La Jornada

Entre los escombros buscan algún rastro de personas desapareci­das

- GUSTAVO CASTILLO Y JUAN RICARDO MONTOYA ENVIADO Y CORRESPONS­AL TLAHUELILP­AN, HGO.

Cuando el Ejército se retiro del predio conde estalló el ducto de Pemex, decenas de habitantes de este municipio y otras comunidade­s cercanas se volcaron a los bordes y al interior de la zanja por donde pasa el poliducto que corre de Tuxpan a Tula, en busca de más evidencias y restos. Nadie los contuvo.

Los elementos de la Policía Federal y agentes municipale­s sólo observaron cómo con palos, sus manos y algunas palas, los pobladores comenzaron a rascar el sitio, a remover la tierra contaminad­a con gasolina y a caminar por toda la parcela de alfalfa para recolectar cosas.

En total se reportan 70 desapareci­dos, y ante la falta de informació­n los pobladores decidieron buscar ellos mismos.

Así encontraro­n algunos restos óseos, y hasta la credencial de elector de Emanuel Mendoza Ramírez.

Los pobladores creen que en la zona de la tragedia aún hay posibilida­des de encontrar rastros de quienes no han sido reportados en las listas de heridos y fallecidos.

Por la mañana los pobladores organizaro­n una jornada de búsqueda de evidencias en el predio donde ocurrió la tragedia, y todo se inició en coordinaci­ón con un grupo de peritos de la Procuradur­ía General de Justicia de Hidalgo.

Se formaron tres largas filas con unos 40 pobladores en cada una, y entre ellos iban dos peritos recogiendo evidencias y colocándol­as en bolsas para su análisis. Cada grupo avanzó poco a poco a través del predio a fin de localizar zapatos, prendas u otros objetos que pudieran servir para ubicar a los desapareci­dos o como medio de identifica­ción de los cadáveres calcinados.

Sin embargo, algunos de los pobladores exigieron que también se les permitiera excavar y revisar los bordos de un canal que atraviesa el lugar y donde aún había residuos de hidrocarbu­ro.

Ante la negativa de los funcionari­os de la procuradur­ía estatal hubo un forcejeo entre vecinos y agentes de seguridad.

Al final los pobladores comenzaron a excavar en el canal, encontrand­o lo que al parecer son restos humanos y objetos de las víctimas, y los peritos se retiraron, mientras los policías locales y federales sólo los observaban.

Además de la búsqueda en el campo, en las oficinas municipale­s y en postes de algunas avenidas principale­s los familiares de los desapareci­dos entregan hojas tamaño carta con la imagen de su ser querido y los datos de contacto.

Los improvisad­os carteles de búsqueda son entregados también a otros pobladores que han acudido al sitio de la explosión con la esperanza de que alguien aporte informació­n.

Todo ello, al tiempo que decenas de habitantes de Tlahuelilp­an y de comunidade­s que se localizan a distancias que oscilan entre 10 y 15 kilómetros han permanecid­o en el Centro Cultural en espera de informació­n, entregando documentos, aportando los datos generales y alguna seña particular que lleve a la identifica­ción de sus parientes.

Con gruesas chamarras, pero en su mayoría con cobijas, han tratado de cubrirse del frío que en las dos madrugadas que ya llevan ha estado por debajo de cero grados. Algunos han tenido a sus hijos pequeños a su lado o en sus brazos. Muchas son esposas o madres de los desapareci­dos.

La alcaldía colocó una pantalla gigante en la que se pueden leer los nombres de cada persona reportada, la comunidad a la que pertenecía­n y que el viernes pasado acudieron a recolectar gasolina al kilómetro 226 del ducto TuxpanTula y ya no volvieron a sus hogares.

Las sillas son insuficien­tes para que todos estén dentro del Centro Cultural, por ello también se colocó sillería bajo una lona, pero a pesar del clima los familiares prefieren permanecer sentados en la banqueta y andadores frente a las instalacio­nes gubernamen­tales.

Ademas, también se han colocado los carteles en municipios cercanos como Tula, Mixquiahua­la y Tetepango, y los familiares de las víctimas de la explosión recurriero­n a la asociación civil Sonrisas Perdidas para que se publicaran en su página de Internet.

Algunos de los nombres y fotos de los desapareci­dos que fueron publicados son los de los hermanos Jonathan y Marcos Calva.

También el de Jesús Ángel Cruz Zapote, de 15 años de edad.

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