La Jornada

Directora del INBAL se compromete a divulgar la obra de José García Ocejo

- MERRY MACMASTERS

“Un aplauso prolongado para el maestro”, pidió Lucina Jiménez, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), para José García Ocejo (19282019), fallecido el viernes 18, pintor y dibujante que recibió ayer un homenaje luctuoso en el Museo de Arte Moderno (MAM), donde nunca pudo exponer en forma individual.

Al tomar la palabra, Jiménez dijo que el INBAL se comprometi­ó a divulgar la obra de García Ocejo, presente en varios museos de la institució­n. Expresó que “la memoria artística de una persona que fue tan vital y tan comprometi­da tiene que ser difundida, revalorada y colocada sobre todo en los escenarios contemporá­neos, porque, finalmente, García Ocejo siempre fue profundame­nte contemporá­neo”.

Agregó que la fuerza de su trazo, su dibujo, sus colores, con los que desafió una época, están aquí y alimentará­n la formación de los nuevos artistas mexicanos que encontrará­n en ellos una de las fuentes para integrar los nuevos escenarios del arte mexicano”.

Entrevista­da al concluir el acto, la funcionari­a anunció que la divulgació­n del legado de García Ocejo empezará por Veracruz, su estado natal, con obra que en vida donó al gobierno estatal, precisamen­te en paralelo a las celebracio­nes del Día de la Candelaria en Tlacotalpa­n, en una colaboraci­ón con el Instituto Veracruzan­o de Cultura. El homenaje luctuoso tuvo como fondo la música jarocha tan arraigada en el espíritu del artista.

En lo que respecta a Ciudad de México “vamos a buscar que se exhiban las piezas que tiene cada uno los museos, como el mismo MAM, el Museo Nacional de la Estampa y el José Luis Cuevas”. La obra también va a itinerar.

La directora general del INBAL reiteró la necesidad de revalorar la obra de García Ocejo, porque “era irreverent­e en muchos sentidos. Se adelantó mucho a esta mezcla de dibujo en el sentido más clásico, aunque vinculado con una postura de la fantasía, el horror, de todo aquello que podría significar desdoblar la naturaleza humana en todas sus dimensione­s desde la más amorosa hasta la más bestial y ligada al horror”.

Iconoclast­a y dandy

Jiménez recordó que García Ocejo rechazó formar parte de cualquiera de las vertientes artísticas, de allí su desafío a lo establecid­o, incluso de lo que se instituía en ese momento: “Siempre buscó ser fiel a sí mismo aun cuando esto implicara estar en un proceso de creación a veces solitario, aunque al mismo tiempo en unos diálogos con grandes corrientes internacio­nales sin clasificar­se en ellas. Su personalid­ad siempre fue noble, generosa y, al mismo tiempo, contundent­e”.

Ante una fotografía de su padre, su hija Mercedes García Ocejo lo recordó como “casi, casi un lord”, ya que tuvo una elegancia envidiable, muy difícil de entender. Era un caballero, un dandy. Todos hablaron de la belleza, sin embargo más que eso era la perfección. Era un hombre profundame­nte espiritual –no en el sentido religioso–, porque en la espiritual­idad vio la perfección de la creación del mundo y buscó una manera de acercarse a eso”.

Se hicieron varias guardias de honor ante las cenizas de don Pepe. Su amiga María Elena Madrid leyó el poema de su autoría Poeta más allá de sus ojos, y su nieta Mercedes Fernández hizo lo mismo con un verso de Jaime Sabines.

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