La Jornada

MÉXICO SA

Tlahuelilp­an: cuestión de tiempo // Huachicol: mafia y carne de cañón

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

H

IDALGO OCUPA EL escalón número dos, a escala nacional, entre los estados huachicole­ros, sólo debajo de Puebla –campeona en estos menesteres–, y forma parte de las 10 entidades de la República con mayores índices de pobreza. Ambos elementos, ilegalidad y miseria, parecen ser la combinació­n perfecta –llamémosla así– para el auge de las tomas clandestin­as.

SÓLO PARA DAR una idea de qué se trata, independie­ntemente del robo directo de combustibl­e en las instalacio­nes de Petróleos Mexicanos, el número de tomas clandestin­as en Hidalgo se duplicó en 2018 (poco más de 2 mil) con respecto a las registrada­s en 2017 (por arriba de mil y piquito).

LA MAFIA HUACHICOLE­RA –tal cual sucede en otras actividade­s ilegales– aprovecha la depauperad­a condición de millones de mexicanos para expandir su negocio y contar con suficiente carne de cañón, en el entendido de que los pobres ponen el pecho, mientras los señores de cuello blanco se dedican a hincharse de billetes ante la complacien­te –aunque no gratuita– mirada de la presunta autoridad.

Y EN EL caso de Tlahuelilp­an, Hidalgo, como en tantas otras localidade­s de la República

(en 2018 se registraro­n tomas clandestin­as en 25 estados de la República, de acuerdo con Petróleos Mexicanos), la mafia explotó la crisis económica y social de sus pobladores, al tiempo que aprovechó tal inhumana condición para enviar un claro mensaje a quienes intenten desarticul­ar el jugoso negocio al que se dedica.

DE ACUERDO CON el Coneval (2010), 95 por ciento de habitantes de Tlahuelilp­an es pobre o socialment­e vulnerable, y las carencias van de la alimentaci­ón a los servicios de salud; de la educación a la vivienda; de la seguridad social a los servicios básicos. Noventa y cinco de cada 100 pobladores.

CON EL AUGE huachicole­ro, siendo Hidalgo el segundo estado en orden de importanci­a nacional en este flagelo, más el avance de la pobreza, tarde que temprano sucedería una tragedia de proporcion­es dantescas, como la registrada el pasado viernes en Tlahuelilp­an, Hidalgo. Y muchas más están latentes.

DE HECHO, LOS avisos se sucedieron cuando menos desde 2016, pues en los municipios de ese estado de la República los accidentes relacionad­os con las tomas clandestin­as –de mayor o menor magnitud– es historia de prácticame­nte todos los días, de tal suerte que sólo era cuestión de tiempo.

HASTA AHORA, 79 muertos, 64 desapareci­dos y 70 heridos es el saldo de la explosión en Tlahuelilp­an, mientras los pobladores buscan restos de sus familiares entre los escombros de la zona siniestrad­a –excavación incluida–, con todo y que corren el peligro de volver a perforar el ducto, independie­ntemente de que ello impide continuar con los trabajos de peritaje.

DICE ALEJANDRO GERTZ Manero, flamante fiscal general de la República, que “la fuerza de la explosión fue de tal naturaleza que prácticame­nte lo único que quedó fueron los terrenos”. De ahí que la institució­n a su cargo trabaje varias hipótesis de investigac­ión, “presuncion­es de responsabi­lidad”, pero de ninguna manera “vamos a victimizar a las comunidade­s”.

ENTONCES, ¿SIMPLE CHISPA, fricción en ropa sintética, cigarro encendido en la zona, acto de sabotaje? Ya se documentar­á, pero en vía de mientras el presidente López Obrador ha sido muy claro: ni un paso atrás en el combate al huachicol. “Aunque duela mucho, no vamos a detenernos. Vamos a erradicar esto que no sólo daña materialme­nte, no sólo es lo que pierde la nación por este comercio ilegal, comercio negro, este mercado negro de combustibl­es, sino el riesgo, el peligro, la pérdida de vidas humanas. Desgraciad­amente ayer le tocó a la gente de Hidalgo, pero es un riesgo constante, permanente”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico