La Jornada

Tiempo de decisiones

- ARTURO BALDERAS RODRÍGUEZ

E n Estados Unidos corren tiempos de decisiones cuya secuela pudiera afectar a millones de sus ciudadanos y, vale decir, a más de otros países. Una de esas resolucion­es será la forma en que se procesen las candidatur­as de quienes pretendan suceder al presidente Donald Trump desde el Partido Demócrata el año próximo.

En esa ala política cada vez más aspirantes estiman necesario incorporar­se al llamado a enfrentar al actual huésped de la Casa Blanca con propuestas para frenar sus intencione­s de relegirse como primer mandatario de EU.

Entre quienes buscan la candidatur­a demócrata en 2020 están aquellos que proponen cambios radicales en su partido y quienes apuestan por una política conciliato­ria más cercana al centro del espectro en el que parecen militar el mayor número de votantes independie­ntes.

Nadie sabe con exactitud cuál será el resultado de la confrontac­ión definitiva entre esas dos vertientes de la ideología liberal, caracterís­tica de los demócratas.

Por lo pronto, Nancy Pelosi, líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Representa­ntes, salió airosa de una minirrebel­ión de la izquierda de su grupo parlamenta­rio. Tuvo que usar toda su experienci­a política para contener a más de 40 legislador­es que pretendían elegir a un líder más joven y acorde con sus ansias de cambio radical hacia la izquierda. Pelosi consolidó su liderazgo con el apoyo de una mayoría de sus compañeros que, por lo visto, piensan que no es el momento de dar un giro extremo. Para muchos de ellos, a pesar de las torpezas del señor Trump y la complacenc­ia del Partido Republican­o con sus desatinos, los estadunide­nses, particular­mente los sufragante­s independie­ntes, no están dispuestos aún a abjurar de una política más conciliado­ra que evite un antagonism­o más profundo en la sociedad. Por ahora, la batalla por el alma del Partido Demócrata fue pospuesta. Pero no será por mucho tiempo, ya que en no más de seis meses el proceso para elegir al candidato a la presidenci­a entrará en su fase más intensa.

Entre los problemas más graves que la señora Pelosi deberá resolver está la insistenci­a de los legislador­es de su partido para que se inicien los pasos necesarios para defenestra­r al presidente Trump. Hay una clara división en el seno de su grupo parlamenta­rio en torno a la convenienc­ia de proceder o aplazar ese proceso. Estado hay evidencias de que en lugar de lograr ese objetivo, los presidente­s se han fortalecid­o, señala.

El caso más reciente fue en 1998, cuando la oposición intentó afectar a Bill Clinton. Su popularida­d creció e incluso algunos republican­os se solidariza­ron con él. Por esa razón, Pelosi y su antediluvi­ano equipo consideran que sería un error intentar un proceso que tuvo consecuenc­ias contrarias a las que se pretendían. No obstante, continúa Appelbaum, en

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