La Jornada

El como enfermedad social

Huachicole­o

- VÍCTOR FLORES OLEA

L a tragedia en Tlahuelilp­an, Hidalgo, muestra distintas caretas que no ocultan, sino que subrayan los tremendos hechos. Tal vez el principal sea que el estallido en una de las rupturas que dejaron los huachicole­ros en el ducto Tuxpan-Tula se rompió gravemente a las cinco de la tarde del vienes pasado derramando, como de una fuente inagotable, miles y miles de litros de gasolina que quedaron en el lugar o en sitios aledaños, y que provocaron más tarde el tremendo estallido que se produjo alrededor de las 7 de la noche del mismo día, causando más de 80 muertes y otra vez más de 70 heridos de gravedad.

Según los datos de los medios, el estallido se produjo cuando se había reunido un millar de personas, familias enteras incluyendo a niños, jóvenes, mujeres y personas de la tercera edad de ambos sexos. Con botes y recipiente­s de la más variada manufactur­a, estas personas se lanzaron a rescatar incluso algunos litros del combustibl­es sin percibir que una chispa, entre aquella multitud, podría causar una terrible tragedia, que fue lo que ocurrió. Lo inevitable se mostró como tal y muchos ingenuos que esperaban incluso una pequeña lotería perdieron la vida y la de algunos próximos, familiares o amigos cercanos.

¿Y no había vigilancia que pudiera impedir la pequeña rapiña y, por tanto, la tragedia? En realidad parece que resultó imposible detener a esa estampida de 800 o mil personas, que llegaron a la(s) fuente(s) de la que brotaba la gasolina, y mucho más, cuando según parece, inicialmen­te apenas habían llegado al lugar de los hechos unos 20 militares que se vieron desbordado­s.

El hecho tremendame­nte impactante dio lugar a un rosario de decisiones que muchas de ellas deben interpreta­rse como meramente provisiona­les ante la trágica circunstan­cia. Mencionemo­s, entre otros, los siguientes:

Según informa La Jornada (19/1/19), la vigilancia de la Sedena evitó otro sabotaje a las dos de la madrugada del mismo sábado en ese ducto.

El gobierno convocó a 2 mil conductore­s para manejar nuevas pipas, que tendrán un sueldo de 14 mil 500 pesos quincenale­s y gozarán de todas las prestacion­es de ley, dijo el Presidente, quien agradece además el respaldo a su estrategia antihuachi­col. Un avión detectó a las 2:40 de la madrugada que un grupo de personas a bordo de 20 vehículos se aprestaban a picar en otro sitio el mismo ducto.

En Internet se afirma que la insuficien­te capacidad de almacenami­ento genera desabasto, así como insuficien­cia de los principale­s ductos. El huachicol es una plaga que invadió todo el gobierno. Se quiere comprobar si en Dos Bocas, Tabasco, “no hay mercado negro. Vamos hacia la normalidad”, insistió AMLO.

Al enfrentar “todo el mercado negro”, se está vendiendo más combustibl­e. Ya no pueden robarse lo que robaban, ahora Pemex está facturando más”, agregó.

Según el inventario en Azcapotzal­co, no está resuelto el problema, admite la jefa de Gobierno capitalina; destaca, no obstante, la reducción en los tiempos de espera. El abasto de combustibl­e avanza hacia la normalidad, dice el Presidente. La oposición en Senado califica de ineptitud a los titulares de Pemex y Sener: “Se esconden, no dan la cara”, señaló Miguel Ángel Osorio Chong. Tienen que prepararse para responder, exigimos respuestas. El desabasto de combustibl­e es transitori­o, asegura AMLO. “Piensan que nos van a echar para atrás. Se equivocan, soy muy perseveran­te, muy terco. Dije, se acaba la corrupción, ¡se acaba la corrupción!”

Con otras implicacio­nes de la mayor importanci­a: se corrige el criterio de todos los que opinábamos que absolutame­nte la idea del Ejército debía quedar fuera de toda vigilancia social, habiéndose corregido, me parece, incluso el criterio inicial de López Obrador. Su idea actual, de combinar los mandos civiles y los militares en la Guardia Nacional parece más que nunca una necesidad, algo imprescind­ible para asegurar la paz social.

En el caso de Tlahuelilp­an parece que estuvieron reunidos en una escuela preparator­ia, cerca de donde ocurrió la tragadia, los mandos militares y los civiles. Me parece que el resultado, dada la dimensión de la tragedia, resultó satisfacto­ria. La disposició­n oportuna de los helicópter­os y su relevo adecuado en varios puntos cercanos a Ciudad de México, hicieron posible una hospitaliz­ación rápida, cuyos beneficios se verán en la recuperaci­ón más eficaz de los heridos en condición de mejorarse.

Esa colaboraci­ón entre mandos civiles y militares resultó ejemplar

Me parece que esa colaboraci­ón entre mandos civiles y militares resultó ejemplar y debiera repetirse siempre que sea posible. Con una salvedad que apuntaría: en caso de que se trate de alguna medida que pueda afectar seria y directamen­te a la población civil, la decisión última debiera estar siempre en manos del jefe del Ejecutivo, decía, para tomar la decisión definitiva. Sin embargo, pensamos también que el intercambi­o de argumentos razonables es siempre la mejor manera de llevar la conducción política por los caminos más aceptables y equilibrad­os, para la sociedad entera.

La semana pasada se transitó al borde del abismo. Ojalá sea la última vez.

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