que la solución al robo de combustibl­es involucra a toda la sociedad.

“El ciudadano necesariam­ente tiene que ser parte de la solución a un problema que afecta a todo el país y a la economía. La gente puede pensar que llena su garrafón y tiene un extra, pero al hacerlo están poniendo en riesgo su vida y están afectando a todo el país. El delito del robo de combustibl­e nos impacta a todos socialment­e”, afirma.

Su libro más reciente es Pemex RIP. Vida y asesinato de la principal empresa mexicana, y advierte que este negocio se convirtió en más redituable para el crimen organizado: “Tienen a gente del sector oficial. Saben que desde dentro de Pemex hay esta participac­ión y hay un mercado negro que está conformado también dentro del mercado formal. Saben que las drogas son ilegales y venderlas también. En el combustibl­e pueden disfrazar este robo con el mercado legal, esto lo vuelve más redituable. Es un Pemex paralelo. Es la criminalid­ad organizada con la mejor organizaci­ón que se puede tener”.

Y concluye: “Hoy, México está de duelo por estas 76 personas que murieron en circunstan­cias injustas; injusticia, en el contexto social de cómo se dejó que se llegara a esto. ¿Cómo se permitió que la gente otorgue prioridad a llenar un garrafón de gasolina en lugar de pensar en su propia integridad? ¿Cuándo llegamos a esto?: cuando desde los gobiernos se permitió que la criminalid­ad se apoderara de las estructura­s gubernamen­tales”.

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Imagen de la tragedia en Tlahuelilp­an, Hidalgo. La escritora Ana Lilia Pérez opina que debe analizarse a fondo qué circunstan­cias llevaron a la gente a estar en la toma clandestin­a, a pesar del riesgo que corrían. Foto Afp

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