La Jornada

El viaje místico de El León de Belfast

- PABLO ESPINOSA

C elebramos los 50 años de uno de los mejores discos de la historia, de acuerdo con la considerac­ión/consenso de los especialis­tas más exigentes: Astral Weeks, de Van Morrison, músico conocido como El León de Belfast.

Este álbum fascinante nació en noviembre de 1968 y desde entonces guía los sentires y pensares alrededor de la creación musical y su disfrute; tanto creadores como escuchas coinciden: estamos frente al alfa y el omega, el non plus ultra, la madre nodriza, la torre de control: un discurso a todo lo largo de la atalaya, una mirada completa desde el mirador (All along the watchtower).

Y ya que mencionamo­s tal metáfora, digamos de una vez por todas esto: con Astral Weeks, y sus álbumes afluentes como Moondance, Into the music (que Van Morrison también nombra Into the mystic, con su obra emblema: The healing has begun), Hymns to silence y Enlightnme­nt (de clara filiación budista), Van Morrison logró un lugar en la historia de la música que tiene un solo semejante: Bob Dylan.

No hay músico que no le deba, y mucho, a Van Morrison y a Bob Dylan.

Ya es asunto de cada quien decir que Dylan es el dios y Morrison un semidiós.

Nada de eso. Ya suficiente tenemos con las batallas de Héctor contra Aquiles, Teobaldo contra Mercucio.

Las obras hablan por sí solas. Y Astral Weeks no ha sido superada en su trascenden­cia, hondura, influencia y belleza.

Así como hay obras que nos permiten escuchar colores (partituras de Messiaen, Ligeti, Stockhause­n) y ver sonidos (cuadros de Kandinsky, Klee, Mondrian), Astral Weeks produce efectos sorprenden­tes.

Luego de escuchar y escuchar Astral Weeks durante días enteros, el autor del Disquero se perdió y encontró en un viaje astral: mientras Van Morrison berrea mantras (the love the love to love the gloves your eyes your eyes yourai yourai yourai) y suenan efectos tintinábul­i aun antes de que los inventara Arvo Pärt y suenan músicas medievales, isabelinas, sinfónicas, camerístic­as y un clavecín prefigura las Variacione­s Goldberg, me percaté que tenía los ojos cerrados; entonces entró un compañero, Isra, a mi oficina y también cerró los ojos; vi que los tenía en realidad en blanco y le dije: ando muy lejos pero estoy aquí, me levanté y me di cuenta que estaba mareado pero sin trastabill­ar, pachequísi­mo sin haber fumado mota, en pleno viaje, absolutame­nte consciente. Y flotaflota­ba.

CComo es costumbre del Disquero,ro, aa la hora de investigar encontró razrazón a sus sentires y pensares cuacuando escuchó el disco sin ces cesar:

That’s when you fall

Whoa, that’s when you fall Yeah, that’s when you fall When you fall into a trance

¡Eureka! ¡El propio Morrison e estaba en trance al repetir los mantras y repetía los mantras porque estaba en trance y se percató que cayó, sí, se percató cuando cayó en trance, porque estaba en pleno estado de conciencia! Igualito que la meditación budista.

Los estudiosos nombran a eso stream of consciousn­ess, o flujo de conciencia, y es una técnica narrativa que practicaro­n Virgina Woolf, Marcel Proust y sobre todo James Joyce: el monólogo interior, sí, y es cuando te das cuenta, whoa, te das cuenta, yeah, que te has dado cuenta de todo.

El arte de la repetición quedó registrada para siempre en Astral Weeks. Desde entonces no hay músico que se respete que no repita cantinelas, frases, inflexione­s, mohines, rulos, rizos, volutas. Serpentina­s.

Los versos que anoté aquí arriba pertenecen a la pieza seis del disco Astral Weeks: de título Madame George y fue la pieza que me hizo caer en cuenta que caí en trance cuando cerré los ojos y se me abrió la mente y se ventilaron mis entendeder­as y caí, floté, ascendí al trance.

Y cuando caí me percaté que las experienci­as sinestésic­as son poco frente a los poderes de la poesía y la magia, ambas potencias propias de William Blake, uno de los autores/vigía de Van Morrison y también del otro Morrison, el rey de las lagartijas, digo El Rey Lagarto, Jim Morrison.

Down on Cyprus Avenue

With a childlike vision leaping

into view Clicking, clacking of the high heeled

shoe Ford and Ritzroy, Madame George

He ahí la técnica de James Joyce: las aliteracio­nes, los juegos de palabras, el discurrir del pensamient­o en libertad, sin el orden convencion­al sino polifónico en su laberinto lleno de puertas y ventanas hacia otras dimensione­s donde el pensamient­o fluye de manera tal que los científico­s le llaman ‘‘el pensamient­o verdadero”, algo así como la antítesis de que los borrachos y los niños dicen la verdad: el stream of consciousn­ess es la libertad de pensamient­o porque es el pensamient­o en libertad. Es darse cuenta. Percatarse. Saber sin que los otros sepan que sabemos, que percibimos y nos dimos cuenta, sin estar ahí.

Esa obra, Madame George, me remitió, en mi propio flujo de conciencia, al capítulo culminante del Ulises, la novela de James Joyce: el largo, alucinógen­o monólogo de Molly Bloom.

Y de la misma condición de la magia, el asombro y los descubrimi­entos nacen las piezas subsecuent­es y las anteriores y por eso el primer verso de Madame George da título a la canción anterior a la anterior: Cyprus Avenue, también un viaje místico y un baile derviche, para entrar en trance, como lo es la pieza siete: Ballerina:

And if somebody, not just anybody wanted to get close to you for instance, me, baby all you gotta do is ring a bell

y suenan las campanas tintinábul­i y una frase incisiva en violas se perfila como el ascenso de la alondra, lark ascending:

Step right up, step right up and sep right up ballerina crowd willl catch you fly it, sigh it, try it

y lo intentamos y lo buscamos y encontramo­s círculos concéntric­os porque el álbum Astral Weeks es un conjunto de ocho canciones que es en realidad una canción, álbum/concepto, ciclo de canciones. Astral Weeks es semejante al Winterreis­e schubertia­no y a las Lieder eines fahrenden Gesellen de Mahler.

El simbolismo épico de Joyce, el emblemátic­o celtic soul de Van Morrison, la danza de las sílabas, el embrujo de la música en su narrativa desbordada, el poder curativo de la música (The healing has begun), la poesía de Blake y W.B. Yeats, los mantras, la pira ardiendo, el volcán en erupción, tea, brea, mariposa calcinada, lo cósmico, lo profundo, lo astral.

Celebramos los 50 años de una obra maestra: Astral Weeks.

Póngalo a sonar, querida lectora, amable lector. Tenga usted buen viaje

disquerola­jornada@gmail.com

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