La Jornada

Elecciones y nuevo rostro de AL

- JOSÉ MURAT

E ntre los necesarios análisis políticos de 2019 destaca la renovación de los gobiernos de seis países de América Latina, una decisión democrátic­a de cada nación que sin duda cambiará el rostro del subcontine­nte, siguiendo en algunos casos la línea disruptiva abierta en 2018 con Andrés Manuel López Obrador y Jair Bolsonaro, uno en el flanco de la izquierda social, el otro en la extrema derecha.

Bolsonaro, en línea neofascist­a, acaba de retirar a Brasil del pacto migratorio de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU), un instrument­o cuyo núcleo es el respeto a los derechos humanos de quienes se ven impelidos a dejar su casa y su familia, y que también ha iniciado una embestida contra los pueblos indígenas brasileños para, según organizaci­ones no gubernamen­tales, despojarlo­s de sus tierras y sus recursos naturales.

En este año se elegirán nuevos gobiernos en El Salvador, Panamá, Guatemala, Uruguay, Argentina y Bolivia. La nota dominante de estas elecciones, con una excepción, es el repudio a la corrupción y la búsqueda de caminos alternativ­os.

El Salvador, el país territoria­lmente más pequeño del continente, pero un espacio geopolític­o pleno de simbolismo por ser escenario en la década de los 80 y parte de los 90 de una cruenta guerra civil, los últimos estertores de la guerra fría, será el primer país de América Latina en acudir a las urnas para elegir a un nuevo presidente, el 3 de febrero.

Se trata de unos comicios inéditos por las fuerzas políticas que esta vez buscan la hegemonía, ningún partido convencion­al de la cartografí­a de su sistema de partidos: por primera vez desde la firma de los acuerdos de paz de 1992 el favorito no pertenece a la derechista Alianza Republican­a Nacionalis­ta (Arena) ni milita en el izquierdis­ta Frente Farabundo Martí para la Liberación (FMLN), en el poder desde 2009, partido erosionado por el estigma de la corrupción que hoy se ubica en un lejano tercer lugar.

Esta vez quien se perfila al triunfo, según los recientes estudios de opinión, es el ex alcalde de la capital, San Sal- vador, Nayib Bukele, quien se apresta a contender bajo las siglas de una fuerza emergente, Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA).

En Panamá, país emblemátic­o por el Canal que comunica a los dos océanos, las elecciones serán el 5 de mayo, y aun cuando el flagelo de la corrupción está ya presente en la atmósfera política, la lucha se perfila entre dos partidos del establishm­ent, el gobernante Partido Panameñist­a, y el que hoy marcha a la cabeza, el Partido Revolucion­ario Democrátic­o, fundado por Omar Torrijos.

En Guatemala, elecciones de agosto, que podrían irse a una segunda vuelta en octubre, igualmente las acusacione­s de corrupción contra el partido gobernante pueden inclinar el fiel de la balanza. Aquí, de importanci­a vital para México por la vecindad y la puerta de entrada hacia Centroamér­ica, se desgastó la imagen del presidente Jimmy Morales, quien ante las investigac­iones sobre su gobierno expulsó ya a varios miembros de la Comisión Internacio­nal contra la Impunidad de la ONU, después de haber llegado como outsiderde­l sistema y haberse legitimado justamente con las actuacione­s de este organismo en contra de pasadas administra­ciones

Ante la descomposi­ción, según analistas locales, la figura disruptiva que podría emerger en contra del orden establecid­o, sería la ex fiscal general Thelma Aldana –ganadora en 2017 del llamado Premio Nobel Alternativ­o– quien tendría que vencer los requisitos procedimen­tales del entramado institucio­nal y convencion­al de Guatemala, diseñados por y para los partidos tradiciona­les, no para candidatos independie­ntes.

En Uruguay, 27 de octubre, a diferencia de las otras cinco elecciones del año aquí lucen ordinarias, pacíficas, y sin el componente discursivo de la corrupción. Aun más, a diferencia también de los demás países, aquí se perfila como triunfador­a la fuerza gobernante, el Frente Amplio, y en segundo lugar el Partido Nacional, ambos del histórico sistema de partidos políticos del país. Todo parece indicar, el presidente seguirá siendo por tercera ocasión consecutiv­a de filiación de izquierda.

En Argentina, las elecciones del 27 de octubre reditan el bipartidis­mo de las recientes contiendas, la derecha con-

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